Francis Bacon. La cuestión del dibujo
Fundación Bancaja
Plaza Tetuán, 23. Valencia
Hasta el 15 de octubre de 2017
“Le gustaba el borde de la realidad, allí donde surge un deseo oscuro”, apunta Fernando Castro, comisario de Francis Bacon. La cuestión del dibujo. Eso, de puertas hacia fuera, porque tomado el propio cuerpo como referencia, nada mejor que la boca para expresar ese borde igualmente extraño por donde entra la salud y la enfermedad. “Para Bacon, las bocas son el pozo de la náusea”. Bocas que el comisario relaciona con esas otras de la ficción cinematográfica tipo Alien, de Ridley Scott, o las expresiones psicóticas reflejadas por David Lynch. Bocas, cuerpos y figuras, principalmente las del Papa Inocencio X que tanto impresionó al artista irlandés, mostrados en la exposición que Fundación Bancaja acoge hasta el 15 de octubre.
Se trata de 58 dibujos, polémicos dibujos por el cuestionamiento hasta hace bien poco de su autenticidad, que Bacon donó al periodista y amigo íntimo Cristiano Lovatelli Ravarino entre 1977 y 1992, y que ahora pertenecen a la Francis Bacon Collection. Fue su presidente Umberto Guerini quien resumió los 20 años de litigio judicial que han terminado por reconocer la originalidad de las piezas. Tema zanjado. “No es el debate de su autenticidad lo que ahora debe primar, sino la apreciación estética de una obra que aporta mucho al debate historiográfico”, subrayó Castro.
Debate que abrió una entrevista en el libro de conversaciones entre David Sylvester y el propio Bacon, en el que éste venía a decir que no hacía bocetos de sus trabajos. “Esto lo repetimos todos, creando el lugar común de que Bacon no dibujaba”. Y Castro, en un alarde de sinceridad, agregó: “Y estábamos diciendo una chorrada”, porque según el comisario una cosa es que no hiciera bocetos para sus cuadros y otra muy distinta que jamás dibujara. La prueba, dijo, “es esta exposición”.
Los dibujos, tan auténticos como auténtica era su obsesión por la deformidad corporal, recogen cuatro de sus temas preferidos: el Papa Inocencio X de Velázquez, las crucifixiones, los retratos y autorretratos, y las figuras sentadas. Del Papa, lejos de ahondar en su insigne porte eclesial, lo que hace es transformar el elemento sagrado que lo arropa, mostrando sin vergüenza alguna su carnalidad, mas carnalidad degradada. El manto, de colores sumamente vistosos, termina siendo mortaja de un cuerpo que simboliza la corrupción de todo lo humano, allí donde lo humano se halla despojado de carga simbólica.
“Estas celdas de cristal del Papa son las mismas que las de Eichmann en Jerusalén”, quien dijo limitarse a hacer su trabajo durante la Alemania nazi, lo cual da pie a Castro para hablar del “sujeto encerrado, del destino y de la reinvención de la tragedia griega” como trasfondo de todo ello. “Detrás de todo esto se halla Shakespeare”. Tragedia que llega a nuestros días en forma de corrupción de lo político que deriva en la corrupción del cuerpo y, con él, “la máquina de triturar carne en la que estamos y que tan bien representa el reality show”, sostiene Castro.
“Todos los discursos de la corrupción política podrían ser un Macbeth”, dice el comisario, tras constatar la “circularidad paranoide” de esos discursos basados en “cuanto peor para el enemigo, mejor para mí”.
Francis Bacon. La cuestión del dibujo es la misma exposición que hasta el mes pasado estuvo en el Círculo de Bellas de Madrid, “pero dispuesta de otra manera aquí”, señaló Castro. Tras Valencia, será el Centro Niemeyer de Avilés quien la acoja con otras 70 piezas más a partir de noviembre. Entrar en la muestra de Bacon es, como apunta Lovatelli en una entrevista en la web de la Francis Bacon Collection, “como entrar en una carnicería y cuando sales…como escuchar la música de Händel”. También recuerda el periodista y amigo íntimo de Bacon, que éste, en relación con las crucifixiones, le ponía el ejemplo de Jesucristo, “el padre de todos nosotros [como] también lo es de todos los insectos, un poco animal, entre una divinidad y un insecto”.
“Acentuó su condición de marginal”, señala Castro, en tanto “homosexual en tiempos en que serlo era delito”, para hacerse cargo de “la crucifixión que todos llevamos encima”. Crucifixión, sangre en los ojos y podredumbre en la boca (“Bacon se hizo con un manual de anomalías dentarias”), cuyo fondo dramático se halla trufado de comedia negra. “Figuras de la melancolía” como reflejo de la “angustia existencial” que, según el comisario, atraviesa su obra.
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Salva Torres
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