El Paso

#MAKMAArte
‘Grupo El Paso’
Comisariado: Lola Durán
Fundación Bancaja
Plaza de Tetuán 23, València
Hasta el 8 de septiembre de 2024

“Ell artista siempre es un francotirador de la sociedad en que vive y muchísimo más en esa época en que lo teníamos todo en contra”, dijo Luis Feito a un programa de Radio Nacional de España (RNE), en 2001. La época a que se refiere es la de la posguerra, la represión, los exilios, el silencio.

A la vez, era el momento de la carrera espacial, del rock and roll, de la llegada de Coca-Cola a España y del SEAT 600. Pero también de la prohibición del bikini para el baño y de la censura de la película ‘Senderos de gloria’, de Stanley Kubrick (entre tantas otras).

Se trata de un periodo en que algunas iniciativas artísticas (puntuales y dispersas) empezaban a llamar la atención, pero, aun así, el panorama del arte contemporáneo se veía yermo, con predominio del academicismo, escasos espacios expositivos, pocos marchands y un reducido público de aficionados.

Fue en este contexto que el Grupo El Paso se atrevió a iniciar su “actividad” –tal como ellos mismos definieron– de “presentar una obra auténtica y libre, abierta hacia la experimentación e investigación sin fronteras, y no sujeta a cánones exclusivistas y limitados”.

Obras de Luis Feito, Rafael Canogar y Juana Francés en la exposición ‘Grupo El Paso’. Fotografía: Tátylla Mendes.

“Sorprende ver, [casi] setenta años después, que esas obras, que en aquel momento escandalizaban, que hoy mantienen su vigencia, resisten el juicio de los años, han resistido el paso de las modas. Y por eso se hace todavía más necesaria esta labor de revisión de aquella vanguardia», alega Lola Durán, comisaria de la exposición ‘Grupo El Paso‘, que se puede contemplar en la Fundación Bancaja de València hasta el 8 de septiembre.

Obras de Antonio Saura y Pablo Serrano, en la exposición ‘Grupo El Paso’. Fotografía: Tátylla Mendes.

La estética de El Paso se ha relacionado al expresionismo abstracto norteamericano, a diversas ramas de la abstracción y al informalismo europeo. Sin embargo, los integrantes del Grupo –Rafael Canogar, Martín Chirino, Luis Feito, Juana Francés, Manuel Millares, Manuel Rivera, Antonio Saura, Pablo Serrano, Antonio Suárez y Manuel Viola–, en su ‘Manifiesto’, se decían “conscientes de la inutilidad de la discusión sobre los términos ‘abstracción-figuración’, ‘arte constructivo-expresionista’, ‘arte colectivo-individualista’, etc.”.

Y añadían: «Nos encaminamos hacia la transformación plástica en la cual encontrar la expresión de una nueva realidad. Y hacia una anti academia, en la que el espectador y el artista tomen conciencia de su responsabilidad social y espiritual».

En aquel programa de RNE de 2001, Luis Feito también comentó sobre el tema, sosteniendo que El Paso “no era un grupo de tendencia, no defendía ninguna tendencia artística”, sino más bien “una manera de concebir el arte contemporáneo”.

Detalle de ‘Cuadro nº 165’, de 1960, de Luis Feito. Fotografía: Tátylla Mendes.

Sin embargo, aunque no quisieron ponerse una etiqueta (ya que cada integrante del grupo podría identificarse, más o menos, con una u otra tendencia), es interesante notar cómo también son pertinentes a los artistas de El Paso las palabras que Harold Rosenberg escribió sobre ‘Los pintores de acción americanos’ de los años 50:

“El lienzo comenzó a parecer una arena en la cual actuar, más que un espacio en el cual reproducir, re-diseñar, analizar o expresar un objeto real o imaginario. Lo que iba a ocurrir en él ya no era una pintura, sino un evento. El pintor dejó de dirigirse a su caballete con una imagen en la mente; lo hizo llevando en sus manos un material que le permitiría hacer algo con la otra pieza de material que tenía al frente. La imagen sería el resultado de este encuentro”.

La idea de acción es la más explícita en el nombre del Grupo El Paso. Como dijo Antonio Saura, en conversación con Santiago Amón, en 1978, la idea de paso “alude más a un gesto, a una actitud. […] Un paso es un gesto incipiente, tímido si se quiere, pero aventurado y aventurero si se da hacia adelante”.

Un paso indica un movimiento, la marcha, el tránsito; no es algo inamovible, sino todo lo contrario. Así fue el Grupo, que inició sus actividades en 1957; hizo exposiciones en París, Nueva York, Munich, Basilea, Barcelona, Madrid y más; participó de la IV Bienal de Arte Moderno de São Paulo y de la XXIX Bienal Internacional de Venecia; publicó manifiestos y boletines que contaban con la colaboración de prestigiosos artistas y críticos; sobrevivió a separaciones y reuniones, hasta disolverse en 1960.

Obras de Antonio Saura y Pablo Serrano, en la exposición ‘Grupo El Paso’. Fotografía: Tátylla Mendes.

Al reunir más de setenta piezas centradas en esos años de vigencia del Grupo, incluyendo “algunas de las obras más relevantes del colectivo, que formaron parte de exposiciones internacionales que el grupo protagonizó con gran éxito”, la exposición se postula como “uno de los proyectos más relevantes hasta la fecha en la exhibición de la obra de este colectivo artístico”, refrenda Rafael Alcón, presidente de Fundación Bancaja

La promesa de la divulgación se cumple al llegar a la segunda planta de la Fundación y poder admirar ‘Dioni’ (Saura, 1959) –pieza que formó parte de la exposición ‘Four Spanish Painters’ en la Galería Pierre Matisse de Nueva York–. Reducida la figura a sus esquemas elementales y la paleta cromática al blanco, negro, gris, lo que sobresale es el trazo masivo de Saura, su gesto desgarrado, su expresividad violenta.

Obras de Rafael Canogar. Foto: Tátylla Mendes.

De gesto acentuadamente expresivo es también la ‘Pintura nº 48’ (Canogar, 1958), que conformó la misma exposición. La pincelada vociferante y trastornada, el dripping y el movimiento de la obra de Canogar nos transportan, volando sobre un ave rapaz, a un paisaje en explosión.

En congruencia, está la actitud inconformista transmitida por los hierros encontrados y forjados de ‘Espacio’ y ‘Tauróbolo’ (ambas de Serrano, 1960), piezas que formaron parte de la exposición ‘The New Spanish Painting and Sculpture’, inaugurada en el MoMA (y posteriormente itinerante).

Otros ejemplos de obras del Grupo El Paso que también estuvieron presentes en esa misma exposición ambulante por Estados Unidos y ahora se pueden contemplar en la Fundación Bancaja son ‘La saeta’ (Viola, 1958) y ‘Nº 141’ (Feito, 1959).

Algunas de las arpilleras de Manuel Millares. Foto: Tátylla Mendes.

Sin embargo, el momento culminante del recorrido se da, quizás, unos cuantos pasos más allá, al toparnos con ‘Homúnculo’ (Millares, 1960) –obra que formó parte de ambas muestras neoyorquinas–. Una tela de arpillera de carácter enérgico, de colores fuertes como las emociones que evoca, con perforaciones como heridas abiertas, y una fuerte carga dramática.

La actual exposición cuenta, además, con las mallas metálicas de Rivera –composiciones disonantes de rara belleza–; las pinturas matéricas de Juana Francés –“intrapaisajes” (en las palabras de José María Moreno Galván) en las que se mezclan la gestualidad, la contemplación y las arenas de la playa de Gandía–; las herramientas inútiles y poéticas de Chirino (como él mismo llegó a decir) –esculturas que buscan “verter la inmaterialidad del gesto al vacío del aire” (según Alfonso de la Torre)–; y los juegos de materiales y colores sobrios de Suárez –abstracciones líricas con elevado poder de sugestión–.

‘Sin título nº 11’, de 1958, de Juana Francés. Fotografía: Tátylla Mendes.

“Sin perder cada uno de los artistas la singularidad de su obra, el activismo compartido de los diez componentes de El Paso permitió generar una plástica coherente y común con sus propias señas de identidad, que son, por ejemplo, la pincelada violenta, la empastada, la gama reducida y oscura en el uso del color o la incorporación de materiales diversos”, resumió Alcón.

Revelar “el impulso estético común que, desde la singularidad de cada creador, compartieron y promovieron los diez artistas” de El Paso es, de hecho, uno de los logros de la exposición, ya que la muestra dedica un espacio a cada artista del colectivo, lo que permite apreciar la identidad y la evolución de cada miembro a lo largo de la vigencia del Grupo.

Al mismo tiempo, la fluida conexión entre todos los espacios del recorrido y la cuidada selección de obras facilitan la apreciación de los elementos que daban cohesión a esa agrupación de pintores y escultores que, a pesar de su procedencia dispar, se reunieron sobre todo en Madrid.

Obras de Rafael Canogar y Manuel Viola. Fotografía: Tátylla Mendes.

Ahora bien, aunque “el espíritu inconformista y el arte rupturista” sea uno de esos rasgos de cohesión que se percibe claramente en la exposición ‘Grupo El Paso’, Rafael Alcón aclara que “esta ruptura no dejó nunca de lado la tradición pictórica española, que ellos conocían muy bien y fueron capaces de trascender”.

En una conferencia celebrada, en 2023, en el Museo Casa Botines Gaudí, Rafael Canogar ratificó: “Teníamos muy cerca el Museo del Prado. Creo que nos dio estas raíces: la expresividad de un Goya, la elegancia de la pincelada de un Velázquez, la austeridad de un Zurbarán”.

Obras de Manuel Rivera y Martín Chirino. Foto: Tátylla Mendes.

La comisaria Lola Durán destaca, asimismo, que los integrantes de El Paso “están unidos por esa voluntad de crear un clima nuevo, de zanjar fronteras y, además, de conectar el arte español con el que se estaba haciendo en el resto del mundo”.

El ‘Manifiesto’ del Grupo lo confirma: “Creemos que nuestro arte no será válido mientras no contenga una inquietud coincidente con los signos de la época, realizando una apasionada toma de contacto con las más renovadoras corrientes artísticas”.

En una de las salas de la exposición ‘Grupo El Paso’ es posible leer de forma íntegra el ‘Manifiesto’ definitivo del colectivo, contemplar algunos de los boletines publicados por el Grupo, apreciar fotos de sus integrantes y otros documentos.

Obras de Manuel Viola. Fotografía: Tátylla Mendes.

Lo que se percibe, en todo caso, es que, a pesar de su corta duración como agrupación, El Paso logró confirmar otros dos significados más de su apelativo y dejar huella, además de transferir a otros su concepto de “un arte recio y profundo, grave y significativo”.

Como dijo en su momento Calvo Serraller: “El Paso supuso una contribución a la afirmación de una pintura que responde a la propuesta de apertura hacia las corrientes universales y a la recuperación de ciertas constantes españolas. Han dado un nuevo estado del espíritu y dejan un ambiente más favorable para la expansión de lo nuevo en España”.

En la mencionada conferencia de 2023, Rafael Canogar ya había dicho también que “los años 50 y 60 quedan marcados por el arte del Grupo El Paso. […] Es el arte que se hace en aquellos momentos que representa más a ese deseo de cambios, a esa expresión de libertad, que llega a posiciones más radicales”. Rafael Alcón es más enunciativo al afirmar que fue “sin duda, el grupo artístico de mayor relevancia en la configuración de la vanguardia española de la posguerra”.

En una España trágica y silente, El Paso –un grupo de impulso inconformista y rompedor– buscó un cambio en el modo de entender el arte, luchó (con pinturas y esculturas, arpilleras, hierro, telas metálicas y más) por la superación de los ideales preconcebidos y por relacionar el arte español a las tendencias internacionales, y logró llenar de sentido las palabras de Heidegger: “Ser obra significa establecer un mundo”.

El Paso
Obras de Antonio Saura y Pablo Serrano en la exposición ‘Grupo El Paso’. Fotografía: Tátylla Mendes.