Joan Verdú: «En el fondo soy muy superficial»
Descifrar el último código iconográfico de Joan Verdú (Alzira, Valencia-1959) pasa por entrar en muy diversas materias y técnicas: el problema energético a través del fenómeno electrostático; el psicoanálisis, Jung, Freud, el yo y el ello, la muerte; la recuperación de las lenguas clásicas a través del griego; el surrealismo, la fotocomposición, el dibujo, el collage o los nuevos materiales. Todo y nada es del interés de Verdú, sencillamente se somete a sus inquietudes y las expresa con un lenguaje particular no exento de vocación crítica, aunque confiesa que su obra no tiene intención política.
La manera de proceder y comunicarse responde a un ser humano humilde y preocupado por no rebasar la línea del engreimiento, lo describiría muy bien Juan Finot, “La bondad no exige nada de nadie, porque se basta a sí misma y encuentra recompensa en su propia grandeza” (La ciencia de la felicidad, ed. Prometeo, Valencia 1966. Pág. 103).
Como referentes específicamente citados por él, Goya, John Heartfield, y Grosz, aunque cabría añadir otros nombres como el de Max Ernst, y Andy Warhol. Para quién no conozca su trayectoria como artista ha expuesto –por citar algunas- en Galería L’Eixam, (1979) y Galería Canigó, (Alcoy, 1980) con Solbes en ambas; en Galería Punto (1980), en Galería Cànem, (1998) Paz y Comedias (2007) y Mr. Pink (2012), y su obra está presente en colecciones como Michelín, Luis Bassat, IVAM, Caixa de Pensions, Universitat de València, Diputaciò de València o Tomás Ruiz Company por citar algunas.
Cabe destacar su actividad como columnista en el Diario Levante EMV y diversos medios digitales, y también su debilidad por el cómic y diseño de carteles, actividades que practica desde muy tierna edad. En el año 2005, en pleno auge económico criticó los planteamientos y excesos de la Bienal de artes plásticas de Valencia, de aquel tiempo, cabe rescatar un rimado lleno de gracejo y sátira, que por su sencillez y razón citaremos:
A do fueron las bienales que iban a asombrar al mundo.
Eran bienales mortales.
Hoy son bienales veniales por pequeñitas y punto.
A do fue tanto poder canapé y metacrilato.
Todo es cosa del ayer…
Tras 14 años haciendo referencia a la moda en sus portadas, el magazine sociocultural Hello Valencia rompe y se inspira en un trabajo de Verdú para la portada.
¿Cómo empezó tu amor por la pintura?
Me recuerdo de pequeñito siempre dibujando. También jugaba con mis indios, el mecano… Pero si echo la vista atrás me veo siempre pintando en casa, en el colegio, en el instituto… y alguna vez me expulsaron de clase por ello.
¿Cuándo viste que esa afición infantil podría convertirse en algo serio?
Empecé a hacer algún trabajo profesional sobre los 15 ó16 años. Pero hacía cosas indiscriminadamente. Igual pintaba cuadros, que dibujaba cómics, que hacía logotipos… A los veintitantos me di cuenta de que si me quería tomar en serio la pintura no podía dedicarme a dibujar cómics, y viceversa. Porque compaginar las dos cosas es imposible. Estuve unos años dudando hasta que un amigo, el profesor Pablo Ramírez, me dijo: “no elijas tú, deja que el medio te elija a ti”. No le hice mucho caso al principio, pero así acabó siendo. Me eligió a mí el arte. Y dejé de dibujar cómics.
Curiosamente, tus últimos trabajos se relacionan con el mundo del cartelismo y se mueven entre la pintura, el cómic, la ilustración, el diseño…
Como pintor soy bastante pop. Ahora mismo, el cuadro con el que estoy trabajando es una tira de Peanuts, una tira de cómic. Pero digamos que me dedico al cómic de forma muy tangencial.
Se te relaciona más a la figuración narrativa que al pop, por estar asociado a las críticas políticas y las reivindicaciones sociales, mientras que al pop se le asocia más popularmente con la frivolidad.
Es posible que mi trabajo se asocie estéticamente a la figuración narrativa, pero mi obra no es nada política. No me interesa mucho la política. Aunque por supuesto me gusta mucho Goya, Grosz, John Heartfield o Daumier.
En cambio sí te has posicionado cuando ha habido algo relacionado con los problemas del IVAM.
Si atendemos a esa formulación por la cual todo es política, mi arte también es político y yo, lógicamente, soy político de alguna manera.
Alguno de los artículos que escribes para el diario Levante son bastante reivindicativos. ¿Eres más político de palabra que de obra?
Mis columnas son comprometidas políticamente, pero en mi obra me interesan más los temas psicológicos que los políticos. En los últimos años he estado trabajando en base a las formulaciones de Freud, el ego, el superego, el ello -hello sin h-. De hecho, esa serigrafía que he hecho para la portada de Hello Valencia para éste mes de julio, trata del ello en combinación con temas de física y energía, en este caso, la eléctrica. La palabra griega electrón significa ámbar. Y el ámbar se electriza, y si te lo acercas al pelo se te planta. En este caso, la mano de la mujer simboliza el ámbar que electriza el pelo del conejito. Y de la palabra electrón viene la palabra electricidad, electrón. Pero su significado original es ámbar, porque el ámbar tenía esa facultad eléctrica.
En este juego sobre las energías, ¿hay alguna reivindicación en tu obra sobre las energías renovables, las grandes multinacionales…
No, en absoluto. Trata sobre la energía eléctrica. En otros cuadros es la energía cinética o la eólica, precisamente protagonizado también por un conejito al que le vuelan las orejitas al viento y grita: “al vent”. Así es como entiendo las energías, porque yo en el fondo soy muy superficial.
¿Eso es una contradicción preparada o real?
Para nada. En el fondo soy muy superficial.
¿Y en la superficie?
Igualmente. No querrás que en la superficie sea “superintelectual”. Eso quedaría fatal. (Rie)
El conejo es una figura que se repite bastante en tu obra, ¿tiene algún significado? ¿Es porque te gusta cazar?
No, cazador solo en el arte. Pero ojo, respeto mucho los movimientos ecologistas y también respeto el mundo de la caza. Eso sí, no me provoca ningún respeto un mamarracho que va a cazar rinocerontes.
Tras exponer en Valencia, en Cádiz, Madrid o Barcelona ¿dónde dirías que se entiende mejor tu trabajo?
Eso depende de cómo lo veas, porque por ejemplo a Rita Barberá se la entiende mucho mejor dentro de Valencia. Entonces a mí a lo mejor me pasa lo mismo (rie)
¿Dónde encuentras mayor respaldo, a nivel coleccionista, a nivel críticas, a nivel popular?
Noto mayor respaldo a nivel coleccionista y, sobre todo, en Valencia.
¿Qué opinas de la relación entre artista y galería?
Es una relación que tiene que ser correcta y si no lo es ya vamos mal. La reglas del juego están establecidas, entonces si todos las seguimos, nos irá mejor.
¿Qué galerías de Valencia te gustan más?
Me gustan Rosa Santos, Mr. Pink, Charpa y Luis Adelantado.
¿Cómo ves Valencia posicionada en el mundo del arte contemporáneo?
Mucho ruido y pocas nueces.
¿Y España a nivel internacional?
Muchísimo más ruido y poquísimas nueces.
Y todo ese ruido, ¿depende tal vez de que en las grandes metrópolis hay más marchantes, más galerías, más capital Y más ciudadanos? ¿En una pequeña ciudad con menos habitantes puede emerger un gran artista?
Eso es independiente. Puede salir un gran artista de una aldea perdida del bajo Aragón.
¿Y ser reconocido?
Bueno, eso es otro asunto. Pero lo cierto es que marchantes, al menos en Valencia, no hay.
¿A qué se debe la desconexión entre el arte y el gran público?
Eso ha pasado siempre. A las galerías han ido cuatro gatos. Pero luego de repente en Galería Punto expone Eduardo Naranjo- y de esto hace treinta y tantos años- y hay overbooking. O expone Penck y la inauguración estaba petada y la verdad es que lo que presentaba era bastante malo.
Con lo que confirmas que el trabajo de la galería consiste en convocar al público, atraerlo y hacer que el artista tenga visibilidad.
¿Tú te has dado cuenta de lo que acabas de decir? El trabajo de cualquiera es hacer bien su trabajo.
¿Y lo están haciendo las galerías?
Seguramente no. Habrá alguna que sí, pero en general no.
Vicente Chambó, transcripción Toni Vivó
Fotografía de portada Carmen Luján
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