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‘Los días del pasado’, de Mario Camus
A propósito de la película con la que arrancó el Ciclo ‘Cantabria de cine’
Con Pepa Flores ‘Marisol’, Antonio Gades, Gustavo Bergés, Antonio Iranzo, Manuel Alexandre, Mario Pardo, José Yepes, Fernando Sánchez Polack
109 minutos
Filmin
La lucha de los hermanos siempre lleva, de una manera u otra, hasta aquella primera rivalidad fratricida: la de Caín y Abel. Dos hermanos que, por culpa de la codicia y la envidia, separaron sus caminos hasta el punto de que uno (Caín) asesinó al otro (Abel). Desde entonces, todos los conflictos, ya sean grandes, pequeños, medianos o de cualquier otra índole, nos hacen pensar en qué hemos hecho mal y porqué no somos capaces de resolver nuestras diferencias con la palabra y el raciocinio.
En ‘Los días del pasado’, Mario Camus (1935-2021) nos enseña que por muchas batallas que pierdas y por muchas guerras que libres, ya sea en tu propio país o en otros, e importando poco o muy poco la bandera bajo la que luches, se pierde algo. Ese algo es inexplicable. Y por mucha rabia que contengas dentro de tu ser y muchas lágrimas que derrames, ese algo no se irá, te acompañará el resto de tus días, como lo hace tu propia sombra en un lugar lleno de focos.
En esta cinta del director cántabro, la Guerra Civil española (1936-1939) ha concluido hace pocos años en un pequeño pueblo cántabro, donde el frío no desaparece y la nieve, la lluvia y la bruma son espectadores de la trágica historia de amor de Juana (Pepa Flores, ‘Marisol’) y Antonio (Antonio Gades).
En este entorno, conocemos el porqué Juana va desde su Andalucía natal, hasta un pueblo perdido de Cantabria para dar clase en la escuela. Pero no es su vocación de educadora lo que la lleva hasta allí (al comienzo de la cinta podemos ver cómo Juana tiene que tomar tres trenes y un autobús para llegar hasta un cruce, y después andar no se sabe cuánto -porque nos lo omite la cinta- para llegar al pueblo). El viaje lo realiza por algo más que vocación. Lo hace por amor. Un amor prohibido, un amor perdido en el fragor de las batallas y el baile de las balas entre los hermanos de un mismo país, ahora dividido.
La película cuenta una serie de trágicas historias, donde la escala de grises pasa del casi blanco al casi negro, pero siempre se moverá por esos puestos intermedios de los que son los llamados puntos de vista personales.
El amor es el eje central de la trama, pero alrededor de él se mueven varias historias al mismo tiempo (las clases con los niños, el grupo de rebeldes, la guardia civil y su búsqueda de los ‘maquis’), y todas estas se ven enmarcadas entre los paisajes cántabros donde se rodó la cinta. El Valle de Cabuérniga (Barcena Mayor, Fresneda, Terán, Ucieda, Comillas y Ubiarco) hizo de anfitrión para decorar con sus verdes, castaños y blancos, la fotografía de este filme.
Son los rebeldes los que viven la injusticia. Los habitantes del pueblo la sufren, pero se adaptan y aprenden a convivir con ella. Los ‘maquis’ son los que no aceptan la situación y tratan de luchar o huir, en ocasiones ambas cosas a la vez. No se rinden ante el primer obstáculo que se les cruza en el camino y su fe es tan férrea, que ni tan siquiera el amor de su vida les apartará del camino que han elegido. Por eso Antonio, cuando duerme apoyado en la mesa de una cafetería, no sueña con Juana; en su sueño lo que persigue no es el amor, es la libertad que todos creemos tener y nadie consigue alcanzar. Pero ellos lucharon para alcanzarla.
Por eso los olvidados, nunca son olvidados. Siempre alguien, en algún lugar, llega con un ramillete de flores, una foto descolorida y una vela. Enciende la vela, posa el ramillete y se queda mirando la foto, mientras reflexiona cuál es el error que se comete día tras día, sin ver que los errores de hoy ya los cometieron nuestros antepasados ayer.
Tan solo hay que abrir cualquier libro de historia por una página al azar y comenzar a leer. No es el tiempo en el que transcurren las historias, ni los espacios que enmarcan los acontecimientos. Solo son las personas las que hacen que todo siga igual. Que nada avance y que Caín vuelva a asesinar a Abel.
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