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‘Obra maestra’, de Juan Tallón
Anagrama, 2022
La literatura polifónica no es apta para lectores impacientes o con el pie cambiado. Así estaba yo cuando leí ‘Obra maestra’ (Anagrama), de Juan Tallón, un buen ejemplo de esta fórmula narrativa, y el libro no me acabó de convencer. Lo encontré artificioso e irregular. Poco tiempo después, alguien con quien suelo comentar mis lecturas y cuyo criterio valoro me comentó que le había gustado y que se lo había pasado en grande con él.
Me explicó las razones por las que ‘Obra maestra’ le parecía un buen libro y me hizo pensar que quizá yo no había sabido leerlo, así que le di o, mejor dicho, me di otra oportunidad. Entonces pude apreciar la inteligencia e ironía que destilan sus páginas. Y me alegré.
‘Obra maestra’ es una mezcla de rigor investigador e invención. Participa del reportaje, el ensayo y la ficción, sin pertenecer a ninguno de estos géneros. Hay que leerlo como una novela, sin pensar en la veracidad o falsedad de lo narrado, sino en su verosimilitud, que a veces es el camino más corto a la verdad.
La novela relata un hecho increíble, pero totalmente cierto: la desaparición de la obra ‘Equal-Parallel: Guernica-Bengasi’ (1986), del artista Richard Serra, un grupo escultórico de seis bloques de acero y 38 toneladas de peso. El título alude a las similitudes entre el bombardeo de la Legión Cóndor sobre la población civil de Guernica en 1937 y el de la aviación estadounidense sobre la población libia de Bengasi en 1986. Fue concebida para la exposición inaugural del Reina Sofía ‘Referencias: un encuentro artístico en el tiempo’ y adquirida a su término por 36 millones de pesetas.
En 1990, el museo depositó la escultura en las naves de una empresa de almacenaje de obras de arte y aparentemente no volvió a preocuparse de ella hasta 15 años después, cuando vio que había desaparecido y nadie supiera su paradero.
El escándalo internacional suscitado, la búsqueda infructuosa de la pieza y la mediación de Carmen Giménez, la comisaria que había introducido a Richard Serra en España y encargado la escultura, consiguieron que el artista autorizara su reproducción y le otorgara a la réplica la condición de ‘obra original’ con la condición de que permaneciera expuesta en el museo de manera permanente. El artista no cobró honorarios, el museo abonó 78.000 € a la acería que ejecutó la réplica y salvó la cara. Nadie asumió responsabilidades.
¿Cómo es posible que no se sepa cómo ni dónde se esfumaron 38.000 kg de acero? ‘Obra maestra’ no pretende esclarecer un misterio que quizá no se resuelva nunca. Lo que hace su autor es darle la palabra a 73 personajes reales y ficticios relacionados directa o tangencialmente con la escultura para que expliquen el suceso y las circunstancias que lo hicieron posible desde su punto de vista.
El propio Richard Serra, la periodista que destapó la noticia, la directora del museo que se comió el marrón, la comisaria de arte que encargó la obra, la brigada policial que investigó su desaparición, la jueza que instruyó el caso, trabajadores del Reina Sofía, ministros, jefes de prensa, artistas, galeristas, empresas de transporte y almacenaje de obras de arte, un taxista, un camionero, un jubilado, una miembro de ETA y hasta el propio autor, que narra la génesis y proceso de escritura del texto.
Guiados por estas voces, comprendemos que en la pérdida de la escultura confluyen factores como el azar, el error humano, el mal funcionamiento del museo, una burocracia esclerotizada, una preocupante desidia por lo público, sin que ninguno lo acabe de explicar.
Juan Tallón se toma la libertad de inventarse los testimonios de los personajes que invoca y de convocar a unos cuantos inexistentes, basándose en declaraciones hechas por estos, o en lo que su imaginación le dice que podrían haber dicho en el caso de los que corresponden a personas reales.
Al mismo tiempo que recrea el caso desde distintas perspectivas, la novela compone el retrato de la construcción del sistema del arte en nuestro país con la llegada de la democracia, así como de los agentes que operan en ella, hurgando en sus intimidades y poniendo al descubierto sus luces y sus sombras. Todo ello en un país deseoso de homologarse con los de su entorno y que se sirve del arte contemporáneo como instrumento de modernización cultural y social, así como para la proyección de su imagen en el exterior.
No es de extrañar que la sustitución de la escultura desaparecida por una copia y que esta tenga la condición de ‘obra original’, suscite comentarios variopintos en el libro. Lo cierto es que se trata de una práctica protocolizada en el mundo del arte en virtud de la cual tienen la consideración de ‘obra original’ un número máximo de réplicas -de 5 a 10, según países-, previa indicación expresa del autor.
En este sentido, los seis urinarios que Duchamp autorizó fabricar a pesar de que solo conozcamos el original por una foto de Alfred Stieglitz y ni siquiera llegara a exponerse, constituyen un ejemplo paradigmático.
El modo de trabajo de Richard Serra consiste en elaborar una maqueta de sus esculturas y enviarla a una fundición para que las ejecute de acuerdo con sus indicaciones. Un sistema que da pie a que en la novela se plantee de qué manera este proceso puede afectar a la autoría. Richard Serra no es un caso aislado. Rubens, Rembrandt, Andy Wharhol, Jeff Koons o Damian Hirst han creado materialmente sus obras en colaboración con ayudantes o asistentes sin que ello haya afectado a la atribución o autoría de estas.
Y lo mismo cabe decir de nuestros artistas de casa. Lo que no quita para que empiece a ser frecuente considerar coautor o coautora a ayudantes sin cuya participación el resultado final de una obra hubiera sido totalmente distinto. Ya sucede, sin salir de casa, con Abel Martín respecto a las serigrafías Sempere, y se reclama para Manuela Ballester y los carteles de cine de Renau o para las mujeres de la alta sociedad vasca que concibieron e idearon las iglesias del románico. Pero este es otro tema.
Es de agradecer que el arte contemporáneo no sea objeto ni de reverencia ni de banalización en esta novela. Que su autor lo pase por el tamiz de su ironía y de su oficio y nos lo devuelva inteligible y sin corona. Salta a la vista que se ha documentado sobre la lógica de la escultura, posiblemente la más misteriosa de las disciplinas artísticas y la más hermética, y en especial sobre el universo creativo de Richard Serra.
Un universo que ‘Obra maestra’ trasmite con sencillez y eficacia, haciéndonos comprender el significado de las esculturas de este artista y lo que pretende decirnos a través de ellas. Mientras recorremos espacios donde estos artefactos habitan, activamos con los pies de la imaginación la consistencia y belleza que contienen.
Toni Picazo
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