#MAKMAEntrevistas | Claudia Manzanera
Artista residente de la 4ª Edició Residències Artístiques 2022
Espai Jove VLC. Regidoria de Joventut Ajuntament de València
Campoamor 91, Valencia
Claudia Manzanera (@ClaudiaDisegno) es una artista emergente graduada en Bellas Artes por la Universitat Politècnica de València -donde cursa a día de hoy un Máster en Animación-, galardonada recientemente con una de las becas de residencia artística en la 4a Edició Residències Artístiques 2022 promovida por la Regidoria de Joventut del l’Ajuntament de València y con una dotación de 3.000 euros.
Como resultado de dicho premio, la artista presentó en el Espai Jove VLC ‘Arte 2.0’, una exposición integrada por una serie de obras que, desde una perspectiva posmoderna, presentan un contenido crítico, nihilista y, a su vez, esperanzador con el que protestar en contra de una sociedad cada vez más deshumanizada y más destructiva. A juicio de la artista, dicho panorama se ve reflejado en problemas actuales como el calentamiento global, las macrogranjas, el uso narcisista de las redes sociales o los crímenes de guerra de Rusia contra Ucrania liderados por Vladimir Putin.
¿En qué proyectos trabajas actualmente?
Estoy trabajando para Slowly Please, una empresa de moda en la que diseño personajes y desarrollo la animación de la publicidad. Además, he hecho unas ilustraciones para un cuento llamado los ‘Cuentos de Enzo y Liza’, que pronto saldrá, y también un voluntariado.
¿En qué ha consistido el proceso de ganar una residencia artística?
De partida, desarrollar un proceso creativo que podía ser de cualquier tipo: escénico, plástico o visual, que debías de realizar durante un periodo de tres meses. En mi caso, han sido tres pinturas, de las cuales dos siguen el concepto de ‘Arte 2.0’.
Las obras que he escogido son ‘Gótico estadounidense’ [‘American Gothic], de Grant Wood, y ‘El Jardín de las delicias’, de El Bosco. Sobre todo, ‘Arte 2.0’ trata de reinterpretar obras que ya existen y que todos podemos llegar a conocer. Por otro lado, he realizado un cuadro con una temática de realismo social actual como consecuencia de la guerra de Rusia contra Ucrania.
¿Qué técnicas has empleado para realizar tus obras?
Quería que cada obra fuera diferente y no siguiera el modelo de la típica pintura tradicional, como es el óleo. En este caso, ‘Gótico estadounidense’, al que he denominado ‘Macrogranjeros’, es un óleo sobre tabla. En segundo lugar, ‘El Jardín de las delicias’, que en mi caso es ‘Sin Jardín ni Delicias’, se trata de una ilustración digital (computer art) de cuyo soporte he impreso, y el de Putin, que se titula ‘Retrato de un Asesino’, lo he realizado con transferencia de imágen, collage y pintura acrílica. Son técnicas muy diferentes entre ellas.
En tu cuenta de Instagram, has publicado un video mostrando tu cuaderno de notas en el que has desarrollado los bocetos de tus obras. ¿Qué evolución has logrado desde tu idea inicial hasta el resultado?
Cuando yo hago un boceto tengo la idea muy clara. El que más ha cambiado por su grado de complejidad es el de ‘Sin jardín ni Delicias’, por el nivel de detallismo que tiene.
¿En qué consiste ‘Macrogranjeros’?
He representado al matrimonio original con rostros de cerdo, con un cielo más agresivo que la obra inicial y más expresionista, con el que incido de forma irónica en la frase negacionista que manifestó Pablo Casado en las elecciones de Castilla y León, relativa a que ‘’las macrogranjas no existían’’.
Por tanto, remarco a dos cerdos que están en una macrogranja, donde podemos ver en el fondo la contaminación que, sin duda, es nociva. El cerdo humanizado está mirando al espectador con la intención de llamar su atención, tratando de trasmitir un mensaje con el que lograr complicidad y empatía ante una realidad que existe y que se debe cambiar.
El tridente del granjero lo he conservado como símbolo de las macrogranjas, que son ciudades de humo en la que los seres se están matando a sí mismos. Deshumanizo a partir de un animal que realmente está superhumanizado. ‘Arte 2.0’ es un síntoma de la deshumanización.
¿Cuál es tu caos compositivo en ‘Sin Jardin ni Delicias’?
Mantengo la composición de la obra de El Bosco, pero los elementos no tienen nada que ver. En esta obra trato la guerra, la desigualdad social, el narcisismo de las redes sociales, las consecuencias del cambio climático, la problemática de la immigración que llega en pateras, con las que muchas personas mueren ahogadas en el mar.
El centro consiste en la representación y repercusión del empleo de las redes sociales, como Instagram o TikTok, en la población más joven ahogada en el pasotismo. Hay dos tipos de personajes diferenciados: por un lado, los rosas, a quienes he representado obesos y redondos, y, por otro, los delgados, que aluden a los que más padecen la pobreza, la guerra… Los que represento de forma obesa no son el canon de las redes, sino las presas de las redes, que están atrapados a ellas y se sienten indiferentes a lo que pasa a su alrededor. Simplemente, son una pieza más del capitalismo en el que estamos viviendo y en el que ellos no se están viendo perjudicados.
Es más, lo retroalimentan. He representado un ‘Pig Tok’, donde la gente es una cerda. Es la sátira de explicar estas redes sociales que crean adicción en la gente, y es un modo de criticarlo. Estas redes resultan ser cárceles de imágenes en las que estamos sometidos como sociedad. Finalmente, represento de fondo una ciudad, donde no hay naturaleza, y la poca que hay está talada. El ser humano solo está construyendo la destrucción.
Hablando de construcción y destrucción, ‘Retrato de un Asesino’ es de todo menos constructivismo ruso. ¿Podríamos decir que utilizas su lenguaje constructivista contra su destrucción de raíz bélica?
He impreso imágenes que sentía que definían lo que entra dentro de una guerra, como tanques, familias divididas, niños que padecen, rusos en contra de la guerra, como una anciana que sobrevivió al Holocausto y fue detenida recientemente en una manifestación pacifista. He representado la bandera de Rusia rota.
Esta obra nace de la necesidad de crear una crítica sobre la guerra, el uso de las armas, y sentenciar a dictadores como Putin empleando las características expresivas del cartelismo, como la tipografía de color rojo del constructivismo ruso que aludo a la carnicería que supone esta guerra, con vocablos en ruso traducidos como «No os creáis la propaganda’’, ‘’No a la guerra’’ y ‘’Os están mintiendo’’.
¿Los ojos de Putin, ocultados bajo una pincelada sanguinaria, podrían ser una alegoría del refrán «Ojos que no ven, corazón que no siente»?
No. Estoy representando a un ser que no tiene alma, ni tiene mirada alguna. Le da igual todo, ya que parece que no siente ni padece, frente a todas las imágenes que nos horrorizan ante la devastación de una guerra. La conclusión de estos cuadros son mi punto de vista frente a todo lo que está sucediendo, y si no hacemos algo por cambiarlo, o al menos mostrar la realidad, no vamos a ir a ningún lado. Esto es lo que quiero trasmitir a la gente y, sobre todo, expresarme como artista.
¿Te sientes reconocida como artista?
No me siento reconocida porque tampoco pienso ser una artista que se dedique a esto. Pero no me importaría ponerme las pilas y moverme por estos ámbitos. Soy una artista de causas justas, apuesto por estas causas políticas frente a la destrucción que supone mi versión del ‘Jardín de las delicias’, donde ya no hay ni jardín ni delicias.
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