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Entrevista a Rafael Trenas Delgado
‘Horizonte’, su primer trabajo discográfico
Presentado el 29 de enero de 2022 en Córdoba
Rafael Trenas Delgado (Córdoba, 1988) presentó su primer trabajo discográfico el pasado 29 de enero en su tierra, Córdoba. Para el aficionado al flamenco, el apellido Trenas apunta irremediable a una institución del flamenco en aquellas tierras: su padre, Rafael Trenas Cañete.
Con el muy camaronero consejo de que la música no solo hay que tocarla, sino saber transmitirla, Trenas hijo emprendió bien temprano su carrera con la guitarra en peñas y festivales de toda Andalucía, donde el ambiente se espesaba como melaza. Se alzó con el Primer Premio del Concurso de la Fundación de Cristina Heeren para jóvenes flamencos en 2007. Con ‘Horizonte’, nuestro protagonista despliega todos los recursos de que dispone como compositor, solista y arreglista.
Aunque se forjó en un ambiente tradicional, el guitarrista cordobés huye de la creencia de que existan en el flamenco ciertos espacios, consagrados a la claustrofobia, que no se puedan pisar salvo para provocar escándalo. Tras su paso por el conservatorio, primero como alumno, después como profesor, Rafael Trenas Hijo concede que la guitarra se ha academizado y hoy por hoy se estudia como cualquier otro instrumento. Ya no carga el estigma del pedigüeño, del artista callejero, pero reivindica el esfuerzo solitario, la amplitud de miras, para lograr dominarlo.
«Que la guitarra se estudie de forma académica no quita que haya también infinidad de músicos que han desarrollado las mismas capacidades por su cuenta. Esa gente sin título es un lujo para aprender. En el flamenco no ha habido nunca un ánimo de recopilar, recuperar, datos del flamenco. Siempre ha estado ahí y no se le ha hecho mucho caso», avanza Trenas.
De aquello que dijo el poeta José Martí sobre los deberes de cualquiera a lo largo de su vida, plantar un árbol, escribir un libro y tener un hijo, llevas cumplidos dos tercios. ¿Algún plan relacionado con la jardinería a la vista o por el momento solo disfrutas del fruto de tu trabajo y de tu primer disco?
Plantar un árbol nunca viene mal, la verdad. Se puede plantar árboles de muchas formas, o su semilla. Por ejemplo, abriendo una academia de música. Las semillas podrían ser los alumnos. Si hubiera muchas academias y mucha cantera, sin duda eso ayudaría al medioambiente flamenco.
‘Horizonte’ es el título de tu primer LP. ¿Ese horizonte era un destino, una meta, o el principio de un camino? Es decir, ¿el disco como un fin en sí mismo, una tarjeta de presentación, o la primera etapa de algo nuevo?
‘Horizonte’ nace como la incógnita de experimentar un nuevo camino en el mundo del solista, porque yo me he criado siempre, de toda la vida, entre peñas flamencas de Córdoba como El Rincón del Cante o El campo de la Verdad. El 90% de mi trabajo durante los primeros años, sobre todo, era de acompañamiento, al cante y al baile, pero más al primero.
El hecho de aprender, de seguir experimentando, de tener esa necesidad creativa, llega un momento en que quieres seguir por ese camino, aunque no sea de forma tradicional. Usé la metáfora del horizonte porque quería destacar el disfrute del camino; cuando llegas al horizonte te encuentras con otro más lejano. Esa era la primera necesidad.
La segunda, como bien dices, tener una carta de presentación que no fueran recuerdos y vídeos mal grabados con el móvil para YouTube. Cuántos buenos guitarristas se llevarán las falsetas con ellos a la tumba por no haber entrado a grabar en un estudio. Cada guitarrista es un mundo y en este disco muestro el mío.
¿Cuándo te diste cuentas de que ya habías reunido suficiente material e ideas para plasmarlas en un disco? ¿Llegó un ofrecimiento, la posibilidad de grabar, o fue por iniciativa y empeño propios?
Este trabajo lo empecé con Luis Dávila, un guitarrista que es un fenómeno. Muy bueno. Además, graba, produce, masteriza… Al poco tiempo él entró en La casa azul, que es un centro muy curioso. Hoy en día existen las discográficas con las que firmas y te lo gestionan todo, pero estas empresas tienen mucho más interés económico y comercial en lo que pueda generar el artista que en lo que el artista necesita.
A La casa azul se le presenta un proyecto, lo valoran, y si lo encuentran interesante te dotan de todas las herramientas que necesitas para llevar a cabo tu proyecto profesional y tú eres el dueño del resultado. Grabar un disco lleva sus dolores de cabeza, pero al menos no tienen que ver con la estabilidad, la calidad ni la concentración en el trabajo. Son otras.
En algunos temas de ‘Horizonte’ te acompañan el ilicitano Raúl Micó, la cordobesa Lya o el cuarteto de cuerdas, también cordobés, Euterpe. ¿La elección ha sido por afinidad, por oportunidad?
Hay cierta afinidad y experiencia con todos ellos. Raúl Micó es muy interesante, polifacético, y había trabajado con él hace muchos años. Tuvo su importancia en Córdoba hace una década, como en la cata de Montilla, y una obra reciente en la que mezcla techno con flamenco. Es para escucharlo. Trabajar con Raúl te aporta un punto bohemio, otra riqueza. Y también compensa mi personalidad, que es más seria: a mí me dicen que tengo cara de notario.
Y la grabación, ¿cómo ha sido? ¿A la antigua usanza, todos juntos en el calorcillo del estudio, o cada uno en su casa y con intercambio de archivos por correo?
Ese calorcillo hoy en día se da pocas veces. Grabé primero la base y luego se fueron sumando el resto de músicos. Lo que sí he hecho es supervisar todo el proceso, estar con los compañeros, oyendo, hablando. No he podido tocar con ellos en la grabación, pero sí en los directos. Y los hemos disfrutado muchísimo.
Cuando se graba un disco, las pistas están más que tratadas: se limpian, se masterizan. En directo suena mucho mejor por el calorcito. Nos gustó tanto la sensación que volvimos a grabar los temas del disco en concierto.
Vamos, que a pesar de que ya no se reúnan esas melés para grabar, no te dieron ganas de preguntar, como le ocurrió a Manuel Molina mientras veía grabar a un compañero que se equivocaba mucho y al técnico que decía al otro lado de la pecera que luego se arreglaría todo: ”¿Aquí cuándo coño se dice ole?”.
Este disco tiene su trabajo de producción, pero lo justo para que no sea un producto estéril, que es a lo que me parece que suenan los que están hiperproducidos. En algunos momentos, la grabación se interrumpía porque una cuerda había sonado de determinada manera. Yo les explicaba que era mi forma de tocar y no iba a renunciar a ella, porque estaría cambiando mi estilo.
Yo tengo una forma brusca de atacar las notas, más tradicional, y hoy en día, la guitarra, por estética y evolución, es mucho más melódica, más suave, de toque con yema. Eso hace que saque un sonido más aterciopelado, pero mi guitarra es más brillante, seca y rotunda. Son formas y estilos diferentes que dentro de un estudio no se deben ver alteradas.
La influencia de tu padre en el disco es permanente, y le dedicas un tema. Pero ¿qué otros guitarristas son los que te gusta cómo suenan? Jóvenes o viejos, desaparecidos o no…
Los guitarristas que me han gustado siempre han sido Niño de Miguel… bueno, y Paco de Lucía, que lo abarca todo. Pero esto creo que se da por sentado del jefe de los flamencos, como decía Faustino Núñez. No ha habido una persona que haya revolucionado más la guitarra en tan poco tiempo y que haya marcado a tantos músicos el camino que había que seguir.
Aparte de eso, a mí realmente lo que gusta y he escuchado han sido Sabicas, Pedro Bacán, Paco Cepero, Gerardo Núñez… incluso Vicente Amigo. Fíjate qué curioso, nunca he tocado falsetas suyas, pero la gente me dice que algunas partes del disco tienen un aire vicentiano. Mi repertorio como intérprete ha sido más tradicional, pero a la hora de crear tengo un estilo más moderno.
Todo el mundo aporta algo, un matiz. Puedo destacar la personalidad de Diego del Gastor, que siempre me ha gustado mucho. ¡Hay tantos! Los Habichuela, pedazos de guitarrista con esa flamencura acompañando a Morente o a Fosforito.
¿Vive el flamenco una inflación de recreadores, de copiadores de estilo, más que de creadores originales?
En el flamenco lo que más ha evolucionado ha sido la guitarra. En el cante aún circulan letras de hace 100 años y en los concursos siempre se oyen las mismas. Sin embargo, el repertorio de guitarra, con las fusiones, las influencias de otras músicas, ha creado un campo para evolucionar enorme.
Es verdad que en eso han insistido mucho los solistas, mucho más que los acompañantes. La guitarra nace para acompañar el cante flamenco. Puede ser que no se haya cuidado tanto a la afición o que muchos de los lugares donde se solía reunir la gente a disfrutar del flamenco hayan desaparecido.
Tú has llegado a vivir ese ambiente auténtico, de tertulia, de aficionados casi estudiosos del género. ¿Solo queda YouTube?
Aún quedan sitios, pero no son tantos como antes ni tan fácil encontrarlos. En Córdoba hay aglomeraciones de jóvenes que acuden a las tertulias de las peñas. No se concreta ni se queda, cuaja un ambiente flamenco de forma natural.
Cuanto menos cariño se les dé a estos espacios, menos posibilidades habrá de que se descubra el flamenco en esos ambientes, a los que hay entrar poco a poco, aprendiendo quién hacía un cante una falseta, conocer a través del cante y el toque la historia y su desarrollo. Es como si no has bebido vino en la vida y te sacan una botella de miles de euros. En cuanto el que no tiene gusto lo pruebe dirá: pues bueno. No tienes matices para comparar.
Nos has hablado de las particularidades de tu toque. Pero ¿cómo se puede identificar el sonido y el rajo de una guitarra cordobesa?
En Córdoba la guitarra está muy unida al acompañamiento. Lo hace de una forma más pausada, más solemne. Es un toque más serio. Cada provincia tiene un mensaje propio, con la ventaja de que con internet se pueden descubrir falsetas y estilos de todos los autores y todos los rincones del planeta. Hay zonas con aires más marcados. ‘Horizonte’, por ejemplo, suena bastante a Córdoba.
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