Andrés Neuman

#MAKMALibros
‘Umbilical’, de Andrés Neuman
Editorial Alfaguara

Plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro. Son las tres cosas que se deben hacerse en la vida para dejar constancia de nuestro paso por el mundo, según el poeta cubano José Martí, una frase convertida en proverbio popular que su colega argentino Andrés Neuman ha cumplido a rajatabla.

Con seis novelas publicadas, entre ellas ‘El viajero del tiempo’, Premio Alfaguara y de la Crítica en 2009, seis poemarios y otras tantas colecciones de relatos, Neuman es un escritor consagrado reconocido por numerosos premios. En el ecuador de los cuarenta fue padre por primera vez y mediante una suerte de alquimia poética transformó esa experiencia en una obra literaria singular.

Es ‘Umbilical’ (Alfaguara), un poemario dedicado a su hijo Telmo desde que fue concebido a sus primeros días de vida. Sus interpelaciones a ese nuevo ser, repletas de belleza, sensibilidad y ternura, construyen una nueva visión de la paternidad que supera los modelos tradicionales -el del padre severo, ausente o heroico-, para sugerir una relación más sana y gozosa entre el hombre contemporáneo y su descendencia.

Portada de la novela ‘Umbilical’, de Andrés Neuman.

Ahora solo te falta plantar un árbol.

Una vez, de niño, planté uno con mi abuelo en las afueras de Buenos Aires. Aunque no volví a ver a ninguno de los dos, pues mi abuelo murió poco después y mi familia se exilió. El recuerdo de aquel árbol sigue dándome raíces.

¿Por qué Telmo?

Elegimos el nombre de Telmo para que nuestro hijo tuviese dos sures: el andaluz, donde ha nacido él y toda su familia materna; y el de Buenos Aires, de donde viene mi familia y en cuyo barrio de San Telmo crecí. Cuentan que ese santo protege a la gente del mar. Como nuestra historia está poblada de migrantes que cruzaron el Atlántico, no está de más contar con su compañía. Igual en poesía cada palabra abre mundos, cada nombre cuenta historias e inventa puentes. El puente de Telmo comunica dos orillas, por si alguna vez desea cruzarlo. A lo mejor hasta encuentra el árbol de mi abuelo.

Se dice que los bebés vienen con un pan bajo el brazo pero también traen miedos y preocupaciones. ¿Cuáles son las que más te inquietan?

Morirme antes de amarlo todo lo que necesita. Morirme antes de verlo en plenitud.

¿Qué rasgos tuyos te gustaría haber transmitido a Telmo?

No siento ninguna obsesión por verme reflejado en mi hijo. Tengo más deseos de conocer cómo será, cómo está siendo él mismo. Me llama la atención la cómica disputa de los parecidos que se abre en nuestro entorno en cuanto hay un nacimiento. Todo el mundo cree o quiere ver a alguien más en ese nuevo cuerpo: como si no supiéramos aceptar su identidad sin imponerle las nuestras. Es parte del problema, supongo. Recuerdo un pasaje del comienzo del libro: «Ojalá seas una mujer, un hombre, ambas, ninguno. Ojalá no te importe el garabato genital, su proyecto semántico. Y lo reescribas junto con el tiempo, y sientas su cosquilla, y la celebres».

En algunas especies animales los machos también se involucran mucho en el cuidado de las crías, sobre todo en el reino de las aves. ¿Te consideras un ‘rara avis’?

En realidad no, y he ahí justamente la rareza: cada vez vemos más hombres comprometiéndose con los cuidados, aprendiendo a ponerle el cuerpo al amor y tratando de desaprender su educación. Y, sin embargo, los imaginarios literario y audiovisual han registrado escasamente estas transformaciones. Como si nuestros relatos fueran más conservadores que nuestras posibilidades vitales.

Andrés Neuman con su hijo. Foto: Erika Martínez.

Algunos hombres han experimentado artificialmente los dolores del parto por simulación. ¿Te atreverías a pasar por esa experiencia?

Suena a un experimento hasta cierto punto interesante por lo que tiene de intento de ponerse en el lugar de otras personas, empatizar con ellas y comprender mejor sus vivencias. Pero, a la vez, me parecería una ingenuidad creer que así experimentaríamos lo mismo que las mujeres, que llegan a ese momento con una larga historia de presiones familiares y mandatos colectivos (por no mencionar el propio proceso de gestación). Si invertimos el razonamiento quizá lo veamos más claro: los hombres sin hijos, ¿se sienten igual que las mujeres que deciden no tenerlos? ¿Escuchan, reciben, experimentan lo mismo? Ahí dejo la prgunta…

¿Qué crees que pasará por la cabeza de Telmo cuando tenga uso de razón y lea ‘Umbilical’?

Es uno de los misterios de un libro así. Probablemente pensará cosas diferentes que ni siquiera imaginamos. Ojalá al menos sienta el estado de emoción y bienvenida en que fue escrito. Porque eso es en el fondo: una carta de amor para alguien que todavía no lee, la búsqueda de un lenguaje que encuentre palabras para un amor preverbal.

¿Qué tipo de bebé fuiste?

No he dejado de preguntármelo desde que empecé a convivir con mi hijo. Me contaron que, al nacer, no podía llorar. Que me quedé en silencio, quieto, hasta que el médico me gritó e insultó. Asocio esta anécdota a nuestra educación en general, y en particular al estado de represión y dictadura en que le tocó nacer a mi generación en Argentina. Lamentablemente mi madre ya no está aquí para preguntarle estas cosas, porque murió muy joven, y mi padre ya casi no se acuerda. Me daba miedo que a nuestro hijo le ocurriera algo parecido, así que sentí el impulso de hacerle al menos un pequeño regalo, el de contarle todo eso que sabemos que no recordará.

Andrés Neuman, autor de ‘Umbilical’. Fondation Jan Michalski © Wiktoria Bosc.