Carlos Boyero

#MAKMAAudiovisual
‘El crítico’, de Juan Zavala y Javier Morales Pérez
Con Carlos Boyero, Fernando Trueba, Álex de la Iglesia, Borja Hermoso, Pepa Blanes, María Guerra, Beatriz Martínez y Antonio Resines, entre otros
Documental. 80′, España | La Caña Brothers, LC IMAGINE, TCM España, 2022
Estreno en TCM: viernes 21 de octubre de 2022

Recuerdo atravesar las primeras madrugadas universitarias del campo charro con un gabán, siempre extemporáneo, en el que portar solo las lecturas recurrentes para seducir (y dejarse hacer), empleando la jerigonza literaria por razones tan impúdicas como identitarias.

Tal vez alguna referencia mal leída a Albert Camus, Capote y Thomas Mann (y toda su fascinante prole berlinesa de la Weimar); el sórdido e inextricable mundo de André Gide, Genet y Jean Cocteau; o una insufrible caterva de poetas de precaria higiene. Un cúmulo de lecturas epidérmicas para pasar la noche insuficiente en sábanas ajenas o en alguna que otra pensión sin calentador de la calle Meléndez.

Sin embargo, era el mediodía (ajeno a las resacas de la ingle y la dipsomanía) un despertar de prensa fragante y nicotina de tabaco negro (siendo el rubio el mentolado de las adicciones sociales), en desnortada búsqueda de algunos amantes del estilo con quien asomarse, sereno, a las cloacas diurnas donde se pudren las tribulaciones caducas del día precedente.

Predominaban, entonces, de entre aquellas rúbricas dilectas que uno iba incorporando al acervo rozagante, “el verbo organológico –inoculado de afectaciones y mecanografía–” de Francisco Umbral y la mirada cáustica y sentimental (tal vez entre avezada y sombría) de Carlos Boyero (Salamanca, 1953).

Carlos Boyero. El crítico. TCM

Del primero me interesó su perfume de autobiografía diletante, excretado el personaje tras una eufonía virulenta de literatura sobre las felpas leguminosas de los salones del Lhardy –donde convenía dejarse la pelotas del cocido para las negritas menores en la contra–.

Y del segundo esperaba, entonces, un muy lúcido y desconcertante pasatiempo para mis anhelos cinéfagos, edificados a base de hechuras asimétricas que tan solo el trasiego por filmotecas de provincias y gayolas de videoclub acabaría dándole al asunto algo de digna forma antes de solazar la formación bajo demanda.

Por ello celebro encontrarme al paso por TCM la escamada prosodia de Boyero para hacer de ‘El crítico‘ (2022) la insolente constatación de que en todo pasado limítrofe se bebía, comía, fornicaba y escribía mejor. O será, más bien, que en aquel mundo de acreditaciones y barras libérrimas las licencias eruditas se pagaban en arrobas de prestigio, lectores y millones de pesetas.

Sin embargo, Carlos Boyero se pasea, ahora, por un San Sebastián en cubrebocas, dejando abandonadas en el bidé del Hotel Londres las últimas colillas de una travesía alucinógena que conecta las perturbadas obleas de los Escolapios con el vino de consagrar que apenas se tienta en las primeras cenas de la última vez.

Un ocaso que va anticipando la tendencia hacia otras direcciones abstemias e ideológicas, preñando al cine –viene escribiendo Boyero en su ralentizada huida– de soflama moral y aburrimiento. Una horizontalidad institucional no apta para quienes, como él, habitan a duras penas entre las gazmoñas stories de un orbe cultural que ha dejado de interpelarle.

«Si no me vuelvo estúpido, o el Alzheimer me pega un ataque feroz, y alguien me ofrece –y me pagan– por seguir dando mis opiniones, ahí estaré. Y si no, pues nada… A ver si me admiten en alguna residencia de viejecitos o a ver si, de una puta vez, tengo el valor de meterme el frasco de pastillas o de tirarme por la ventana».