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Jornada de presentación de la Cátedra de Políticas Culturales Valencianas
Promovida por la Secretaría Autonómica de Cultura, en colaboración con la Universitat de València
‘Las políticas públicas y la ciudadanía cultural’
Joan Subirats, ministro de Universidades
Salon de Actos del IVAM
Guillem de Castro 118, València
Lunes 21 de noviembre de 2022
Joan Subirats, ministro de Universidades, fue el encargado de la conferencia en el IVAM que servía de presentación de la Cátedra de Políticas Culturales Valencianas, promovida por la Secretaría Autonómica de Cultura, en colaboración con la Universitat de València. Y, por lo que ofreció, largo es el camino que le queda a dicha Cátedra a la hora de desentrañar los múltiples interrogantes que, en torno a esas políticas culturales, fue sembrando el ministro durante su charla.
“¿La cultura es algo añadido o es una necesidad tan importante y significativa como la salud o la educación? Es uno de los dilemas que tenemos cuando hablamos de los derechos culturales”, se refirió en cierto momento Subirats, para proclamar: “Las políticas culturales no tienen el elemento de protección que poseen la sanidad y la educación”.
Antes, había señalado algunas otras cuestiones: “Cuando estamos hablando de públicos de cultura, ¿estamos refiriéndonos solo a públicos como espectadores o de públicos como creadores y de qué exactamente? Esta sería otra interrogante”, que vino a ligar “con el protagonismo de la gente en las propias políticas culturales”.
Y otra más, en este caso vinculada con el binomio bibliotecas versus museos. “Hay 50 bibliotecas en la ciudad de Barcelona y con un nivel de presencia muy alto”, apuntó, para enseguida traer a colación el libro ‘Palacios del pueblo’, del sociólogo Eric Klinenberg.
“Dice Klinenberg en su libro que la biblioteca es una infraestructura social, frente al museo que parece no estar hecho para esa gente que acude a la biblioteca. La presencia en los centros cívicos y en las bibliotecas de personas de renta baja o media es superior a las de renta alta. Y, en cambio, en los museos, la proporción de personas de renta alta es más significativa que las de renta baja y media”, subrayó.
Todo ello lo fue señalando, tras dejar claro en su arranque expositivo que “vivimos momentos de una enorme incertidumbre; de una incertidumbre radical. Tenemos una dificultad para definir el problema, de manera que se trata de una dificultad añadida, porque nos plantea la cuestión de, exactamente, a qué nos enfrentamos, al haberse trastocado todo por la digitalización”.
“No estamos en una época de cambio, sino en un cambio de época, caracterizada por nuevas formas de intermediación”, añadió. Subirats fue poniendo ejemplos de los cambios sociales acaecidos como consecuencia de esa digitalización, si bien matizó, aludiendo ahora al filósofo Karl Polanyi y su libro ‘La gran transformación’ (1944), que ya en la mitad del pasado siglo situaba las cosas” tal y como hoy, podríamos decir, están situadas: una gran tensión entre mercantilización y necesidad de protección”.
Y fue así, dejando pinceladas sobre la necesaria equiparación entre cultura, salud y educación; el pasaje de los públicos espectadores a los públicos más participativos; la importancia de los niveles de renta a la hora de consumir un tipo u otro de cultura, y la necesidad de protección, por parte de la Administración pública, de la mercantilización de los productos artísticos, como Subirats fue radiografiando esas políticas culturales, a modo de señales lumínicas en mitad de la niebla.
“En el siglo XXI, el binomio de igualdad y libertad requiere de otro polo de atención, que es el de la diversidad, porque hay una cierta tendencia a confundir igualdad con homogeneidad. De manera que igualdad y diversidad no están en contradicción, sino que son factores que están en tensión”, afirmó en otro momento de su conferencia.
Una tensión más, ahora fruto del triángulo entre igualdad versus homogeneidad, libertad y diversidad, añadida a las anteriormente sugeridas en torno a los públicos, los niveles de renta y la necesidad introducir la cultura en el binomio sanidad y educación. “Estamos hablando de derechos culturales como estamos hablando de derechos de la salud y de la educación”, resaltó.
También se refirió al sociólogo Zygmunt Bauman, cuya ‘Modernidad líquida’ le venía que ni pintado al discurso de Subirats. “Bauman hablaba de que los avances en el sistema educativo se basaban en lo que él llamaba los misiles balísticos, preparados para dar en la diana del lugar de trabajo previsto de antemano; pero, ahora, con la volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad reinante, no tenemos ni idea de adónde irán a parar esos alumnos. El objetivo no lo tenemos determinado”.
Y advirtió el ministro: “El sistema educativo, si no es capaz de repensarse y de incorporar estas dinámicas de carácter cultural, tendrá dificultades para mantener las capacidades de ascenso social que ha prometido históricamente”. Introdujo, asimismo, otra reflexión: “No podemos limitarnos a entender la política cultural como una política basada estrictamente en la creación y la divulgación de las obras artísticas, sino que se necesita una mirada transversal”.
A esa mirada se refirió Pau Vercher, secretario general de la Associació d’Actors i Actrius Professionals Valencians (AAPV), cuando quiso abrir la horquilla del discurso de Subirats: “Se ha hablado de la cultura como eje vertebrador y transversal de las políticas culturales, pero qué pasa en el propio sector cultural como entidad propia, como sector económico que genera riqueza, cuáles son sus condiciones. Y la pregunta sería: ¿Qué se puede hacer para dotar de entidad propia al sector cultural desde las políticas públicas, pensando siempre en el largo término y no en los parches puntuales?”
“Yo he planteado mi exposición desde una mirada de cambio de esta lógica más estricta de la política cultural. Pero, desde tu punto de vista, tienes toda la razón”, señaló Subirats, dejando claro que su conferencia se ceñía al título propuesto: ‘Las políticas culturales y la ciudadanía cultural’. Lo planteado por Vercher era ya otra historia. Una de las tantas que deberá acometer la Cátedra de Políticas Culturales Valencianas, a tenor de la sucinta radiografía elaborada por el ministro.
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