#MAKMAArte
‘Alma Tierra’, de José Manuel Navia
Comisaria: Carmen Martín Eizaguirre
Producida por Acción Cultural Española, en colaboración con la Fundación Mediterráneo
La Llotgeta. Centre Fotogràfic
Plaza del Mercado 4, València
Hasta el 18 de febrero de 2023
El núcleo de la exposición ‘Alma Tierra’, de José Manuel Navia, parece un destilado de esta reflexión de Albert Camus, recogida en la propia muestra de La Llotgeta, y que dice así: “Se puede tener -sin romanticismo- nostalgia de una pobreza perdida”. De hecho, Navia se encarga de matizarla, poniendo el acento en su mala traducción al español, que añade un “no” al comienzo de la frase, de manera que niega la posibilidad de esa nostalgia con respecto a la pobreza perdida.
“El traductor al español, es decir, originario de un país pobre, no puede entender que alguien diga que se puede tener nostalgia de la pobreza, cuando eso es tener nostalgia de la infancia y él [Camus] fue muy feliz en su infancia: primero, porque tuvo una familia que le quiso y, luego, porque tuvo maestros que apostaron por él y pudo estudiar, proviniendo de una familia pobre”, explica Navia.
“Entonces, claro que él tiene nostalgia de esa infancia perdida, algo impensable para alguien que lo que quiere es tener un buen coche y vivir en un buen piso. Tú miras la traducción francesa, inglesa o italiana y están todas bien. Sin embargo, la española está en todas mal, y hay cinco ediciones y distintas editoriales”, añade el artista, para quien esta frase viene a resumir lo que quiere decir con esta exposición: “Se puede tener nostalgia de todo esto, sabiendo que se puede llegar a perder, y no pasa nada. La vida es así”.
Julio Llamazares, en su novela ‘La lluvia amarilla’, se hace precisamente eco de esa pérdida, en otra de las citas que acompañan a la exposición: “Ni un retrato olvidado. Ni un vestigio de vida. Cuando Andrés vuelva a Ainielle, será para saber que todo está perdido”. Alrededor de esa pérdida, que tan pronto escuece como señala las cicatrices que el paso del tiempo graba en nuestra memoria, gira la narración de una muestra que permanecerá en La Llotgeta hasta febrero del próximo año, producida por Acción Cultural Española en colaboración con la Fundación Mediterráneo.
Navia, en el texto que sirve para adentrarse en ese universo caracterizado por cierta nostalgia feliz, no exenta de claroscuros, afirma que se trata de un homenaje. “Homenaje a las personas que, con energía, resignación o ilusión, resisten y pelean cada día por poblar un mundo rural que se fue o que se está yendo”.
Y homenaje también -prosigue el artista- “a quienes ya no están, a su cultura, la cultura campesina, y a su memoria, que es además la memoria de la tierra. Por ello este viaje fotográfico, con sus desvíos y desvelos, no es solo un viaje por el territorio, sino también por el tiempo”.
‘Alma Tierra’ reúne 70 fotografías que vienen a subrayar esa tensión de la nostalgia que echa la vista atrás para recuperar distintos recuerdos de la tierra que nos vio crecer, padecer y ahuyentar con alegría los fantasmas de la existencia. Si el arte, el buen arte, nos revela las contradicciones de la vida, allí donde ésta germina fruto de sucesivos alumbramientos y sombrías pérdidas, no cabe duda que las fotografías de José Manuel Navia nos lo transmiten con penetrantes imágenes.
“Me gusta dignificar lo cotidiano y trabajar con mis propios orígenes”, apunta el artista que, contrariando al fotógrafo Lewis Hine, cuando dijo aquello de que “si pudiera decirlo con palabras, no iría todos los días cargado con mi cámara”, a él, en cambio, le gustan las palabras tanto como su cámara. O, por decirlo de otro modo: la letra, en su caso, con el aparato fotográfico entra.
“Bueno, junto mis dos intereses. Por un lado, vengo del mundo de las letras, hice Filosofía, y por otro está mi pasión por la fotografía, que dentro de los lenguajes visuales tiene el suyo específico”. De manera que es así, a base de filosofía -de un saber vinculado a la experiencia vital- y de una mirada atenta -entre frágil y contundente- como Navia se acerca al alma de una tierra que, efectivamente, está plagada de lumbres y fuegos, junto a una luz mortecina rimando con la nostalgia destilada en el conjunto expositivo.
“A mí lo que me divierte es buscar esta luz y encontrarla. Para eso, lo único que hace falta es tiempo y muchas veces incluso volver a los sitios”. Luz, por tanto, y tiempo; incluso tiempo esculpido con la luz.
Walker Evans, al que se refiere en cierto momento Navia, dijo que la única forma de educar la vista consistía en “mirar fijamente, curiosear, escuchar y oír a escondidas”, precisamente lo que hace el artista para captar esta ‘Alma Tierra’. “Walker Evans hablaba de documentalismo poético que, aunque pueda parecer una contradicción, no lo es”.
Y no lo es porque en las fotografías de José Manuel Navia se mezclan el realismo documental y el lirismo de sus imágenes, como si quisiera captar a un tiempo instantes imborrables y perecederos; la eternidad y su fugacidad. “También en los pies de foto, porque, como decía la fotógrafa americana Dorothea Lange, las personas tienen nombre y apellido. Me interesa la parte documental y la literaria”.
Todo ello envuelto en lo que el propio artista entiende como tono crepuscular de sus imágenes. “A mí me importa mucho que sintáis esto [la sensación de estar hechas las fotografías al amanecer o anochecer], pero no hay tantos atardeceres reales, lo que pasa es que todo el trabajo tiene un tono, digámoslo así, crepuscular, pero es que es el crepúsculo de toda una cultura”.
Crepúsculo que va en concordancia con la nostalgia, la pérdida y el tono poético con el que pretende fijar todos esos momentos felices y, por qué no, igualmente dolorosos. “Hay que intentar que la estética vaya a favor y no en contra del tema, porque hay trabajos -que yo respeto mucho- pero que a veces me sorprenden porque intentan hablar de una realidad con la estética contraria. Claro, luego tienes que poner un texto al lado de 30 líneas, porque, si no, no lo va a entender nadie”.
Navia lo que intenta es que, con las herramientas “estrictamente fotográficas”, se pueda “entender la atmósfera que trato de recrear, imagino que unas veces con más éxito y otras con menos”. Y, para ello, para captar esas imágenes “en cierto modo íntimas” solo hace falta una cosa: “Hay que ir con tiempo. Yo que soy por carácter un polvorilla, cuando cojo la cámara y estoy en el terreno es que cambio; voy a otro ritmo”. El ritmo al que convoca la tierra cuando buscas el fondo de su alma: ‘Alma Tierra’.
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