Iconografías de la desobediencia, AA.VV., comisariada por Andrés Isaac Santana
Galería Punto
Barón de Cárcer, 37. Valencia
Hasta el 24 de enero
Según el DRAE: “Desobedecer: Dicho de una persona: No hacer lo que ordenan las leyes o quienes tienen autoridad.”. Por consiguiente, infringir, vulnerar, quebrantar, incumplir, oponerse, resistirse o rebelarse . Partiendo de esta categoría léxica de acción, movimiento y existencia, se abre un abanico ilimitado de potencialiades que vertebran a un sujeto activo en pos de materializar un ejercicio de insubordinación.
Con tal premisa/axioma, ‘Iconografías de la desobediencia’ viene a desfigurar cuanto de pureza y virulenta rectitud habita en las entrañas de los convencionalismos teleológico/artísticos o, como reflexiona el comisario de la muestra, Andrés Isaac Santa, “la obra supone un comentario crítico sobre el orden social y la ortodoxia de sus mecanismos de narración y escritura”.
De este modo, el curador y ensayista cubano, en permanente y estrecha colaboración con la Galería Punto y la inestimable aportación de las galerías Fernando Pradilla, Guillermo de Osma, CIS Art y el coleccionista Jorge Virgili, propone a los diletantes levantinos un inquietante planisferio de la indisciplina vertebrado por el repertorio de treinta obras bajo la firma de veinticinco artistas, en su mayoría coetáneos, cuyas trayectorias respiran un común dióxido de la sublevación.
Bajo el amparo de dos precursores/referentes como son Pierre Molinier -pionero en el contumaz estudio de la androginia a través de autorretratos travestidos- y Wolf Vostell -ineludible como esteta de la desolación-, se solidifica un cauce de conculcación revestido de múltiples enunciados, tantos como artistas presentes, cuyas aportaciones nos revelan discursos emparentados con la irreverencia, en forma de parafilias sexuales, introspecciones de género, reprobaciones ético/políticas y, en común denomidador, una sedición del estoicismo en forma de obediencia/sujeto/desobediencia/objeto/desobediencia.
Diversas obras registran un desmaquillado celuloide de lo cotidiano, como el salón Lempicka con gatillo burgués de Annaké Asseff, las sordas cicatrices de los personajes de Marcos López o las ‘Top Models (pioneras)’ de Henry Eric Hernández y Maryse Goudreau, que transitan su pubertad uniformada por el vívido lupanar urbano de la capital cubana. Las proyecciones de la performer peruana Regina José Galindo y “La Fulminante” -heterónimo de la “anarko panfletaria” colombiana Nadia Granados- atesoran el objetivo de litigar frente al carpetovetónico corsé de los formulismos femeninos y políticos, respectivamente, agremiados como fuente de poder y dominación.
Otras obras, en cambio, sugieren y aventuran, exhortan a la revelación de obscuras fórmulas de dolor/placer, como la instalación instrumental de momificación en ‘Ricard dog’, de Daniel Tejero, y “Tying the sexes”, de Lluís Masiá; dolor/sanación, que arroja ‘Malferits’, de Alex Francés, como un arca/refugio abierto a modo de lazareto de expiación. Así mismo, se mancilla cáusticamente el lenguaje de algunos ideogramas de la morfología sexo-mercantilista, como se aprecia en el cinturón funerario del colectivo O.R.G.I.A o en la escultura caucho-vaginal de Elio Rodríguez.
En definitiva, tal y como examina Andrés Isaac Santana, una treintena de piezas que “funcionan como ensayos deconstructivos propensos a rebajar, dislocar, desautorizar, anular o persuadir los perfiles hegemónicos de una visualidad dominante”.
Completa este brillante florilegio de la luxación obra de Eugenio Merino, Elio Rodríguez, Abel Azcona, Ugo Martínez-Lázaro, Donna Conlon, Félix Fernández, Marcos Mojica, Alexis W., Juan Pablo Echeverri, Diego de los Reyes, Rorro Berjano, Daniel Barceló, Juan Francisco Casas y Juan Carlos Martínez.
Jose Ramón Alarcón
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