#MAKMAMúsica
Entrevista con Rocío Saiz
Cantante, actriz y presentadora
La madrileña Rocío Saiz (@rocio_saiz) inició en 2021 su carrera musical en solitario con su EP ‘Amor Amargo’ después de haber sido integrante de grupos de música como Las Chillers o Monterrosa.
En 2023 estrenará su próximo disco, ‘Autoboicot y Descanso’, el cual presentará en festivales como el San San de Benicassim, el Primavera Sound y el Valencia Flow Fest. También ha sido reconocida, recientemente, por la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Trans, Bisexuales, Intersexuales y más (FELGTBI+), recibiendo el Premio Pluma 2022.
En 2022 has sacado tu primer EP en solitario, ‘Amor Amargo’. ¿A raíz de qué surge?
‘Amor Amargo’ nace de sobrevivir. Escribí las canciones en un momento bastante complicado de mi vida, y al final el proceso creativo es duro porque tienes que investigarte a ti mismo. Hacer ese trabajo de investigación se puede transformar en algo creativo a partir de algo muy oscuro. Entonces, ‘Amor Amargo’ sale de ese querer liberarme y sobrevivir a mis propios miedos.
Este EP lo iniciaste con el single ‘Autocensura’, todo un cañonazo musical que lanzas al mundo. ¿Cómo vives el paso de revelarte contra la censura, hasta la autocensura?
Yo siempre he tenido censura. Me han denunciado de muchísimos sitios, me han criticado en otros tantos… Siempre me han censurado, pero te das cuenta que cuanta más libertad de expresión tenemos en redes, más difícil es tener un mensaje sin que te critiquen o te juzguen, que es lo que más me molesta, que es pasar por el filtro de lo que está bien y lo que está mal.
Yo creo que mi lucha siempre ha sido bastante potente y es algo que es incómodo, y hay mucha gente a la que le incomoda. Entonces, te das cuenta de que si dices todo lo que piensas, te quedas sin trabajo, sin amigos, sin familia como ha sido mi caso, y entonces piensas: «Bueno, a lo mejor te tienes que autocensurar».
Siento que me quedo sola, y que cuesta mucho encontrar personas aliadas en un mundo que cada vez es más opresor y más injusto, ¿no? Por lo que para meterte en un sistema que está absolutamente roto y desestructurado tienes que aprender a jugar y, en este caso, yo me autocensuro muchas veces para poder jugar en ese juego.
Lo que expresas me recuerda a la canción de ‘Fauna’, que publicasteis con Monterrosa, en la cual habláis de camuflarse para sobrevivir contra todo tipo de fieras, ¿verdad?
Claro, pero desde ese punto de vista era un tema, concretamente, sobre violencia sexual contextualizado en una vuelta a casa, en la que un marica puede camuflarse y hacerse pasar por hombre heterosexual si quiere y, sin embargo, una mujer no se puede camuflar muchas veces ante el peligro.
También pasa con las personas trans, que tampoco se pueden camuflar. En el mundo en el que nos movemos, hablar de hombres y de mujeres es absurdo y obsoleto. Una persona vulnerable no se puede camuflar: tú puedes censurar tus palabras y tus actos, pero no tu cuerpo, que ya expresa de por sí un lenguaje, y creo que ahora estamos expuestos a muchísima violencia.
Varios de los aspectos sociales por los que luchas en tus canciones son la visibilidad del colectivo LGTBIQ+, también de las mujeres (lesbianas) en la industria de la música… Pero, ¿qué hay de las personas trans en la industria musical?
España no está preparada para que haya una diva o un divo trans. Yo no diferencio entre mujeres y mujeres trans. Para mí, todas son mujeres o todos son hombres. Es obsoleta esa clase de discriminación. En el día de mañana seremos cyborgs. Lo bueno que tiene la cultura queer es que está en constante crecimiento y desestructuración; entonces, está bien porque, a veces, el lenguaje acota cosas que no se pueden o no se deberían acotar.
En efecto, se trataría de que la música tuviera la capacidad de transformar hacia una sociedad no binaria y de romper con los estereotipos.
Claro, pero ahí entrarían los medios de comunicación. Si tú solo das potencia a un Pablo López, pues la gente no va a salir de Pablo López. Las ventas indican que la gente va a ver las bandas de siempre y, al final, lo más mainstream que tenemos en España pueden ser las Azúcar Moreno o Camela, que a veces son ridiculizados. Por ejemplo, sentir o pensar que podemos tener una diva trans sería un sueño, pero ahora mismo aún nos meten dentro de un agujero, en el cual, como eres lesbiana, tu música es para lesbianas y el colectivo no va al mainstream.
Los medios de comunicación apelan a eso, cuando en realidad tú estás haciendo una canción pop que habla de sufrimiento. No hago música para llegar solo a un nicho de personas, sino a un público más generalista. ¿Al final qué hago con mis principios? ¿Los censuro?
A mí me encantaría ser mainstream porque odio vivir en la pobreza, y aun así soy una persona privilegiada, de cuyo privilegio no goza todo el mundo. Pero desde mi privilegio estoy harta y cansada de que siempre se de voz a los mismos, y que desde los bajos fondos estemos las de siempre luchando por un hueco que –legalmente no, pero moralmente sí– es nuestro.
Rocío, ¿cómo te sientes en los conciertos cuando estás con los senos al aire?
A Rigoberta Bandini le aplauden y a mi me tiran piedras por enseñar las tetas. Yo estaba finalista en el pasado Benidorm Fest, pero me echaron y cogieron a Javiera Mena. Soy un poco como la Chus Lampreave de la música, que tengo un papel secundario. Soy casi algo. Así que me gusta reivindicar a las casi algo, ya que nunca vamos a tener el hueco que nos merecemos porque nadie nos lo va a dar.
Yo para la industria ya soy vieja, y me estoy quedando casi fuera del todo ya. Soy casi vieja, casi joven, casi ganadora, casi perdedora. Al final, los casi somos los que hacemos el mundo. Para que otros triunfen, alguien tiene que ser el casi. Yo soy el casi que enseñaba las tetas y, ahora, Rigoberta, que no lo hacía, lo hace porque se ha convertido en un fenómeno y eso engancha.
Lo que yo sigo sintiendo es una lucha, no un negocio. Yo llevo diez años haciendo esto, y luchando contra estigmas como que las mujeres debíamos de ser discretas. Quiero pensar que dentro de diez años seguirá alguien que siga luchando. A mi me gustaría que me aplaudieran, y no que me estén acosando y criticando constantemente que soy una energúmena, que si hay niños delante, que si cómo se me ocurre…
¿Qué es lo mejor y lo peor de ser ‘Un prodigioso desastre’?
Para mi la perfección es un error. Yo creo que lo bonito de las personas que vivimos abajo de la pirámide social son nuestros errores, y que nunca se nos va a permitir ganar. Ojalá la gente hiciera el trabajo de pasar por el filtro en el que lo perfecto y lo comercial no siempre tiene que ser lo bueno, ¿no?
Yo escucho canciones en las que veo errores y les cojo cariño, y, sin embargo, escuchas otras que pasan por siete manos, catorce discográficas y que no hay ni un error y ningún problema, y dices: «Vale, esto no es viable». Entonces, yo creo que, al final, lo que tiene más el colectivo o sectores de baja pirámide social es la sororidad. Creo que hay mucho más compañerismo en la lucha armada, metafóricamente hablando, que en el privilegio. Y siempre lo va a haber.
Pero la lucha armada suele ser, más bien, un mundo masculino.
Sí, pero empezamos a encontrar muchos huecos las mujeres. Para mí ya no es una cuestión de género, sino de una lucha de clases. Es decir, una persona privilegiada y clasista, que no se acuerda de que todo el trabajo que hemos hecho los demás ha sido en conjunto. A mí me da rabia porque hay gente que se desmarca, cuando en realidad no juegan en la misma liga y les da igual quién esté debajo. Y, al final, yo pondría como aranceles: no se puede cobrar más de tanto, y menos de tanto. Hay gente que gana muchísimo dinero y a las que les da igual el resto de las luchas.
En ‘Versión Española’, presentado por Cayetana Guillén Cuervo, con motivo de la película ‘La Vida de Adele’, comentaste diferentes tipos de maltratos que asocio un poco a tu tema ‘Cortisol en Sangre’. ¿Me equivoco?
Este tema habla de una relación tóxica 100 %. En esta canción estoy enfadada, porque la rabia también me identifica, y la rabia me moviliza. El miedo paraliza y la rabia moviliza. Y yo quería trasmitir rabia porque estoy cansada de que la gente no se vincule bien, de que tú hagas tu terapia y tu trabajo personal para luego encontrar a alguien que te tira todo eso por tierra porque tiene inseguridades, miedos, porque en lugar de trabajarlos con ellos mismos, se los cargan al prójimo, y encima no hacen autocrítica de que están machacando al de al lado.
Yo creo que hace falta que todos hagamos un trabajo de autoconocimiento, y que nos demos cuenta de cuáles son nuestras virtudes y cuáles son nuestras amenazas. Yo creo que todos somos maltratados en algún momento, pero en otro determinado momento llegamos a ser maltratadores.
Con esto no quiero decir que pueda ser culpa mía que me vincule con gente que yo sé que no debería vincularme, pero sí aprender a tener esas herramientas para prevenir vincularte con alguien que sabes que te va a hacer daño. Pues eso funciona con un apego seguro, porque con un apego intermitente no va a funcionar nunca. Me encantaría que la gente llevara un cartel de apego inseguro, apego seguro, apego intermitente, entonces ya hacer como ‘Los Sims’, y decir con este sí, con este no.
¿Qué puedes avanzar de tus próximos proyectos?
Pues voy a ir sacando adelantos que estarán incluidos en mi próximo disco ‘Autoboicot y Descanso’, que saldrá en 2023. Todo es superintenso, le he dado muchas vueltas a cómo se debería llamar el título del disco. Cuando a mí algo me hace clic desde el furor uterino, que le llamo yo, y desde lo pasional, que decía Platón, tiene que ser así.
Entonces, el disco se llamará ‘Autoboicot y Descanso’, titulado igual que uno de los temas que he realizado junto a Tauro, cuya canción habla sobre disimular quién eres, y al final estallas y dices: «A tomar por culo. Esto es lo que soy». Evidentemente, voy a intentar que se siga bailando en este disco, como en otro de los temas que he lanzado, que es ‘¿Quién piensa en ti?’, pero sin dejar de tener este hilo conductor que es el realismo, con aspectos como bajar y comprar el pan, hasta tirarte tres días llorando.
¿Y seguirá vigente tu vertiente mamarracha?
Hombre, respecto a mi lado mamarracho, yo siempre digo la frase de “Vasallo, que lo petardo no nos quite lo político”. Yo creo que con lo mamarracho consigo cambiar el sistema, por mucho que haya gente que intente quitarme el término, o devalúe la palabra o que se crean con el poder de decir que lo mamarracho no, y ese clasista cultureta que no lo es, sí. Ni soy menos lista por leer menos libros ni soy más lista por ir a más centros culturales. Hay que respetar a la gente como es, y sacar lo bueno de las personas.
Es una lástima que grupos que desde lo mamarracho han sido muy reivindicativos, como es el caso de Las Bistecs o de tu anterior grupo, Monterrosa, hayan pasado tan desapercibidos. ¿Cómo es posible?
Lo reivindicativo no vende. Lo que pasa es que yo no puedo dejar de ser quien soy. Para mí, separar obra y persona ahora mismo es imposible. Por eso no tengo referentes musicales, porque para mí tienen que ser referentes personales. Los errores no se cometen solos, los hace una persona. Con Monterrosa llegó un punto en el que no es lo mismo luchar como maricón que como mujer y lesbiana. Entonces, sí que había muchas diferencias políticas, y llegué a la conclusión de que para mí es mucho más importante mi mensaje y mi lucha política que mi familia.
Hay gente de mi familia con la que yo no me hablo porque no respetan ni cómo soy ni quién soy, y yo voy a seguir así. Si hay algo que no te gusta, no vengas, pero no me vengas a mi casa a decirme cómo lo tengo que hacer o dejar de hacer.
O que me digan que tengo que estar más tranquila. Ya no me apetece relajarme. Si comulgas con los valores del respeto, adelante. Si quieres machacar al de al lado, porque hay mujeres que también lo hacen, pues a esa gente la quiero fuera de mi vida. Estamos en un punto en que las cosas están obsoleta. Quien no cuida a la gente de su alrededor es alguien que no tiene cabida.
Y esa conclusión es un poco a la que llegas en tu canción ‘Si me muero te habré dicho que te quiero’: que es muy importante cuidar y decir te quiero a las personas que quieres, y quedarte con eso, ¿no?
Estamos tan agobiados, y tan angustiados con la sociedad y con el sistema que nos oprime, que no nos acordamos de que tenemos a alguien al lado que te está aguantando la chapa o está ahí para apoyarte y darte un abrazo. Y cuando se te muere alguien muy cercano de un día para otro, creces con una sensibilidad diferente, y te das cuenta de que tus problemas son muy pequeños, que en realidad hay otros mucho más grandes.
Yo veo a amigas que se acaban de hacer una vaginoplastia, después de estar muchos años esperándola, y las veo ser felices después de todo el sufrimiento anterior. Entonces, pienso: «A mí, lo que te esté diciendo tu jefe de tu trabajo asalariado, ocho horas al día o cuarenta horas a la semana, es que ya me da igual».
Hay otros problemas graves como los de la salud mental, o personas en Palestina que se encierran en la misma habitación para que les caiga a todos la misma bomba, para no llorarse. Hay que ser consciente de que esta sororidad tiene que estar en todos los sentidos. No vale decir te quiero mucho y luego desaparezco. A esta sociedad le falta hacer un filtro de falsedad, y darnos cuenta de si realmente prevalecen los cuidados o no.
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