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‘Peggy Guggenheim: Art Addict’, de Lisa Immordino Vreeland
97′, documental | Estados Unidos, 2015
CaixaForum València
Eduardo Primo Yúfera 1A, València
Jueves 16 de febrero de 2023
Peggy Guggenheim es la personificación de la coleccionista de arte compulsiva. Injustamente denostada por su físico (su nariz) o por su tono de voz, ha sido parodiada en numerosas películas y obras de teatro, pasando por alto sus numerosos talentos.
Llama poderosamente la atención su olfato para descubrir grandes pintores del siglo XX: Picabia, Braque, Dalí, Mondrián o Pollock, todos ellos concentrados en su Palazzo Venier Dei Leoni de Venecia.
Tremendamente injusto también parodiarla por ser rica y superficial: lo primero por herencia (siendo de la parte menos rica por parte paterna) y, en lo segundo, mostró una inteligencia fuera de lo común para administrar sus ingresos, optimizando las compras en momentos históricos únicos (Segunda Guerra Mundial) con el mercado del arte en horas bajas.
Tampoco parece justo criticarla por ser mala madre, no ser buena ama de casa, cuando ella en todo momento confesó que su única pasión era la del coleccionismo de arte, a la que entregó su vida con resultados extraordinarios.
Hitos a partir de los que el documental ‘Peggy Guggenheim: Art Addict‘, de Lisa Immordino Vreeland –presentado el pasado 16 de febrero en CaixaForum València–, humaniza y pone en valor sus diferentes talentos, a través de testimonios de su entorno cercano y de diversos especialistas (críticos de arte, galeristas, amigos, familiares).
Por ejemplo, el documental muestra su carácter emprendedor, al abrir una galería de arte en el centro de Londres, o su gestión de equipos, al rodearse de personas diversas que la ayudaban a encontrar nuevos valores en pintura o escultura, o su vocación de mecenazgo al estipular una asignación para un joven Jackson Pollock, gracias a la cual pudo dejar de trabajar para centrarse en crear y realizar toda su obra.
El equipo de Peggy Guggenheim permitió la investigación, selección, compra y posterior catalogación de la obra acumulada; y su posterior traslado y exposición, superando fronteras y conflictos bélicos.
Mención aparte en la biografía de la señora Guggenheim merece su solidaridad, ayudando a salir de Europa a numerosos judíos perseguidos por el Tercer Reich.
Juzgar a los temperamentos artísticos por su moralidad en la vida personal es parcial y prejuicioso; y, seguramente, Peggy Guggenheim se sonreiría ante los comentarios maliciosos. Siempre estuvo por encima de ellos, y no por su talonario de cheques.
Los que la conocieron destacaron su generosidad y humildad, como Gore Vidal, quien afirma que “durante las fiestas le gustaba deambular con naturalidad, más como invitada que como anfitriona. Su principal virtud era saber guardar silencio y escuchar para empatizar y reunir información. Con su astucia, solía conseguir lo que se proponía”.
Parece claro que nos encontramos ante una mujer con un talento inaudito, imprescindible para entender la evolución del arte en el siglo XX, a la que el documental (muy recomendable) describe con respeto y admiración. Una criatura singular e irrepetible.
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