#MAKMAEscena
‘Judith’
Idea y dirección: Taiat Dansa
Coreografía: Meritxell Barberá & Inma García en colaboración con las bailarinas
Producción y espacio de residencia: Monasterio de San Miguel de los Reyes, València
En colaboración con: Espai La Granja
Una producción de la Dirección General de Cultura y Patrimonio de la Generalitat
Del 2 al 5 de marzo de 2023
Los antiguos egipcios creían que había siete puertas a través de las cuales las almas pasaban en su viaje hacia la vida después de la muerte. En la astrología, el número siete se relaciona con el planeta Saturno, que se considera el planeta de la introspección y la disciplina. Connotaciones introspectivas y mágicas debido a su asociación con la espiritualidad, la sabiduría, la disciplina y la perfección.
Siete puertas tenía el castillo de Barba Azul. Abrir la última estaba prohibido. Suponía descubrir los horrores de una sala con los cuerpos asesinados de las anteriores esposas del conde, pero la decisión de abrirla que tomó Judith, hipnotizada por su curiosidad, le permitió alcanzar la libertad.
‘Judith’, un espectáculo de Taiat Dansa producido por Cultura de la Generalitat, a través de la Dirección General de Cultura y Patrimonio, recrea el cuento de Perrault ‘Barba Azul’ desde el personaje de la mujer oprimida que busca la salida a su propio cautiverio.
La producción, pensada ex profeso para el Monasterio de San Miguel de los Reyes, convirtió este espacio en el castillo de la historia para albergar esta historia de superación, en la que la figura protagonista busca la manera de hallar su libertad.
“Judith decide abrir la puerta casi desde el primer momento que su marido le dice que no la abra. Así como en los cuentos clásicos la moraleja es que la curiosidad mató al gato. La curiosidad está muy asignada a los roles femeninos y desde un lugar negativo, nosotras queríamos, desde un punto de vista feminista, enseñar que la curiosidad te permite el acceso a la libertad”, explicó Inma García, de Taiat Dansa.
El espectador, que pudo disfrutar de la función durante la primera semana de marzo, toma el pulso al entrar al castillo. Se convierte en Judith para visitar los recovecos de cada habitación. Un espectáculo 360 grados que se multiplica y nos invita a experimentar el camino de forma íntima e intransferible. Un espectáculo con tantas interpretaciones como miradas.
“Para nosotras era un reto porque nos estábamos enfrentando a otra manera de trabajar. Nos encanta que el espectáculo esté vivo, que cada día sea distinto y el papel activo de los espectadores. Se trata de un espacio patrimonial con un potencial enorme, pero a la vez sentíamos la presión de poder plasmar el formato visual que queríamos crear”, declaró la coreógrafa, que remarcó el tiempo de reflexión que invirtió la compañía para encajar el espacio.
Una angustia causada por trabajar con un espacio tan grande, que resolvieron airosamente en los pases donde dibujo coreográfico e interpretación mermaron con una delicadez exquisita.
“Hemos focalizado muy bien todas las acciones para que el espectador pueda concentrarse en todas las acciones”, sentenció Meritxell Barberà, coreógrafa de Taiat, en relación con la complejidad para conseguir que sonido, visuales, dramaturgia, discurso y coreografía ensamblaran a la perfección en cada estancia del castillo.
En el espectáculo, concebido como una ópera contemporánea, participaron 87 intérpretes, entre bailarinas de la compañía, bailarinas estudiantes del Conservatorio de Danza de València, músicas del Conservatorio de Música José Iturbi y el coro de voces A Cau d’Orella y Demeter’s Project.
La acción y el ritmo vinieron dados por las acciones y los movimientos de las bailarinas, y por la magnética profundidad de la música, compuesta de manera original para esta ópera por el compositor valenciano Caldo. Por su parte, David Orrico fue el artista visual encargado de la escenografía y el dispositivo de luz y sonido que convertirá el monasterio de San Miguel de los Reyes en el castillo de Barba Azul.
La directora general de Cultura y Patrimonio, Carmen Amoraga, apuntó que “la singularidad de la obra se centra en la óptica actual con la que se narra el cuento y que reivindica la libertad de las mujeres para abrir las puertas que quieran y decidir su destino”. Además, destacó la excepcionalidad de este espectáculo al incorporar el valor patrimonial del monasterio como un personaje más en la coreografía de la danza.
Múltiples Judith representadas en múltiples facetas que jugaron con la tensión como un estado íntimo. Una Judith fantasma, una Judith presente… Una auténtica invasión de Judith: curiosa, introspectiva, desobediente y, sobre todo, libre.