Goya. Caprichos

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‘Goya. Caprichos’
Museo de Bellas Artes de València (MuBAV)
San Pío V 9, València
Del 9 de marzo al 4 de junio de 2023

“Nadie se conoce. El mundo es una farsa, caras, voces, disfraces; todo es mentira”, afirmaría un incrédulo y convaleciente Francisco de Goya (1746-1828). El artista, sometido a los embates de su enfermedad, contemplaba el mundo a su alrededor lastrado por un déficit visual y auditivo que lo condujo a componer lo que se ha convenido en considerar su etapa creativa más oscura, visceral y satírica. Un autor descreído volcado en examinar la condición humana.

Y así lo procuró en su serie ‘Caprichos’: ochenta aguafuertes que vieron la luz en 1799 y arrojaron sombras de lucidez sobre la estampa finisecular de aquella lóbrega España bajo el reinado de Carlos IV, titubeante aún tras el ‘pánico de Floridablanca‘ y los vientos subversivos de la Revolución francesa.

Un mapa de aguatintas y papeles ahuesados que cobran ahora naturaleza expositiva en el Museo de Bellas Artes de València, fruto de la colección donada durante la primavera de 2022 por el lingüista y catedrático de la Universitat de València Ángel López García-Molins, exhibida con los rigores técnicos de conservación que exige la fragilidad de un papel tintado extraodinariamente fotosensible –de ahí que la muestra deba descansar al menos durante un año tras este primer período, que concluirá en el mes de junio–.

Un modo de restaurar el acierto coleccionista de abuelo, Antonio García-Molins –químico y profesor de Filosofía, fallecido en 1955 tras un intenso periplo vital que transita de la II República española a la convulsión sometedora del franquismo y la Alemania nazi–, quien adquiriría los ‘Caprichos’ de Goya –impresos en 1868 por Calcografía Nacional, de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando– a un anticurio de Munich en los años treinta del pasado siglo y que viajarían con él por el agitado mapa europeo de la II Guerra Mundial escondidos entre libros y un escaso equipaje.

Un colección que ahora descansa y se exhibe en València, ciudad de acogida de López García-Molins desde 1978, “y de la que no me he movido. Es una ciudad que me ha cautivado, siendo consciente también de sus defectos”, manifiesta, no sin antes confesar que “esta donación fue un problema familiar” venturosamente resuelto tras convencer a sus hermanos de la relevancia de que la segunda pinacoteca española fuera la legataria de una de las tres series completas que se conservan de manera institucional, tras las que figuran en el Museo del Prado y en el Museo Goya de Zaragoza.

Una serie de ‘Caprichos’ con los que Goya “se inspira en un viaje que hace por España, acompañando a los duques de Alba a su palacio de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz). Parece anticipar en más de un siglo el viaje que realiza Joaquín Sororlla recorriendo la península ibérica para reflejar su visión de las tierras de España –y qué manera tan distinta–”, refiere el director del Museo de Bellas Artes de València, Pablo González Tornel.

“Sorolla –prosigue– proyecta una visión amable sobre los diferentes lugares de nuestra geografía, en la que recoge justamente aquello más hermoso, lúdico y positivo que su mirada es capaz de extraer de estas tierras. Y, sin embargo, Goya, cuando más de un siglo antes realiza un recorrido similar, detecta no solo los puntos fuertes, sino los puntos débiles. Y con una incipiente denuncia social, lo refleja en una serie de grabados que, además, por su propia condición técnica, están destinados a su reproducción múltiple y, por lo tanto, a ser vistos por muchísima más gente que la pintura sobre lienzo”.

Caprichos. Goya
‘No hubo remedio’, ‘Capricho’ nº 24 de Francisco de Goya. Imagen cortesía del MuBAV.

Una crítica social que atraviesa, de norte a sur, los mimbres sobre los que se edifica la frágil y sometida sociedad del momento, poniendo el foco en el atraso educativo español de finales del siglo XVIII. Una crítica severa y mordaz, a la par, “a la condición a la que era sometida la mujer en una sociedad completamente patriarcal, a los matrimonios de conveniencia, concertados, y, en general, a la superchería y al atraso intelecutal que detecta en gran parte de aquella España”, refrenda González Tornel.

A la postre y a ojos de naturaleza contemporánea, “dos visiones [la de Joaquín Sorolla y Francisco de Goya] muy distintas. Las dos necesarias. Y en el momento en el que Goya realiza estos grabados, una visión fundamental para llamar la atención sobre la necesidad de modernización que atraviesa a una España que vive anclada en el Antiguo Régimen, cuando la mayoría de los Estados europeos están intentando avanzar hacia la modernidad”, asevera el director del MuBAV.

Una sincronía, la del artista aragonés, con los vientos revolucionarios europeos que conecta a través de los temas analizados por Goya –un autor “adelantado a su país, más que a su tiempo”– que “parten de una visión crítica de los usos y costumbres de la sociedad española para, después, evolucionar hacia la plasmación de las partes más oscuras, irracionales y violentas de un ser humano privado de intelecto y casi salvaje”.

Una denotación, a la postre, que puede extraerse de una “mirada reflexiva y crítica de Goya” como ejemplo, hoy en día, “del inconformismo ante las pautas heredadas y de la lucha por el progreso y los avances sociales. A todo el mundo Goya le toca alto porque hay cierta crítica hacia la sociedad que nos rodea que sigue estando vigente y que puede recorrerse, en el caso de esta exposición, tal y como él quiso que se viera en su colección de grabados”, concluye Pablo González Tornel.

‘El sueño de la razón produce monstruos’, ‘Capricho’ nº 43 de Francisco de Goya. Imagen cortesía del MuBAV.