Ángel Calvente. Espejismo

#MAKMAEscena
‘Espejismo’
Autoría y dirección: Ángel Calvente
Guion: Ángel Calvente y Angélica Gómez
Actores y manipuladores: Carlos Cuadros, Laín Calvente y José Vera
Técnico Luz y sonido: Adrián Alcaide
El Espejo Negro
Teatro Talía
Caballeros 31, València
Del 21 al 23 de abril de 2023

Ciertas personas –muy pocas, en realidad– nacen con un don envidiable. Una inagotable pasión por un tipo de actividad para la que están especialmente capacitadas que se convierte en su modo de vida, incluso en fórmula de éxito. El artista malagueño Ángel Calvente es, sin duda, una de ellas.

Desde niño siente una enorme fascinación por las marionetas, que de pequeño confeccionaba a base de materiales reciclados y que, hoy en día, ejercen el papel de personajes en la compañía El Espejo Negro, creada por él junto a su pareja, Carmen Ledesma, en 1989, a la que se ha sumado el hijo de ambos, Laín, como actor, diseñador de iluminación y mano derecha de su padre.

«Me considero un privilegiado por dedicarme a algo que me gusta y no me aburre ni me cansa; una ocupación que te expande y te abre el alma, porque es un lujo que no te pese ir a trabajar cada día», dice este autor y director que, llevado por el amor a sus muñecos y la ilusión de infundirles vida ha creado con sus manos toda una trouppe de gomaespuma, una gran familia farandulera.

Muchos de ellos se verán en la muestra antológica de su trayectoria con motivo del 35 aniversario de la compañía que se podrá visitar el año que viene en el Centro de Exposiciones del Ayuntamiento de Benalmádena (Málaga), entre el 15 de marzo y 2 de junio. ‘Tras el Espejo con Ángel Calvente’ reunirá un centenar de los doscientos marionetas que han salido de su taller.

Un instante de ‘Espejismo’, de Ángel Calvente. Fotografía cortesía del Teatre Talía.

Precisamente estos días llega al Teatre Talía de València uno e los montajes más emblemáticos de la compañía malagueña, ‘Espejismo‘, creado para conmemorar su treinta aniversario, que sintetiza su espíritu irreverente, transgresor y su humor sarcástico y corrosivo.

«’Espejismo’ es un feroz alegato crítico sobre la falta de libertad de expresión, tanto en la sociedad biempensante como en el mundo del teatro», dice Calvente. «Un canto a la libertad de expresión sexual, política, religiosa, artística… Y también un resumen de nuestra trayectoria de más de tres décadas representado por el propio espejo, un agujero negro que se lo traga todo y lo expulsa reconvertido con mucho humor negro y provocador. La propia luz es un ente vivo que acompañado por la música, crea todo un submundo».

La presentación de esta multipremiada función, un extraordinario artefacto hipnótico y onírico, reza los siguiente: «El público, cual inocente Alicia, atravesará el cristal adentrándose en lo más profundo del Espejo Negro: un mundo oscuro donde reina la luz, donde residen criaturas elegantes, irreverentes, tiernas, perversas, solitarias, provocadoras, almas llenas de humor corrosivo y burlón. Un andrógino y extravagante personaje salido de las tinieblas, ayudado por tres marionetistas, nos sumergirá en un mundo paralelo desde el otro lado del cristal».

«Este es un espejo que deforma lo que ve para mostrarnos, sin pudor, nuestros pecados y bajezas –prosigue–. Música, luz, oscuridad, objetos, marionetas y actores, salen y entran del espejo, un espejo que les atrapará para devorarlos enteritos, como un gran agujero negro».

Vayamos al principio, cuando, tras dedicarse al diseño gráfico en varios periódicos, Calvente decidió dar el salto a los escenarios. El nombre de la compañía, El Espejo Negro, surgió por sí solo, pues actuaban vestidos totalmente de ese color, guantes incluidos, ante un espejo.

También las ideas brotan a fogonazos de la mente de Calvente. «Al principio, elaboraba primero los muñecos y luego el texto, pero desde hace ya muchos años, a medida que iba aprendiendo de forma autodidacta el oficio, lo hago a la inversa. Escribo, escribo, corrijo y rescribo, y ya luego, con el texto cerrado, creo a los personajes». En cada producción invierte de media un año y medio, nueve meses para crear las marionetas del orden de treinta para cada espectáculo, con diversas versiones de los protagonistas.

La estética burlesca, hipertrofiada y deformante de las marionetas es el sello personal de Calvente: «No busco lo grotesco y oscuro; me salen solos», afirma. Una estética gamberra que sintoniza con los ninots de los monumentos falleros. «Estuve a punto de ser artista fallero», recuerda.

«Cuando tenía trece o catorce años, mi padre invitó a un amigo suyo que lo era y quedé fascinado por su oficio. Con las Fallas flipo en colores. Me gusta que los muñecos acaben devorados por el fuego en un rito purificador. Mis marionetas también tienen fecha de caducidad, pues son de gomaespuma, pegamento y pintura, materiales caducos que no aguantan más que unos veinticinco años. Está bien que así sea, vienen al mundo a trabajar y a divertirse pero también deben morir».

Para él son mucho más que útiles de trabajo, pues se apropian como vampiros de su propia energía. «Cuando entro cada mañana en el taller, tengo la costumbre de saludarlos como si realmente pudieran oírme».

La versatilidad como antídoto a la rutina y al aburrimiento es otro de sus rasgos característicos. Ha hecho teatro de sala, de calle, para adultos y para niños –en estos último aflora su vena poética– y ha cosechado tantos premios –varios Max, Fetén y de diversos festivales– que le da pudor hablar de ellos.

En sus giras por todo el mundo, El Espejo Negro ha dejado una estela de éxitos, especialmente en Latinoamérica, sobre todo en Venezuela. «Si eres realmente creativo, tienes la necesidad de salir de tu zona de confort y conectar con distintos públicos; al fin y al cabo, somos titiriteros. Ahora la gente es muy blandita y se asusta o se ofende con facilidad, pero yo no puedo renegar de mis orígenes, de mi humor sarcástico y negro. Un lenguaje característico mío que se entiende tanto dentro como fuera de España».

Conociendo el tono de su talante humorístico, no es extraño que Calvente asumiera el reto de adaptar a escala de marionetas uno de los mejores filmes de Luis G.Barlanga, ‘El Verdugo’, algunas de cuyas escenas le impresionaron profundamente de joven. También ha versionado ‘La venganza de Don Mendo’ y en el catálogo de obras infantiles figuran títulos tan elocuentes como ‘Jonás el espermatozoide’, ‘La vida de un piojo llamado Matías’ o ‘Cris, pequeña valiente’, historia de una niña trans. Un total de dieciseís espectáculos rebosantes de imaginación y belleza en los que seres humanos y muñecos se alían para proponer un viaje al país de los sentimientos.