#MAKMAArte
‘Aref El Rayess. Obras (1958-1978)’
Comisariado: Catherine David
Institut Valencià d’Art Modern (IVAM)
Guillem de Castro 118, València
Del 11 de mayo al 10 de septiembre de 2023
“Es un artista muy dotado, muy abierto, muy libre”, apunta la comisaria Catherine David en el video que acompaña a la exposición dedicada al artista libanés Aref El Rayess (1928-2005), cuya obra de 1958 a 1978 acoge el IVAM. Son muchas las apostillas que vienen a subrayar sus trabajos: comprometido con su tiempo, a través de diferentes series en torno a la guerra civil libanesa (1975-1990); poeta de los mártires caídos en los enfrentamientos; lúcido observador de la prostitución de las “trabajadoras del cuerpo”, o pintor ácido de la mecanización que aliena al sujeto en los ‘Tiempos modernos’, aludiendo a la película de Charles Chaplin.
Todo ello, con ser cierto, no termina de acertar con la esencia sustantiva de la obra de El Rayess, lo que convierte su trabajo en algo que trasciende el tiempo que le tocó vivir. Porque este “hombre eterno” -siguiendo al escritor G. K. Chesterton- lo es precisamente debido a aquello que en su variada producción conmueve, más allá del contexto que lo adjetiva.
“Es normal que los artistas trabajen en el contexto en el que viven”, señaló en su momento Sandra Dagher, directora del Beirut Art Center, preguntada por el “arte de la guerra” que caracteriza la obra de muchos artistas libaneses contemporáneos. Es normal. Lo que escapa a esa normalidad, produciendo la extrañeza en el espectador que contempla la obra de El Rayess, es la proliferación de figuras fantasmáticas, paisajes de gran carga simbólica, siluetas monstruosas, máscaras y rostros alienados, que en cualquier tiempo y lugar reflejan los claroscuros de la condición humana.
“Las paradojas son la marca de Aref, tanto en las formas de su trabajo como en las maneras en que vivió”, subraya Catherine David, que no pudo estar presencialmente en la presentación de la muestra por problemas de última hora. Paradojas de quien perteneciendo a una familia tradicional resultó “un dandy, un libertario”, resalta la comisaria. Paradojas de un artista que, por el hecho de serlo de verdad, se atreve a transitar por distintas y complejas formas de abordar cuanto le atraía de la igualmente contradictoria existencia.
“No está sujeto a los ismos del arte moderno, sino más atento a su entorno social”, dirá Nuria Enguita, directora del IVAM. Entorno social, de nuevo, superado, para ir más allá en busca de aquello que emociona, conmueve, extraña, sin conocer nada de ese contexto que es el suyo más cercano, pero que se hace extensible al sujeto zaherido por idénticas adversidades.
Las imágenes que cautivan en su obra están realizadas “a partir de los contextos que absorbe”, puntualizó Enguita. Y es así, absorbiendo su realidad más inmediata, al igual que “observaba profundamente los museos [que visitaba durante sus viajes], pero no lo que estaba de moda, sino lo que respondía a sus urgencias”, como Aref El Rayess construye diferentes universos fantasmagóricos, cáusticos y poéticos, dando fe de esa absorción y urgencia íntima a la hora de pintar.
“Cada sala parece responder a un artista diferente”, advirtió Enguita, para manifestar después lo que bien podría ser un hilo conductor de todo el conjunto: “Es como un poeta con rimas y recurrencias”. Poeta que tan pronto da rienda suelta a su fértil imaginación creando paisajes coloristas, líricos, deslumbrantes, como se centra en la elaboración de cuadros con una fuerte carga matérica (“próximo a [Lucio] Fontana”, dirá la directora del IVAM), para desembocar en esos otros de una figuración fantasmal.
Dibujos, pinturas, grabados, decorados de teatro, experiencias del mimo, esculturas, collages: todo le valía a El Rayess para expresar esa urgencia interior que sentía cada vez que observaba al sujeto zarandeado por fuerzas exteriores e interiores dejándolo perplejo.
Si ‘Tiempos modernos’, de Chaplin, le permitió ahondar en la alienación del hombre subsumido muchas veces por la frialdad de las máquinas, otro tanto cabe decir de la prostitución, en la que llegó a encontrar rimas entre las trabajadoras del cuerpo y el propio cuerpo de los trabajadores, reducidos ambos a vehículo del deseo y de la producción más descarnada.
Viajó por Senegal, Francia, Italia y Estados Unidos, de cuyas experiencias se hace eco la exposición en las diferentes etapas cronológicas que van de 1958 a 1978. Desde el homenaje a los mártires, en colaboración con el poeta Kamal Jumblatt, hasta las dos series ‘Sangre y libertad’ y ‘Amor, muerte y revolución’, testificando los años de preguerra civil en el Líbano.
Y es así, a base de libertad muy sanguínea y de amor tan revolucionario que termina lindando con la muerte, como Aref El Rayess va dando buena cuenta de todo aquello que percute en su mente, fruto de las paradojas de un bon vivant que siente a sus espaldas el peso de la tragedia. “Es un artista complejo que obliga al espectador a salirse de su zona de confort”, concluyó Enguita, de quien fluctúa entre la mirada cáustica y severa de la realidad que le circunda y una visión ingenua de corte naif.
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