#MAKMAArte
Javier Molins (Fundación Hortensia Herrero) y Horacio Silva (Fundación Juan José Castellano Comenge)
Entrevistados por Jose Ramón Alarcón, Merche Medina y Salva Torres
En Only YOU Hotel Valencia (Plaza Rodrigo Botet, 5)
Con motivo del Abierto València 2023
Fiesta de apertura de la temporada galerística, organizada por LAVAC (Asociación de Galerías de Arte
Contemporáneo de la Comunitat Valenciana)
Del 22 al 29 de septiembre de 2023
Cada año son más las entidades culturales privadas que participan en Abierto València, la fiesta de apertura de la temporada galerística organizada por LAVAC (Asociación de Galerías de Arte Contemporáneo de la Comunitat Valenciana). De hecho, este año se suma Biohub Life Science Art Collection a las ya tradicionales Colección DKV, Gandia Blasco Group, Feria MARTE de Castellón, Colección La Escalera, Colección Kells, la propia MAKMA y las fundaciones Hortensia Herrero y Juan José Castellano Comenge.
La Fundación Hortensia Herrero abrirá su flamante espacio dedicado al arte contemporáneo el próximo 11 de noviembre, mientras que la Fundación Juan José Castellano Comenge está a punto de iniciar las obras del que será su futuro recinto. Aprovechando la celebración que supone contar con dos nuevos espacios en la ciudad de València, hablamos con los responsables artísticos de ambas fundaciones: Javier Molins (Hortensia Herrero) y Horacio Silva (Comenge).
Sentados cómodamente en uno de los sofás del Only YOU Hotel Valencia (el antiguo Astoria Palace de la plaza Rodrigo Botet), ambos fueron desgranando los retos de las respectivas fundaciones que asesoran. “Nuestro reto es acertar en los valores del futuro del arte valenciano: esa es nuestra responsabilidad en la Fundación Juan José Castellano Comenge”, empieza diciendo Horacio Silva.
“Nuestro nicho es el arte internacional contemporáneo. Muchos valencianos no pueden o no quieren ir a Londres, París o Nueva York y nosotros lo que hacemos es traer a esos artistas aquí para que pueden disfrutar de su obra”, continúa Javier Molins. Tanto uno como otro, a las puertas de una nueva edición de Abierto València –la undécima– que ambos disfrutan, al tiempo que echan humo las suelas de sus zapatos pateándose las galerías valencianas en busca de obras para seguir incrementado el patrimonio artístico de sus respectivas fundaciones.
“Llevo toda la vida pintando, no sé hacer otra cosa más que pintar. Pinto desde los 12 años. He viajado mucho y he visto mucha pintura. De manera que toda esa información se cuece aquí, dentro de mi cerebro, y te sirve luego para valorar las obras. Además, tenemos ahora la herramienta de Internet, que te permite meterte hasta en los estudios de los pintores nacionales e internacionales para ponerte al día”, señala Silva, como preludio de la explicación posterior.
“Entonces, ya centrados en Abierto València, he de decir que me pateo todas las galerías y a veces no encuentro nada que me guste. Hay que decir que el museo de nuestra Fundación va a trabajar sobre obra bidimensional, porque no tenemos espacio para contener esculturas. De manera que, aunque en primer momento no lleguemos a comprar nada, siempre nos hemos comprometido a comprar más adelante algo”.
“Yo también visito todas las galerías”, abunda Molins, “para hacer una selección previa que luego se la hago llegar a Hortensia Herrero con el fin de ir a verlas después, en un número ya más reducido, para que sea ella la que dé finalmente el visto bueno. Tenemos ya veintiún obras de dieciséis artistas a lo largo de estos nueve años colaborando en Abierto València, donde cumplimos este año nuestra décima participación”.
Un largo recorrido que le permite a Molins valorar el trabajo de las galerías en el sostenimiento y difusión del arte contemporáneo en València. “En los diez años de Abierto València se han incorporado más galerías de las que se han dado de baja, y eso que ya mantenerse hubiera sido todo un éxito. Los galeristas valencianos son unos héroes, porque en la mayoría de los casos son empresas unipersonales que cada día se levantan y abren la persiana para mostrar las obras de sus artistas”.
Y añade: “En este sentido, no solo se han mantenido, sino que ha crecido la Asociación (LAVAC), y la sociedad, a su vez, está respondiendo a esta oferta que hay de arte contemporáneo. Galeristas de Madrid envidian Abierto València, porque en su fiesta de apertura no tienen asegurados una serie de premios de adquisiciones, como sucede aquí”.
Con respecto a quienes lideran ambas fundaciones, solo tienen –como no podía ser de otra manera– palabras de elogio sustentadas en el amor al arte. “Yo he conocido pocos coleccionistas como Juanjo Comenge, que estén tan enganchados a la pintura y no puedan dejarlo”, destaca Silva, para poner luego un ejemplo similar y, cuando menos, peculiar.
“Un caso parecido era el de Manolo Escobar, que no podía entrar en una galería de arte, porque veía un cuadro y, si le gustaba mínimamente, lo compraba. Allí donde actuaba, Manolo Escobar lo primero que hacía era recorrerse todas las galerías de la ciudad para ver artistas que le interesaran. Su colección de arte tengo que decir que la empezó conmigo, cuando vino a verme a mi estudio de la Plaza de la Reina cuando yo apenas tenía 22 años. Lo mismo le sucede a Juanjo, que se pone nervioso cada vez que ve un cuadro y lo quiere”.
“A Hortensia le pasa algo parecido: difícilmente se va de una galería o de una feria de vacío; siente esa pulsión de coleccionar”, resalta Molins, para señalar que la Fundación Hortensia Herrero es “100 % privada: los fondos, el local, los ingresos”, y que lo único que le piden a las instituciones públicas “es que nos dejen trabajar”, sin más trabas que el lógico cumplimiento de los permisos administrativos.
“Nosotros, lo que estamos haciendo ahora es incrementar la colección sin descanso. Y, en todo caso, nuestro museo no tiene las dimensiones de esos otros como Bombas Gens o la propia Fundación Hortensia Herrero. No se puede comparar; lo nuestro es algo mucho más modesto”, interviene Silva.
Preguntados por el tan cacareado arte comprometido y si tal arte puede servir, incluso, para ayudar a solucionar problemas tanto de índole social como personal, se muestran entre escépticos y, no obstante, puntillosos. “Se pueden hacer obras basadas en lo social, en lo político o que no tengan nada que ver ni con una cosa ni con la otra, apelando a la emoción directa”, avanza Silva.
“Para mí es un desahogo”, agrega; “algo pasa cuando pintas, porque es como si te hubieras tomado un Valium después de haber hecho un buen cuadro. A mí me gusta pintar y disfrutar, porque para sufrir ya tenemos los periódicos y otros medios. Con mi pintura no voy a cambiar el mundo, pero lo que quiero es que cuando alguien la vea se sienta mejor o peor, pero que sienta algo”.
“Yo, cuando quiero buscar soluciones a los problemas que me aquejan, voy a la farmacia”, afirma, irónico, Molins, para enseguida retomar el asunto con propiedad: “Ahora, hablando en serio, yo no pienso que el arte va a cambiar el mundo, pero sí pienso que un mundo sin arte sería un mundo más pobre. Cuando viajo a algún lugar en el que no hay muchos museos o galerías, a mí me falta algo”.
En este sentido, introduce algo que le comentó Jaume Plensa cuando plantó en su día una de esas cabezas enormes surgiendo del mar en una playa de Río Janeiro junto a unas favelas: “Entonces, alguien le dijo que cómo no había llevado una obra más comprometida socialmente, a lo que él respondió que porque esa gente, cada vez que se levanta en sus favelas, solo ve miseria y pobreza. Y de lo que se trata es de que vean belleza, porque para lo otro ya están los medios de comunicación con su denuncia social”.
‼Arranca septiembre y la cuenta atrás para #abiertovalencia2023‼
— LAVAC (@VAC_La) September 1, 2023
Del 22 al 29 de septiembre os esperamos para celebrar👇 pic.twitter.com/shrswO2IDv
El arte, con esas bondades asociadas a su potencia para generar emociones en diversos sentidos, se halla amenazado, según el antropólogo Carlos Granés, por dos amantes peligrosos: el capitalismo y la ideología. ¿Amantes que hay tener siempre a raya? Para Javier Molins, “hay artistas que han llevado una deriva muy comercial –Damien Hirst es un ejemplo– y eso es un peligro que está ahí, pero el arte –lo comentaba con Jaume Plensa– es algo inútil, y esa inutilidad propicia la libertad de hacer lo que se quiera. Un diseñador, por ejemplo, no tiene esa misma libertad porque su diseño ha de ser útil para cumplir la función que se le ha pedido”.
“El arte no sirve para nada, pero es imprescindible”, proclama Silva, quien va un poco más allá. “Yo, actualmente, veo que no se inventa nada; no hay nada novedoso, como lo ha habido a lo largo de la historia de la pintura. Ahora hay remakes, gente que está trabajando con el expresionismo abstracto. Me falta ver ambición en los artistas actuales”.
Y señala el lugar donde se demuestra esa ambición: “Sin ir más lejos, en el tamaño, porque el tamaño importa en la pintura. No porque si es grande el formato es mejor que si es pequeño, sino simplemente porque el artista ha de retarse constantemente, y los retos con los tamaños grandes funcionan. El artista tiene que ser atrevido. Y de igual manera que ves una película en televisión, también es necesario verla en pantalla grande, porque ahí es donde tú entras dentro”.
“Yo, que voy últimamente a un determinado número de ferias (Miami, Basilea, París, Londres), llega un momento en el que ya te cuesta encontrar algo que te sorprenda, porque los artistas que tienen cierto éxito acumulan tal demanda que acaban perpetuando el tipo de obra que funciona en el mercado. De manera que miro en mi móvil las fotos que hago en las ferias y ya no sé si son de este año o del anterior ni en qué ciudad era, porque, al final, llevan todas lo mismo”, resalta Molins.
¿Con qué tienen pensado arrancar ambas fundaciones cuando llegue el momento de la inauguración de sus respectivos espacios, más inminente en el caso de la Fundación Hortensia Herrero? Javier Molins adelanta que ellos lo harán el 11 de noviembre “con una exposición de cerca de cien obras de unos cincuenta artistas, la mayoría de ellos internacionales, de un arte que no se ha podido ver en València, con mucha pintura y escultura, algo de video, huyendo de lo grotesco y acercándonos más a la belleza del conjunto”.
Horacio Silva, por su parte, concluye que, de momento, solo piensa “en comprar obra de mucha calidad y, ya con la obra acumulada, seguro que estaremos en disposición de hacer un buen montaje expositivo para el día de la inauguración, que todavía queda un poco lejos”.
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