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‘Tras la realidad’, de Eva Monzón
Extravertida editorial, 2023
Lo primero que pensé al leer el título –’Tras la realidad’– fue en Cortázar: “Decimos: vos, yo, la lámpara, la realidad. Da un paso atrás […] Las palabras desaparecen. Esa lámpara es un estímulo sensorial, nada más. Ahora, da otro paso atrás”, provocaba el protagonista de Rayuela. ¿Y aquí, de qué realidad se trata? ¿A qué se refiere el título del libro de Eva Monzón? Pero la autora no quiso aclararlo. Al menos, no en aquel momento.
Era el sábado 14 de octubre. En el marco del Festival Sindokma, el periodista Salva Torres le cuestionaba a la escritora santanderina residente en Valencia sobre su nueva obra. “El punto clave de la novela es aquel que no se dice, no está explícito, no se cuenta. Yo no te lo cuento, pero tú lo sabes”, dijo Monzón. Me quedé intrigada.
Confieso que las historias de niños no son lo mío, conque la descripción de la contraportada no me acababa de convencer: “Son dos días en la vida de un niño”, empieza diciendo.
–“¿Ya la conoces?”, me interrumpió la lectura una desconocida. “Eva es una gran escritora. Suele calar hondo en la gente. Creo que te va a gustar”. Aquella mujer tampoco me conocía a mí ni a mis gustos. Pero su recomendación acabó por sumarse a la curiosidad que sentía tras la presentación hecha por la autora.
Así que empecé a leer ‘Tras la realidad‘ (Extravertida Editorial) llena de expectativa, lo que no siempre va bien, ya que puede abrir hueco para la decepción. Sin embargo, la obra consiguió superar todo lo que esperaba de ella. Desde las primeras páginas, me quedé atrapada por este drama que no se cuenta, pero que se piensa y se siente desde distintas perspectivas.
Hay dos protagonistas: Samuel y su «mamá Dos» (como dice él), Samanta. Samuel es un niño curioso, inventivo e inocente. Un niño normal a quien le ha pasado algo que no debería serlo; a quien le miran raro, con una mezcla de pena, asombro, cariño, preocupación y cansancio. Su madre adoptiva también lo hace; Samanta, la voz adulta, la que sabe lo que ocurrió.
Acompañando a madre e hijo, están la hermana, el abuelo y la abuela, además de otros personajes. Está Alberto, el que “prefiere negarse lo que quiere a intentar conseguirlo” y así “evita el dolor de soñar lo imposible”. Está Agustín, el mago que “ya no es quien fue, sino el que se echa de menos”. Está Señora, “una mujer de pelo enmarañado, vestida con ropas a trozos y de ojos de fuego, como el sol”. Y demás.
Como dijo Eva Monzón en el lanzamiento oficial de la obra, en la Biblioteca de la Dona, “hay muchos puentecitos, porque la vida está conectada en otras vidas. Estamos todos conectados desde las historias. Entonces, cada personaje está contando su propia realidad para que se entienda por qué eso ha pasado. Así, además, puedo contar sobre el drama y sobre el mismo personaje, con lo cual te amplío la historia”.
La mayor parte del tiempo, los personajes se narran a sí mismos. Además de los diálogos, lo que se lee es su voz interior. “Callado me digo todo lo que me da la gana. Que para eso es la voz que solo oyes tú”, reflexiona Samuel, quien, en otro pasaje, aún comenta: “Lo del silencio es complicado, siempre estoy yo haciéndome ruido”.
También de eso trata la novela, del silencio y sus consecuencias, del silencio como violencia. “Lo que callas te acusa a gritos, y para evitar ahogarte en ellos sigues mintiéndote, transformando verdades […] Hasta que lo callado, lo barrido bajo la alfombra de la realidad, se desborda para manchar cada esquina, cada excusa”. Esos breves pasajes ya lo dejan claro: ‘Tras la realidad’ es una obra desgarradora e íntima, intrigante y conmovedora.
Otro tema muy presente en la novela es el tiempo. El periodo narrativo –limitado a dos días– se flexibiliza a través de los recuerdos de los personajes, de las historias dentro de la historia.
Por otra parte, se plantea el tiempo como cuestión: ¿el tiempo cura o solo aumenta la culpa? “El tiempo lo cura todo […] menos la verdad”, valora Carlos Ruíz Zafón en ‘El juego del ángel’.
Eric Clapton lo siente distinto: “El tiempo puede dejarte triste. El tiempo puede dejarte de rodillas. El tiempo puede romperte el corazón”, canta el músico inglés en ‘Tears in heaven’, una de las canciones que Eva Monzón incluyó en la banda sonora de la novela, a la cual se puede acceder a través de un código QR en la contraportada.
La selección musical aún incluye, entre otros, a Led Zeppelin y su ‘Stairway to heaven’: “Todavía hay tiempo para cambiar el camino en el que estás”. Y es que ‘Tras la realidad’ también habla sobre la culpa, sobre la busca de una segunda oportunidad y sobre el intento de redención –temas que vienen dados por el drama que no se desvela.
A raíz de ello, durante la presentación en la Biblioteca de la Dona, Lola Mascarell le preguntó a Eva Monzón si escribió la obra con la intención de denuncia.
–Yo lo que denuncio es el ser humano en general. Lo que denuncio es: tu realidad, míratela, porque dependes tú de muchos también– contestó la escritora.
–Y lo que hacemos afecta a muchas personas –complementó Mascarell–. Creo que eso es una de las cosas de la novela que te deja un poco despojada y te hace pensar: ¿qué cosas he hecho yo que han llevado determinadas personas a hacer otras?
Culpa, pena, negación, desarraigo, violencia. Eva Monzón habla de todo eso sin juzgar ni acusar, pero sí que lo siente desde dentro de la piel y la mente de sus personajes. Aun así, no induce al lector a la tristeza, sino que conmueve por la sensibilidad y sinceridad con la que trata de ello.
La voz inocente y lúdica del niño ameniza el drama, así como la ternura que se siente en algunos momentos. La expectación por descubrir qué ha pasado y, luego, qué pasará mantiene al lector atento e involucrado en la trama. Mientras el lenguaje sencillo y, a la vez, limpio y cortante de Eva Monzón hace que la lectura sea fluida y placentera.
Me quedé tan atrapada por la obra que fui yo quien tuve que ir, luego, tras la realidad.
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