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‘El viaje de Shuna’, de Hayao Miyazaki
Editorial Salamandra Graphic, 2023
40 aniversario de su primera edición en Japón
En la entrega y recepción de regalos de las últimas Navidades, para quien esto escribe hubo uno que sobresalió más que los demás. Y no es que los libros, sudaderas y discos musicales fueran mal recibidos, al contrario, pero es que el manga de mi queridísimo Hayao Miyazaki (Tokio, 1941), ‘El viaje de Shuna’ (Salamadra Graphic), emergió como el astro rey en el ancho firmamento.
Este manga del aclamado cineasta nipón suma la friolera de cuarenta años desde su primera publicación en el país del sol naciente. Aunque en España es la primera vez que podemos disfrutar de esta maravillosa obra escrita y dibujada por Miyazaki allá por el año 1983.
‘El viaje de Shuna’ se encuentra dividida en seis actos (o capítulos). En ellos, vemos cómo la historia parte de un pequeño poblado que pasa hambre y el príncipe Shuna desafía a los ancianos para ir en busca de alimento para su pueblo. En su viaje, descubrirá cómo el mundo puede ser bello y despiadado al mismo tiempo.
En su camino, encontrará obstáculos que deberá sortear y decisiones que tendrá que tomar por el bien de su fin último. En su avance hacia el oeste, se encontrará con sucesos que harán abrir los ojos al joven príncipe y comprobará cómo el ser humano puede llegar a ser capaz de lo mejor y de lo peor, a la vez que la naturaleza siempre esconde un secreto más grande en su interior.
Este cuento dibujado a acuarela por el cofundador de los estudios Ghibli, toma la inspiración de la leyenda tibetana ‘El príncipe que se convirtió en perro’, de la edición de Jia Zhi y Sun Jian Bing y la traducción de Hisako Kimishima.
Lo primero que llama la atención es cómo está editado, pues debemos abrirlo como lo haría un japonés. Es decir, al revés. Abriendo las páginas hacia la derecha y leyendo las viñetas de derecha a izquierda y de arriba abajo. Y aunque resulte un poco confuso al principio, la fuerza de los encuadres y la paleta de colores que utiliza Miyazaki para contar esta pequeña historia hace que nos olvidemos de todo y nos sumerjamos en este cuento milenario.
Esta obra no se puede considerar un manga per se, puesto que, como el traductor a la versión inglesa Alex Dudok de Wit relata en el apéndice de la obra, “al fin y al cabo, depende más de textos de apoyo que de bocadillos de texto”. Concluyendo: “Se acerca más a lo que los japoneses llamarían un emonogatari, es decir, una historia ilustrada”.
No hace falta ser un entendido en la materia para comprobar cómo esta obra influyó en el propio trabajo de Miyazaki en posteriores proyectos. De hecho, su manga ‘Nausicaa del valle del viento’ se encuentra intrínsecamente ligado y ambas historias compartan temas centrales. Puede que se deba a que ambos proyectos fueron coetáneos del autor. Como el traductor Alex Dudok de Wit escribe en el apéndice: “Algunas páginas de ‘El viaje de Shuna’ apenas se distinguen del arte conceptual publicado en el libro ‘Nausicaa of the valley of the wind: Watercolor Impressions’”.
El largometraje ‘La princesa Mononoke’ también recibe influencias directas de este emonogatari de Hayao Miyazaki. En el largometraje de 1997, se cambia una maldición recibida por el príncipe a causa de la escasez de comida, tal y como se recoge en la historia ilustrada de 1983.
También observamos cómo el príncipe Ashitaka (en ‘La princesa Mononoke’) se sienta al calor de una hoguera junto a un anciano que le acaba orientando hacia la tierra donde debe ir para liberarse de la maldición. Y, por supuesto, el inseparable amigo del príncipe –en ambas historias–, pues el alce del príncipe Ashitaka se llama Yakul, si bien en ‘El viaje de Shuna’ el animal no posee nombre, pero la especie del animal es la del yakul.
Es nada más abrir esta magnífica obra cuando nos topamos con esta frase conmovedora de Hayao Miyazaki: “La imaginación es el poder más valioso que poseemos”. Frase que, efectivamente, nos abre la mente para comprobar cómo es la imaginación de este hombre la que parece no tener límites, puesto que hace tan solo unas pocas semanas ha estrenado su último largometraje de animación, ‘El chico y la garza’ (‘Kimitachi wa dô ikiru ka’), recientemente nominada, como era previsible, a mejor película de animación en los Premios Óscar 2024.
Como el propio Miyazaki reconoce en una entrevista para La Vanguardia, la imaginación consiste en mirar el mundo con los ojos de un niño: “[Los niños] Todo el tiempo están aprendiendo cosas nuevas y nunca se quedan quietos. Supongo que ahora me doy cuenta de todas esas cosas porque me he puesto viejo”. No, querido maestro, esa mirada atraviesa toda su obra fílmica, más allá de la sabiduría atesorada con el tiempo.
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