Eva Hache

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‘Un mal día lo tiene cualquiera’, de Eva Hache
Reparto: Ana Polvorosa, Goize Blanco, Anibal Gómez, Juriji Der Klee, Ariana Martínez, Bárbara Mestanza, Agustín Jiménez
78′, España, 2024 | Pokeepsie Films (Álex de la Iglesia y Carolina Bang), ICAA, Atresmedia Cine y Movistar Plus+
Cines Kinépolis València
Estreno: viernes 26 de enero de 2024

Eva Hache es, sin duda, una de las humoristas más conocidas de nuestro país. Tras una larga carrera pisando teatros y platós de cine y televisión, ahora da el salto y se pone detrás de la cámara para dirigir su primera película. Y tenía que ser, cómo no, una comedia. Un proyecto que viene avalado, en la producción, por el director Álex de la Iglesia y cuenta con el apoyo del grupo mediático Atresmedia y la plataforma Movistar Plus+.

Un mal día lo tiene cualquiera’ cuenta la historia de Sonia (Ana Polvorosa), una mujer muy ordenada y respetuosa con las normas que vive en un pequeño piso en el centro de Madrid. Sonia lleva años prácticamente encerrada en su casa, preparando su tesis doctoral, que debe presentar al día siguiente delante del tribunal evaluador. Si las cosas salen bien, al fin conseguirá ese puesto estable como profesora que tanto anhela. Un cambio importante en su vida. Así que ahora solo piensa en meterse en la cama para estar bien despejada para el día siguiente.

Pero las cosas se tuercen cuando, en un momento en el que baja la basura a la calle, se encuentra con una vieja amiga a la que hace meses que no ve. Su amiga acaba de romper con su pareja y le pide a Sonia que la acompañe a tomar unas cañas para desahogarse. En un principio, y pensando en sus responsabilidades, Sonia se resiste a seguirle el juego, pero, al final, se compadece y la acompaña. Un error fatal.

En un descuido, la amiga de Sonia desaparece y ella se queda sola. Sonia quiere volver a su casa, pero entonces se da cuenta de que no tiene las llaves que guardaba en su chaqueta que, accidentalmente, ha olvidado en el bar. Cuando regresa a buscarla, la chaqueta ha desaparecido. ¿Qué hacer?

Para solucionar esta situación, Sonia debe ir en busca de su amiga para reclamarle las llaves. El problema es que no tiene dinero, por lo que tendrá que buscarse la vida. Empieza así un loco y descacharrante periplo por la noche madrileña, todo un submundo de personajes a cada cual más raro y extravagante. Sonia aprenderá que tratar de controlarlo todo es una tarea imposible y que un poco de caos en la vida tampoco está tan mal.

Ana Polvorosa, en un fotograma de ‘Un mal día lo tiene cualquiera’, de Eva Hache.

¿Qué hace una humorista como tú dirigiendo una película como esta? ¿Cómo caes en este proyecto? ¿Por qué te lanzas ahora a la dirección?

Me lanzo en los brazos de Álex de la Iglesia, que lo tenía clarísimo, junto con Carolina Bang, que son los dueños de Pokeepsie Films, la productora. A ellos les pareció una idea buenísima que yo dirigiera este guion de Elena Morales y, chico, los vi tan seguros que me dije: «¿Por qué no voy a confiar yo en mí misma si estos señores confían tanto en mí?». Pero, vamos, fue algo absolutamente inconsciente.

¿No te habías planteado antes lo de dirigir?

No, no, no. Ha sido un salto sin red.

Como dices, la película está producida por Álex de la Iglesia. ¿Cómo ha sido vuestra relación? Siendo tu primer filme, ¿cómo es tener a alguien como él vigilando, por encima de tu hombro, lo que estabas haciendo?

[risas] La verdad es que yo no sabía muy bien cómo iba a ir esto, pero han sido muy generosos. Han confiado y han sido muy valientes porque, además, me han dado muchísima libertad. Desde el principio, Álex me dijo: «Es tu película y eres tú la que tienes que tomar decisiones».

La verdad es que yo me hice un poco de caca encima porque en el cine puedes meter la pata muy fácilmente. Hay tantos proyectos que no llegan ni a estrenarse… Pero me sentí segura porque Álex me rodeó de todo su equipo, de toda la gente que suele trabajar con él. Son gente absolutamente experimentada y muy sabia.

Al final ha salido tirando mucho de intuición, pero sabiendo también que, en cualquier momento, podía llamar al timbre y decir, «eh, ven aquí a ver esto”, y pedir ayuda. Estoy muy contenta, muy orgullosa. Me sentí muy feliz cuando él empezó a ver cosas y me dijo: «Esto está, esto está». Es una satisfacción personal.

En algún sitio he leído (y yo creo que es algo que se ve en la pantalla), que para ti la película ha sido como una especie de yincana. ¿Cómo ha sido vivir esa yincana hasta la meta final?

Yo creo que cualquier rodaje, para cualquier director o directora, es una prueba de resistencia. Es muy duro, física y psíquicamente. Sobre todo, físicamente. Al final, son jornadas muy largas, son muchas horas tomando decisiones sin parar, cruzando los dedos y pensando si la opción que has elegido era la buena.

Todo el tiempo tienes esa sensación de estar preguntándote: “Dios, ¿estaré cortando el cable adecuado? ¿Es el rojo? ¿O era el azul?” Pero, sin duda, lo más complicado han sido las secuencias de acción. Cuando me ofrecieron dirigir una comedia, en mi inocencia imaginé que iba a ser una cosa de gente sentada, hablando. Algo mucho más ortodoxo, más al uso, con más gags de guion.

Pero esta es una película de acción. Ya desde la primera lectura de la primera versión del guion, me dije: «pero, ¿estamos locos?, ¿cómo va a ser esto?» Pero es verdad que, en esto del cine, la gente luego sabe tanto… Y la gente que tiene experiencia trabaja tan al servicio del director que me he sentido muy bien atendida por mi equipo. Les esteré agradecida toda la vida.

Fotograma de ‘¡Jo, qué noche!’, de Martin Scorsese.

Cuando leí la sinopsis de la película, antes de verla, me acordé enseguida de ‘Jo, ¡qué noche!’, de Martin Scorsese. Luego, pensé que igual ese no era el camino, pero ahora que la he visto es evidente que es una referencia muy clara. ¿En qué te inspiró la cinta de Scorsese? ¿La viste muchas veces antes de hacer tu película?

No, no, no. La verdad es que la había visto hace muchos años y la recordaba más divertida, no sé por qué, más comedia. Cuando la he vuelto a ver (y la he vuelto a ver solamente una vez más), pensé que era una película muy sórdida.

No sé si entonces, cuando la tuve que ver en los años 80, estábamos más acostumbrados a ese punto que tiene de menos alegría, a esa cosa más gris. En algunos momentos, me pareció casi siniestra. En eso, pensé que nuestro guion era más alegre. Es una película más estrafalaria, más inofensiva, aquí no hay un peligro físico tan inminente, no hay muertes. Pero, claro, es imposible no relacionarla un poco.

Se te conoce principalmente por tu faceta como humorista. En ese sentido, ¿qué diferencia has encontrado a la hora de hacer humor desde un escenario o hacerlo para la pantalla?

Pues, fíjate. Es verdad que, como no es una comedia clásica, he tenido que recurrir a otras cosas. Tanto Ana Polvorosa como yo, estábamos de acuerdo en que su personaje no se podía construir desde la comedia, que se tenía que interpretar desde el realismo, desde ese sufrimiento que va acumulando a medida que va pasando la noche. Eso era, precisamente, lo que iba a dar la comedia.

Es el constructo clásico del clown. Cuando el clown lo está pasando mal en el escenario, el público se siente mejor. Y, además, como es tan fácil ver, desde fuera, cuál es la solución a sus problemas, ahí está lo divertido y donde surge la risa. Pero en cine hay un montón de herramientas de postproducción y de montaje que pueden aligerar o te pueden ayudar a contar la historia de una manera u otra.

Cuando trabajaba con Vanessa Marimbert, mi montadora, teníamos una coña. Ella ganó el Goya al mejor montaje por ‘El buen patrón’, la película de Fernando León de Aranoa, y yo le decía que, después de esto, a lo mejor se lo quitaban (risas). A ver si va a haber ahora una categoría que diga: “A ver a quién le quitamos este año el Goya por haber hecho mal su trabajo al año siguiente”.

En serio, con ella he aprendido muchísimo sobre cómo se puede manipular, con todas las piezas del puzzle, el ritmo y ese tempo que necesita la comedia. Esa ha sido una herramienta con la que yo antes no había jugado.

Fotograma de ‘Un mal día lo tiene cualquiera’, de Eva Hache.

Me alegra que me hables del tempo porque la siguiente pregunta iba, precisamente, por ahí. Me pareció que el mayor reto que tiene esta película, como ‘Jo, ¡qué noche!’, es sostener a lo largo de todo el metraje una anécdota que pasa en un tiempo determinado, una noche, y que esa leve trama, se sostenga. ¿No temías que, en algún momento, se te fuera de las manos?

Pues, mira. A lo mejor, también por otra inconsciencia, no tenía tanto esa preocupación, como otra que me parecía de mayor gravedad, que era que la película se sujetaba solamente en un personaje. Para mí el problema era cómo sujetar todo ese arco emocional cuando, como sabes, nunca se rueda de manera cronológica, y cómo esa actriz, interpretando a este personaje, iba a poder sostener toda la película sin cansarnos.

Y en eso, tanto Ana, como yo, estamos muy satisfechas porque hemos visto que hemos conseguido un crechendo trepidante. Si hay algo que me preocupa muchísimo y lo que más me aterra, dentro de mi trabajo, es aburrir. Así que solo espero que no te hayas aburrido, que no te haya dado tiempo (risas)

Ya que lo comentas, ¿cómo ha sido el trabajo con Ana Polvorosa? ¿Ha sido una mutua colaboración o eras tú quien marcabas las pautas?

Bueno, en ese sentido, he sido muy lista porque Ana tiene la comedia totalmente interiorizada gracias a todos sus años de trabajo, sobre todo, en televisión, que es donde ganas callo. Además, yo también sabía que es una tía muy disciplinada, que siempre se trae el texto aprendido a la perfección, que no te hace perder el tiempo, que trabajaba rápido y que es muy buena compañera. La verdad es que ha sido muy fácil.

Quizá el mayor escollo fue aquello de qué vamos a rodar mañana. Eso de, oye, recuerda que esto no está rodado, pero acuérdate de aquello otro y situar bien el estado de ánimo de su personaje en cada momento. A lo mejor, por haber estado más veces en ese lado, la dirección de actores ha sido un patio en el que me encontraba muy segura.

Como además hice el casting personalmente, me aseguré de que iba a entenderme muy bien y con pocas palabras con los actores y actrices. Por ejemplo, con Agustín Jiménez. Nos conocemos desde los primeros tiempos de Paramount Comedy y con un levantamiento de cejas, ya sabemos de lo que estamos hablando. Al final, eso ha sido muy gustoso.

La película nos propone una reflexión sobre la relación entre orden y caos. ¿Dirías que vivimos demasiado obsesionados por asegurarnos un orden que nos permita controlarlo todo?

Yo creo que el problema es que cada vez hay menos seguridad, en general. Hay menos seguridad en los trabajos, hay menos seguridad en las parejas, hay como menos largos recorridos. En ese sentido, creo que es normal que, al final, la mayoría de la gente se quiera agarrar a un orden interno, a una decisión o unas decisiones a priori.

Pero claro, ¿qué es lo que pasa? Que si no tienes cierto giro de cintura y cierta capacidad de cambio, si no eres flexible, al final se te rompe algún hueso. O sea, hay que trabajar el colágeno y el ligamento porque, aunque podamos estar muy seguros, muy seguros de algo, la vida tienes que esquivarla (risas).

Fotograma de ‘Un mal día lo tiene cualquiera’, de Eva Hache.

Hay algo que define a la protagonista, que creo que nos señala como espectadores, y que se refiere a esa manera que tenemos de vivir dentro de nuestros pequeños mundos, y como ese vivir encerrados en nuestros mundos nos impide ver el de los demás y tener una visión más amplia del mundo real.

Y, sobre todo, ¡cuántas cosas nos perdemos por no querer perdernos! De pronto, el hecho de que te quedes una noche sin llaves de casa y no te quede más remedio que echarte a la calle, al final te hace ver cosas que normalmente no verías.

Y eso es tan fácil como meterte el móvil en el bolsillo, apagar el volumen y mirar a ver qué encuentras con verdadera curiosidad. A mí siempre me ha gustado mucho andar por la calle y mirar. Es verdad, también, que la noche acompaña. Yo creo que, por las noches, hay habitantes diferentes.

¿Todo ese submundo de personajes que se va encontrando la protagonista, estaban en el guion original?

Sí, todo estaba en guion. Ayer, Elena, la guionista, vio la película por primera vez. Le habíamos ofrecido verla en algún pase privado, por si le daba cierto pudor, pero ella dijo que prefería verla en el preestreno, con todo el mundo. Y ahí yo me dije, «espero que le guste, porque si tiene que fingir aquí, delante de todo el mundo, va a ser dificilísimo» (risas). Pero me dijo que estaba muy contenta, que se había sentido respetada, que habíamos respetado su trabajo.

El guion está prácticamente íntegro. Es verdad que cada uno se lo puede imaginar de una manera, los colores, los actores y las actrices que encarnan a cada personaje… Seguramente, Elena tendría a otros en su cabeza, pero estoy contenta de que ella esté contenta. Este era el primer trabajo que ella firmaba en solitario y para ella también ha sido importante.

En este caso, también era importante que se tratara de una mujer escribiendo una historia de una mujer y que fuera dirigida por una mujer. Creo que las historias de las mujeres llevan tanto tiempo siendo contadas por hombres que, al final, les falta una dosis de realidad natural.

La película también es un homenaje a la ciudad de Madrid. En ‘Jo, ¡qué noche!’, la ciudad también aparece como un personaje más. ¿Crees que le debías eso a tu ciudad? ¿Es algo que necesitabas hacer?

Sí, sí. Es como un ente propio que despierta por la noche, como los juguetes de Toy Story que, cuando nadie los ve, cobran vida. Yo creo que la ciudad tiene un pulso absolutamente distinto por la noche. Para mí, que conozco Madrid desde muy pequeña, aunque no he vivido siempre ahí, estos barrios que aparecen en la película representan lo poco que queda de un Madrid auténtico.

Villaverde, Usera, Vallecas, Carabanchel, Pan Bendito, son lugares a los que todavía no ha llegado la globalización de las franquicias. Las casas de apuestas sí, desgraciadamente, porque son el veneno negro, pero todavía están un poco a salvo.  Todavía hay un poco de esa sensación de… no me gusta decir “de pueblo”, pero sí de otro tipo de cercanía.

Después de esta yincana de la que hablábamos, ¿te han quedado ganas de hacer otra película o, como dice el título, un mal día lo tiene cualquiera?

No, la verdad es que yo soy más de un mal rato lo tiene cualquiera (risas). Yo soy de las que piensan que todo lo que no te mata, te hace más fuerte o te hace aprender. La verdad es que sí, me ha picado el bicho.

Es durísimo, es una locura, cuando estás rodando una peli se te anula el resto de tu vida, pero es apasionante, es como vivir mil vidas. Así que, si me lo permiten, repetiré, pero dejaré pasar un buen rato para descansar.

Como los psicólogos, que cuando cambian de paciente, necesitan un tiempo para enfrentarse al siguiente.

Un poquito de reseteo, sí. Efectivamente, hay demasiadas cosas en la cabeza como para apuntarse a otras nuevas (risas).

Eva Hache
La humorista y ahora directora Eva Hache, en la presentación de ‘Un mal día lo tiene cualquiera’, en los Cines Kinépolis València.