#MAKMAEscena
‘Rusalka’
Compositor: Antonín Dvořák
Libreto de Jaroslav Kvapil
Basado en el cuento de hadas ‘Undine’, de Friedrich de la Motte Fouqué e inspirado en el cuento ‘La sirenita’, de Hans Christian Andersen
Con Olesya Golovneva, Adam Smith, Sinéad Campbell-Wallace y Maxim Kuzmin-Karavaev, entre otros
Orquestra de la Comunitat Valenciana
Les Arts
Av. del Professor López Piñero 1, València
Hasta el 11 de febrero de 2024
Durante estas últimas dos semanas se ha podido disfrutar de la música de Dvořák en una controvertida puesta en escena de Christof Loy que debuta sobre las tablas de Les Arts. En ‘Rusalka’, una de las mejores óperas del compositor checo, podemos escuchar a la Orquestra de la Comunitat Valenciana (OCV) junto con el Cor de la Generalitat Valenciana, bajo la batuta de Cornelius Meister, en una coproducción con el Teatro Real de Madrid, el Liceu de Barcelona y la Ópera de Dresde.
En primer lugar, hablar brevemente de la fábula que palpita bajo el armazón escénico-musical y que es una historia muy conocida por todos los públicos, versionada hasta la saciedad: el cuento de ‘La sirenita’. En este relato de Hans Cristian Andersen, sumándole la mitología eslava, se basó el libretista Jaroslav Kvapil para escribir una ópera a la que le faltaba compositor. Ante el rechazo de las opciones disponibles, un anuncio público despertó el interés de un consagrado Antonín Dvořák, quien había decidido dedicarse a la creación operística como la mejor herramienta para instaurar el arte nacional checo.
🚨 ¡Últimas funciones de #Rusalka! 🚨
— Les Arts, València (@LesArtsValencia) February 8, 2024
Solo dos fechas más para disfrutar de la emocionante producción de Christof Loy sobre la obra maestra de Dvořák.
🔊 La función del viernes 9 contará con servicio de #audiodescripción.https://t.co/7laVeKyDOR
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Por tanto, estamos ante la consabida historia de una ondina que quiere ser humana y desea sentir en sus propias piernas las pasiones de esa raza que es tan simple, pero que para ese ser acuático resulta misteriosa. Su padre, Vodník, le advertirá del error que está cometiendo, pero ella, llevada por el ímpetu juvenil y el ansia de consumar sus deseos, hará caso omiso y se encomendará a las artes de la hechicera Ježibaba. El hechizo tendrá una contrapartida: podrá ser humana, pero perderá la voz y, si su amor fracasa, Rusalka será condenada a las profundidades del lago en forma de monstruo mortífero.
La lectura de esta obra a los ojos contemporáneos mantiene los estereotipos de género. La mujer protagonista está equivocada en todo, presa de sus pasiones y emociones, cae al fondo y arrastra allí al príncipe. Los otros personajes femeninos son la bruja hechicera o la promiscua princesa extranjera; poco más que añadir.
El papel de los hombres que perpetúan el heteropatriarcado, con el Rey de las Aguas (Vodník) como la figura que destila sensatez, o el príncipe, quien tiene que ser satisfecho y que no es penalizado por su promiscuidad, sino por culpa de Rusalka, no es enmendado por la propuesta que vemos en Les Arts. Ni mucho menos.
La propuesta escénica conceptual de Christof Loy prescinde de toda referencia a la condición de ondina de Rusalka y la convierte en una bailarina de ballet lesionada. El lago que centra la trama es sustituido por el foyer de un teatro. En el primer y tercer acto, aparecen las piedras del fondo del lago como metáfora que desentonan con el absoluto realismo de la recepción del teatro. La traslación hecha por el director de escena es forzada y no se llega a completar totalmente.
Si el paralelismo entre ser una sirena y ser una bailarina lesionada resulta poco equiparable, los dos mundos que se plantean en el libreto original quedan reducidos a uno solo y la magia desaparece por completo. Hay una contradicción constante entre lo que se ve y lo que se dice, y la permanencia durante los tres actos de un mismo escenario (salvo la aparición de las rocallas de cartón piedra) hace que no haya sorpresa; lo rescatable queda reducido al movimiento de los personajes sobre escena y las coreografías con múltiples cuadros que se dan en el segundo acto.
Sin embargo, todo puede perdonarse por la delicia que supone escuchar la música de Dvořák interpretada por la Orquesta de la Generalitat Valenciana. La sucesión de leitmotivs autorreferenciales de inspiración wagneriana y la magia del mundo acuático produce sensaciones difíciles de describir.
La conocidísima ‘Canción de la luna’ quedará resonando en los oídos del espectador durante días. Solo por ese placer, es recomendable acudir a disfrutar de ‘Rusalka’, que estará hasta el 11 de febrero en Les Arts de València. Porque la música (como el amor) todo lo puede.
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