#MAKMAArte
‘Intersecciones’, de Claudia Joskowicz
Jorge López Galería
Padre Jofre 26, València
Hasta el 1 de junio de 2024
Hasta los años 80, había un detalle en la plaza central de Santa Cruz de la Sierra que le causaba escalofríos a la pequeña Claudia Joskowicz. Era una simple cajita con un vidrio empapado de humedad. Pero a través de aquel cristal se podían observar los huesos de un ser humano.
La urna osario de Ignacio Warnes (el libertador de la ciudad boliviana) –ubicada en el pedestal de la estatua en homenaje al prócer– le provocaba a la niña, asimismo, una inquietud: «Aquel monumento era tan grande a la escala de aquella cajita, que la cajita no podría contener esta cosa tan grande».
Con el tiempo, Joskowicz pasó a entender aquella distorsión de proporciones «como el espacio entre la realidad y el mito». En su primera exposición individual en València, ‘Intersecciones‘, la artista se sitúa en este entre lugar para reflexionar sobre la construcción de los mitos, las narrativas y la memoria.
Lo hace utilizando el videoarte, con la videoinstalación de dos canales ‘Cada Edificio de la Avenida Alfonso Ugarte – Según Ruscha’ (2011) y la trilogía de vídeos ‘Recreaciones’, que incluye ‘Arrastrado y descuartizado’ (2007), ‘Vallegrande, 1967’ (2008) y ‘Round and round and consumed by fire’ (2009)’.
Con una mirada antropológica –además de artística– y una fuerte influencia cinematográfica, Claudia Joskowicz nos invita en Jorge López Galería a indagar sobre la transformación de personajes y sucesos históricos en leyendas, así como sobre la exploración, el consumo y el recuerdo de esas historias.
La suya empezó en Bolivia. Su padre era un refugiado judío polaco y su madre una boliviana tradicional. Ella cuenta que, por eso, siempre ha tenido la sensación de que «pertenecía, pero no pertenecía». Tras estudiar Arquitectura en Houston y París y cursar una maestría en Artes Plásticas en Nueva York, Joskowicz vive, actualmente, entre Bolivia y Estados Unidos, y confiesa que sigue sintiéndose, muchas veces, como una extranjera en su propio país.
«Cuando salí a Estados Unidos y volví, después, con una mirada ya de adulta, esto me permitió una distancia crítica. Y es lo que quiero: poner una mirada casi documental, pero entendiendo el lugar donde estoy trabajando», evalúa la artista.
Joskowicz revela que las obras que conforman ‘Intersecciones’ fueron un punto de inflexión en su carrera artística. «Antes, mi obra era muy formal». Hasta que tuvo la oportunidad de volver a pasar más tiempo en Bolivia «y empieza esa trayectoria que es, también, una forma de aprendizaje para mí misma».
El 2007, Joskowicz fue invitada a participar de un taller en La Paz con otros artistas bolivianos y europeos. En una visita al Museo Costumbrista, se fijó en un diorama que mostraba la ejecución de Túpac Katari –líder indígena del siglo XVIII que luchó por la liberación del Alto Perú–. «En ese momento, Evo Morales acababa de llegar a la presidencia y Túpac Katari vuelve como símbolo. Entonces, la cara de Katari está presente en todo lado en Bolivia», comenta Joskowicz. Con la suma de estas experiencias, la artista se quedó pensando en «cuáles son estos momentos en que el mito se convierte en algo mucho más grande». Fue cuando produjo ‘Arrastrado y descuartizado’.
La artista explica que la investigación que estaba desarrollando sobre la reactuación en el cine documental también influyó en la obra. En la trilogía ‘Recreaciones’, Joskowicz extrapola esa técnica, con escenarios y elementos contemporáneos, haciendo patente la idea de reproducción. En ‘Arrastrado y descuartizado’, por ejemplo, recrea la ejecución de Túpac Katari utilizando motos en lugar de caballos y así pone en evidencia la intersección entre el pasado y el presente.
El título de la muestra, ‘Intersecciones’, también encuentra eco en el cruce entre lo cotidiano y lo extraordinario. Ejemplo claro de ello es ‘Cada edificio de la Avenida Alfonso Ugarte – Según Ruscha’. La videoinstalación muestra un travelling continuo por dicha vía pública –una de las principales arterias de El Alto– con dos interrupciones: una fiesta y una protesta popular.
La referencia a Edward Ruscha es por el libro fotográfico ‘Every Building on the Sunset Strip’ (1966). Aunque Joskowicz nos cuenta que descubrió, junto a este, «otro libro idéntico» con fotos de Yoshikazu Suzuki: ‘Ginza Haccho’ (Every Building on Ginza Street)’ (1954). Su video, apunta la artista, «es como una tercera iteración de esta técnica. Utilizo la imagen formal de Suzuki y Ruscha, y la llevo a un país en proceso de desarrollo».
Asimismo, no podemos dejar de notar que, a diferencia de Suzuki y Ruscha, la obra de Joskowicz tiene movimiento, colores y gente. «Hay vida y es caótica». La cotidianidad de un lugar que de barrio se convirtió en ciudad y es, actualmente, una de las que más rápido crece en Latinoamérica. «El Alto se convierte para mí en un mito, en un símbolo más de Bolivia, que representa todo lo bueno y lo malo que está pasando en ese momento».
En contraste con el movimiento ciudadano y comercial, Joskowicz incorpora en el video una escena fija de violencia: una imagen fotográfica que representa las protestas relacionadas con la Guerra del Gas de 2003. La lectura parece ser que la vida se mueve, pero el conflicto es fijo, como si se quedara en la memoria y en el día a día.
«Pero el conflicto no solamente se queda, sino que vuelve. Porque El Alto es una ciudad muy estratégica geográficamente. Es por donde entra todo a la capital, la comida, el combustible. Entonces, ante cualquier conflicto político o social, ¿qué hacen? La bloquean».
La interferencia propuesta por la artista pone en evidencia esa extraordinaria y violenta interrupción de la rutina, a la vez que hace referencia a los paros. «Vivir en Bolivia es vivir un paro, ya sea de los profesores, las aerolíneas, los transportistas…».
Claro está que las obras que presenta Claudia Joskowicz en ‘Intersecciones’ se centran en momentos clave de la historia boliviana. Sin embargo, la lectura que hace de esos sucesos se puede aplicar a múltiples realidades.
Como ejemplo, ella comenta: «Mi experiencia es ir a Argentina y hay paro de algo. En Francia también, siempre ocurre». Además, algunos personajes que marcaron la historia del país latino no son exclusivos de ahí, como es el caso de Che Guevara y de Butch Cassidy y Sundance Kid.
¿Se podría hablar en una mitología moderna?, le preguntamos. «No, yo creo que eso viene históricamente». Aunque no estamos hablando de mitos griegos o romanos, «ese proceso de construcción del mito no es contemporáneo, es algo que histórica y globalmente se ha hecho siempre. La cuestión es que del cómo se vive al cómo se cuenta y se recuerda, hay muchas historias del mismo momento. Pero creo que necesitamos símbolos, necesitamos héroes».
Un caso ejemplar es el del Che. «Es como un mártir romántico, muy atractivo también, que se vendía; lo ponían en todos lados, era como un ícono de rebeldía, aunque algunos ni siquiera sabían quién era».
Médico, político y guerrillero comunista, el Che Guevara defendía la lucha armada contra el imperialismo. Tras ser ejecutado, su cuerpo fue llevado a Vallegrande, depositado en la lavandería de un hospital y exhibido a soldados, periodistas y pobladores. En ‘Vallegrande, 1967’, Joskowicz vuelve a esta ubicación boliviana –ahora cubierta de pintadas– y recrea la escena de la exposición del difunto.
«Estás comentando que el Che ahora es un símbolo comercial, ¿no?», apreció el público cubano cuando la artista expuso la obra en la Bienal de La Habana.
El vídeo empieza mostrando un amplio panorama, lo que permite que los espectadores podamos fijarnos detenidamente en el contexto. Poco a poco, a modo de espías, nos vamos acercando a la situación, hasta que la observamos muy de cerca, como si fuéramos uno de los ángeles de Win Wenders y estuviéramos dentro de la misma escena.
«Yo intento hacer presente el medio con el que trabajo y también entrar en diálogo con el espectador; no como un cine narrativo o mainstream. Lo que hago es utilizar este medio para que el público lo absorba de otra manera».
Joskowicz explica también que el travelling ralentizado –que utiliza de diferentes maneras en los videos de ‘Recreaciones’– «es como un guiño a Godard», más precisamente al travelling de ‘Weekend’, que «tiene detrás una mirada muy similar».
Menciona además la influencia del cine estructural, de Tarkovski, Michael Snow, Hollis Frampton y, especialmente, del cine de Warhol. «Warhol lo que hacía era rodar a ciertos cuadros por segundo y lo editaba o lo proyectaba a otros cuadros por segundo».
En su libro ‘Esculpir el tiempo’ (1985), Andrei Tarkovski afirma que en ese trabajo escultórico reside la naturaleza de un arte fílmico propio de un autor. En otro pasaje de la misma obra, el cineasta ruso comenta: «El tiempo y el recuerdo están abiertos el uno para el otro, son como dos caras de una sola moneda. Está absolutamente claro que fuera del tiempo tampoco puede haber recuerdo».
Claudia Joskowicz juega con el tiempo, con recreaciones y reactuaciones, con elementos del cine, la fotografía y el arte digital para reflexionar sobre las intersecciones entre hechos, narrativas y memoria.
Es lo que pasa en ‘Round and round and consumed by fire’, video en el que recrea el tiroteo y posterior muerte de Butch Cassidy y Sundance Kid. La representación hace referencia a la escena final de ‘Dos hombres y un destino’ (George Roy Hill, 1969), mientras el título de la obra alude a la película ‘In girum imus nocte et consumimur igni’ (‘Damos vueltas en la noche y somos consumidos por el fuego’), película en que Guy Debord critica la alienación capitalista. Con ello, la artista hace notar la exploración cinematográfica del suceso y el modo en que consumimos la historia.
Según Joskowicz, la película estadounidense utiliza «un set que parece un poco México y un poco California. Pusieron una bandera boliviana y listo». A la vez, «tienes a Robert Redford y Paul Newman, que son dos de los hombres más bellos de ese momento. Están vendiendo una imagen. Al final, es venderte la historia».
Por otra parte, apunta que la alusión que hace a Debord «me gusta también porque el título en latín es un palíndromo y se refiere a esa idea de que la historia vuelve y vuelve –como dijo Marx retocando Hegel–, primero como tragedia y luego como farsa».
Tomando prestadas las palabras de Miguel Ángel Hernández (en ‘El arte a contratiempo’, 2020), podríamos decir que la exposición ‘Intersecciones’ nos deja, sobre todo, preguntas: «Cómo se escribe la historia, quién la escribe, de qué modo, con qué fines, a quién pertenece, a quién beneficia, a quién olvida… y, sobre todo, cómo es posible elaborar una historia diferente, alejada de los modos tradicionales en que ésta se ha producido y transmitido».
En todo caso, merece la pena recordar, también, lo que propugna Carlos Ruíz Zafón en ‘El juego del ángel’ a través de su personaje Corelli: «Todo es un cuento, Martín. Lo que creemos, lo que conocemos, lo que recordamos e incluso lo que soñamos. Todo es un cuento, una narración, una secuencia de sucesos y personajes que comunican un contenido emocional. Un acto de fe es un acto de aceptación, aceptación de una historia que se nos cuenta. Sólo aceptamos como verdadero aquello que puede ser narrado».
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