#MAKMAAudiovisual
Entrevista a Rafaela Pareja y Carlos García Aranda, directores de CICEMA
II CICEMA Festival Internacional de Cine Cerámico de Manises
Auditorio Germanías
García Lorca 6, Manises (València)
Del 31 de mayo al 2 de junio de 2024
La segunda edición de CICEMA llega a Manises pisando fuerte. El festival que, en 2023, abrió sus salas a un mundo donde el barro y las técnicas cerámicas tenían cabida, ve en la presente entrega ilusión, sorpresas, esperanzas y, sobre todo, variedad.
Aunque, a priori, estos puedan parecer incompatibles, el Festival Internacional de Cine Cerámico de Manises concierta cine y cerámica, defendiendo con fervor que no son tan dispares como puedan aparentar. Con todo, sus directores, Rafaela Pareja y Carlos García Aranda, confiesan estar maravillados ante el alto grado de participación y compromiso con un certamen que es único en sus características en Europa.
La programación, exquisitamente variada, cuenta con cerca de una treintena de propuestas que se proyectarán en el Auditorio Germanías de Manises entre el 31 de mayo y el 2 de junio. Todo un fin de semana en el que podremos disfrutar de las películas seleccionadas para la sección oficial y la de estudiantes, así como filmes complementarios fuera de competición.
De igual modo, sus responsables nos animan a asistir a las actividades complementarias –entre las que se encuentran grandes nombres como el de Javier Mariscal–, y nos garantizan una experiencia única e inigualable.
¿Cómo se fraguó CICEMA? ¿De dónde nace la idea de formar juntos este festival?
Carlos García Aranda (CG): [Antes de CICEMA] Rafaela había hecho dos películas. La segunda de ellas estaba en posproducción, casi terminada, pero había un fragmento, un momento importante, donde no les gustaba la música que tenían. Yo fui músico de una forma semiprofesional de joven y Rafaela me pidió que hiciera algo de música para esa escena. Lo hice, le gustó y a partir de ahí empecé a involucrarme con el tema de las películas. Aunque yo conocí a Rafaela cuando fue mi profesora.
Rafaela Pareja (RP): Entonces todo eso se unió. Por un lado, la técnica y los procesos; por otro, el querer contar historias diferentes, muy creativas en el audiovisual. Porque nosotros no queríamos hacer un documental al uso. Nuestras películas eran como experiencias, también buscando mucho lo que era la imagen y la música, más que el texto: que fuera muy visual.
¿Eso con respecto al festival o en cuanto a hacer películas?
(CG): No, exclusivamente a hacer películas sobre cerámica para poner en valor algunos de los referentes artísticos en España y en todo el mundo. Pero antes fuimos a China, concretamente, a Jingdezhen –que es la cuna de la porcelana– a hacer una película. Nos aceptaron el proyecto y desde una entidad china nos subvencionaron el viaje, la estancia, todos los gastos.
(RP): Y, luego, ellos mismos quisieron que hiciéramos una muestra de cine allí.
¿Entonces, la idea del festival nace por parte de ellos?
(CG): Bueno, puede ser que lo propusiéramos nosotros. Porque querían que, individualmente, cada uno de nosotros hiciésemos alguna cosa, una conferencia o un curso. Entonces, montamos una muestra de cine sobre cerámica.
(RP): Centrándolo a lo que es el origen del festival, comenzó porque empezamos a hacer muestras de cine –en Zaragoza, Manises y València– para que esas películas se pudieran ver porque, verdaderamente, había un fondo muy grande de material audiovisual con el tema cerámico, pero luego no había sitio donde se pudiera ver.
(CG): Nosotros teníamos la idea –a raíz de toda nuestra experiencia con el cine sobre cerámica, las muestras de cine cerámico que hicimos tanto en China como aquí, etcétera– de montar el festival. Acabamos presentando el proyecto ya hecho a varios Ayuntamientos. Nos dijeron que no; y, un buen día, en Manises nos dijeron que sí, que les interesaba, hace ya tres años.
¿Cuántas propuestas ha recibido la segunda edición de CICEMA?
(RP): Ha habido muchísima participación, más de la que imaginábamos, incluso de estudiantes. Yo creía, después de ir por las escuelas, que no se iban a animar porque era ya muy tarde. Pero, al final, se han presentado películas muy buenas.
(CG): Sí, la verdad es que estamos muy contentos con la respuesta que ha habido. Hemos recibido más de 60 películas de 18 países. Tenemos películas del continente americano, películas asiáticas –tanto de Corea como de Japón, China continental, Taiwán…–, de Europa…
¿Cuál sería vuestro diagnóstico en cuanto a la calidad de los cortometrajes presentados?
(CG): Hay un poco de todo. El comité seleccionó cerca de 30, y la verdad es que dentro de esas películas hay algunas muy interesantes. Además, de todos los géneros imaginables. Hay diferentes tipos de documental, pero también hay películas experimentales que son más poéticas. Había películas más cercanas al videoarte, a la performance, animación y ficción.
(RP): Es muy variado. Quizá lo que más hemos recibido de España sea el documental etnológico –por ejemplo, sobre el botijo de Agost o de Fresno de Cantespino–. Pero está muy bien porque da una variedad sobre lo último que queda de lo que hemos conocido como cerámica artesanal, y yo lo veo como un documento superinteresante porque la gente lo ha hecho para el festival. Si no hubiera sido así, esa memoria no queda fijada, y eso es lo que nosotros desde siempre hemos intentado manifestar como memoria cerámica.
¿Cuáles son los objetivos del festival?
(CG): Uno de ellos es animar a que la gente haga películas sobre cerámica de cualquier tipo. Lo que dice Rafaela es muy importante: documentar técnicas, tradiciones que están desapareciendo y de las que quedan muy pocos exponentes y para las que no hay relevo generacional.
Por otro lado, queremos animar a la gente a que haga películas sobre cerámica no solamente dentro de lo que es el mundillo –muchas de las películas son hechas por ceramistas–. También nos interesa ampliar la mirada desde fuera, para que desde el mundo del cine se animen a hacer películas sobre cerámica. La cerámica tiene mucho juego.
¿Cuál es la proyección a la que queréis elevar el festival?
(RP): Si no hay una apuesta fuerte económica por el festival, no crecerá. Ahora, si hubiera presupuesto para que hubiera un equipo y lleváramos esto a otra dirección… A lo mejor, que viniera a València en otros cines más grandes, hacer más actividades y con premios más suculentos. Que los directores de cine pensaran en contar historias sobre cerámica. Entonces no se quedaría con el tema aburrido de contar la vida de un ceramista, sino que se abriría a contar historias que están pasando.
Lo que está pasando ahora, en el apogeo cerámico en las ciudades, es que el que todo el mundo quiere tocar el barro, hacer su pieza; hay gente está trabajando de arquitecto, por ejemplo, lo deja todo y se pone a trabajar cerámica… Hay muchas historias que contar. Si el cineasta se involucra en estos procesos, la calidad de estas películas será mayor y habrá mucha más temática.
Enric Mestre ha comentado en alguna ocasión que en Japón le impactó la forma en que se entendía la cerámica. En vuestro caso, ¿habéis encontrado alguna diferencia entre países?
(CG): Ahí estamos hablando de conceptos culturales, mientras que cuando hablamos de películas estamos hablando de creaciones personales e individuales. Sí que es verdad que la cerámica tiene un lugar privilegiado, prestigioso en la cultura asiática, pero hemos de tener en cuenta que ahora vivimos en un mundo muy interconectado.
(RP): Yo sí que creo que hay mucha diferencia en el sentido de que hay países donde no se ha trabajado la porcelana. En los países de África y del sur se ha trabajado con pastas, y el proceso técnico ha sido muy diferente al de China, la cuna de la porcelana. Son procesos que, normalmente, no conoces. A nosotros nos dio un flashazo viendo lo que eran capaces de hacer en China, por ejemplo.
A la hora de la selección, ¿habéis tratado de equilibrar calidad y lo que le podéis mostrar o enseñar al público con estas películas?
(CG): Yo quería que el proceso de selección fuese lo más riguroso posible. Insistí en que en el comité de selección hubiese gente que viene exclusivamente del cine. De hecho, en el comité había gente del cine y gente del mundo de la cerámica para equilibrar lo que dices.
En el mundo de la cerámica –en lo que se suele llamar “la familia cerámica”– hay cosas que nos fascinan mucho a nosotros, pero a un espectador normal le pueden parecer una rayadura o muy anodinas. Tener la oportunidad de leer y aprender con eso es absolutamente fascinante. Pero, a lo mejor, desde el punto de vista cinematográfico no tiene mucho interés para el público general.
De hecho, ese es otro objetivo: la hibridación. La hibridación de cine y de cerámica tiene unos beneficios intrínsecos. Las dos disciplinas se benefician mutuamente. Esa hibridación también permite que la cerámica tenga una visibilidad de cara a un público mucho más amplio. El festival quiere servirse de los medios del cine para divulgar la cerámica y que eso llegue a más gente.
¿Qué destacaríais de la presente edición?
(RP): Nosotros hemos recibido y nos hemos sorprendido. Yo creo que tiene mucha calidad porque hay, sobre todo, trabajos de estudiantes que dan mucha esperanza de que eso está moviéndose y que están contando historias muy creativas.
En animación, que yo veía ya un tipo de documental que se estaba perdiendo –porque eso lleva una faena impresionante de modelar y luego grabar–, sí que hay un impulso: hay gente joven que está haciendo esto. Yo le veo posibilidades infinitas y ahí se va a contemplar mucho de creatividad y también de respeto a lo que es el ancestro, los referentes que están ahí. Estoy muy contenta con la materia que tenemos.
(CG): Lo que destacaría de la programación del festival es la tremenda variedad, tanto desde el punto de vista del origen de diferentes películas como de la temática y los géneros Creo que tenemos una programación para tener un fin de semana fabuloso, muy atractivo para atiborrarse, si uno quiere, de ver películas sobre cerámica.
Y este año habéis apostado por traer una figura de gran relvancia. ¿Por qué Javier Mariscal?
(RP): Este festival es muy pequeñito. Necesitamos personas que puedan atraer a público. Mariscal puede traer público de diseño, no solamente ceramistas y alfareros. Lo abre, también, a muchos creativos. Y, luego, él ha trabajado la cerámica desde el punto de vista del diseño para decorar, siendo muy rompedor.
¿Una última exhortación para asistir a CICEMA?
(RP): Queremos animar a la gente a asistir porque va a haber muchas sorpresas. Y en la inauguración va a haber un espectáculo de apertura [con la compañía Animal Religion] muy interesante. Los actores y los músicos también utilizan la cerámica y aquí todo está relacionado.
La sorpresa en el festival va a jugar mucho papel. Se van a sorprender porque la cerámica se saca del cacharro: ya no es el cacharro –entendido como la pieza utilitaria– que siempre ha estado, sobre todo en València y en España, muy a segunda cola. No era arte si trabajabas con cerámica porque el material había sufrido una etiqueta negativa.
(CG): Ten en cuenta que la cerámica ha desempeñado siempre una función práctica. La mayor producción cerámica que se ha hecho en España y en muchos otros países ha sido una producción utilitaria. Dentro de esa producción, había muchos niveles: en España no era lo mismo una cerámica hecha en Agost que otra hecha en Talavera o en la Real Fábrica de Alcora.
El material cerámico fue sustituido en el siglo XX por otros materiales que eran más baratos y se pueden hacer a gran escala, plásticos sobre todo. En el festival se ve la transición del uso utilitario de la cerámica a la práctica artística como la entendemos hoy en día, es decir, como algo que es más expresivo, más personal, más cargado de significado.
(RP): Y, luego, hay muchos artistas que eligen la cerámica como material expresivo, que no quieren óleo, sino arcilla. Ahora sí que se le está dando el valor que tiene, cuando ha estado siempre por debajo.
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