Manuel Guitiérrez Aragón

#MAKMAAudiovisual
‘El Misteri d’Elx, un acontecimiento de película’
Con Manuel Gutiérrez Aragón, Francisco Javier Gonzálvez Valero y Pablo Mas
Festival Fronteras València
Centro Cultural Clarisas, Elche
Jueves 8 de junio de 2024

El objetivo del Festival Fronteras es ser un lugar de encuentro “donde los músicos hablan de literatura y los escritores de música”, y teniendo este mantra como referencia se genera toda una programación donde se suceden los grandes nombres en un formato cercano propicio para conversaciones, recitales o talleres.

Este año, como novedad, el festival no solo tendrá lugar en València, del 12 al 15 de junio, sino que Elche se ha convertido en punto de partida de su segunda edición mediterránea, acogiendo el pasado fin de semana parte de su programación. Asistieron grandes músicos y literatos (y demás artistas) como El Niño de Elche, Martirio, Karina Sáinz Borgo o Rodrigo Cortés.

En el marco de su hechido cronograma, el Centro Cultural Clarisas de la localidad alicantina acogió el jueves 6 de junio la presentación del documental (todavía no estrenado) sobre el Misteri d’Elx ‘La Festa’, que el cineasta cántabro Manuel Gutiérrez Arargón (Torrelavega, 1942) –responsable de grandes títulos como ‘Camada negra’ (1977, Oso de Plata en Berlín), ‘Sonámbulos (1978, Concha de Plata en San Sebastián) o ‘La mitad del cielo (1986, Concha de Oro en San Sebastián)– ha dirigido junto a Pablo Mas, profesor de la UMH, montador cinematográfico y, recientemente, nombrado de manera oficial maestro de ceremonias del Misteri d’Elx.

El acto, presentado por el director del festival, Jesús Ruiz Mantilla, también contó con la presencia de Francisco Javier Gonzálvez Valero, miembro fundador del Grup Ternari de música barroca y tradicional, y organista titular de la Basílica de Santa María de Elche y Mestre de Capella del Misteri d’Elx.

Entre ellos conversaron sobre la capacidad de la fiesta para atraer a un gran público y explicaron que el documental constaba de dos partes fundamentales: una, en la que por primera vez se grabó la parte de montaje de la tramoya, y, otra, la ceremonia en sí.

El Misteri d’Elx es una representación sacrolírica medieval, Patrimonio de la Humanidad desde 2001, que lleva representándose desde hace más de 500 años, lo que hace de esta escenificación un acontecimiento único. Según Pablo Mas, parte de esa singularidad se debe a que forma parte de las fiestas del pueblo y, además, “hay –y ha habido– una gran labor detrás por preservar este legado, que es una joya”.

“El verdadero valor es del pueblo de Elche, que en aquel momento se reveló contra el mandato del Concilio de Trento, que prohibía las presentaciones en los templos, y logró que aquello continuara”, recordaba González Valero.

Manuel Gutiérrez Aragón. Festival Fronteras
Un instante del coloquio ‘El Misteri d’Elx, un acontecimiento de película’. Imagen cortesía del Festival Fronteras.

Para clausurar el acto y dar por inaugurado el festival, la organización preparó una sorpresa para los asistentes consistente en el canto en directo por parte de los niños que llevarán a cabo la representación de este año.

Con motivo de la presencia de Manuel Gutiérrez Aragón en tierras ilicitanas, entrevistamos al director acerca de ‘La Festa’, procurando, a la par, un breve repaso por su trayectoria y por sus recientes publicaciones.

Con la historia que hay detrás del Misteri d’Elx, ¿qué opina sobre que no hubiera ningún metraje reciente que recogiera este acontecimiento? ¿Cuál es la importancia de haberlo llevado a cabo?

Filmar el Misteri no es tarea fácil. De hecho, tiene que ser un documental porque no puedes repetir ninguna escena. No puedes decirle al ángel que suba y que baje otra vez porque solo ocurre en el momento; o sea, que no es fácil hacer un documental en directo, casi como si fuera televisión. Existe el documental que grabó Gudie Lawaetz, en 1978, junto a Michael Dodds, que tenía una perspectiva muy sociológica, ya que era el pueblo y su comportamiento en torno al Misteri.

En ese momento, había mucha gente que trabajaba para el Misteri, gente como el cartero, el conductor de autobús, los niños de las escuelas… Nosotros también hemos querido recoger esa parte, aunque también es verdad que ahora tenemos más medios; por ejemplo, ahora hay muchas cámaras digitales que pueden grabar en directo y es más fácil que hace veinte años, cuando lo hizo mi antecesora, Gudie.

También es complicado porque el Misteri, para mí, la gracia que tiene es verlo en directo, con la gente delante, y no es fácil repetir un espectáculo así en una película porque pierde un poco de la fuerza del momento. Es decir, se pierde el calor, los abanicos, la gente llorando y todo eso, aunque también nos interesaba y hemos procurado sacar todo el contexto. En cambio, la música se ha grabado muchas veces.

También está el mecanismo, parte que a mí me parece muy interesante. Todo lo que es la tramoya que simula la parte del cielo, que se encuentra dentro de la cúpula de la iglesia y que es tan histórico como la subida y bajada del ángel, o la coronación de la Virgen. Todo eso que no se ve y que hemos podido filmar me parece espectacular. En cualquier caso, nada puede suplir ver el Misteri d’Elx en directo y cómo se acompaña de ese calor, el viento, los abanicos y la gente… La música se puede grabar ahora y se oye muy bien, tan bien o mejor que en directo, eso sí.

Entonces, es algo que va más allá del archivo, en realidad.

Sí, más que lo que es el espectáculo en sí mismo, que es irrepetible, considero que lo inherente a la representación es lo que hay detrás y el pueblo que lo sostiene. La gente que se dedica durante todo el año a sus trabajos habituales y que, de pronto, cuando llegan las fiestas, pues eso, el cartero se disfraza de San Pedro, el boticario sale de San Juan y el otro sale de otra cosa. Esa parte es muy interesante porque es todo un pueblo trabajando para hacer un espectáculo, y eso no es frecuente.

No es la primera vez que se encuentra embarcado en un proyecto documental sobre una temática religiosa (‘Semana Santa’, 1992). ¿Cómo se afronta un proyecto así?

Es curioso porque yo no soy religioso y, sin embargo, por ejemplo, el documental sobre la Semana Santa es de reverencia, porque es un documental que ha quedado como testimonio o crónica de lo que es la Semana Santa de Sevilla. Pienso que uno de los secretos es hacerlo con mucha humildad y no explicar nada, sobre todo eso último.

En el proyecto documental de la Semana Santa no hay ninguna voz en off, todo son imágenes de los pasos que salen y de la música. Entonces, aquí pasa lo mismo, en el documental sobre el Misteri no se explica nada. Creo que esta es una de las claves para que llegue al público.

La literatura parece estar muy presente en su trayectoria profesional, tanto en el cine como por dedicarse propiamente a la escritura. ¿Qué puntos en común y diferencias existen entre el cine y la literatura a la hora de narrar historias?

Ten en cuenta que cuando haces una película hay detrás mucha parte escrita. Una película se hace en unos meses, pero el guion se hace en mucho más tiempo, y se repite, se reescribe, se vuelve a hacer, lo repasas con gente… O sea, que cuando haces una película pasas más tiempo con un ordenador escribiendo que haciendo la película en sí misma.

La película requiere mucha escritura previa. Yo siempre he escrito los guiones de mis películas, por lo tanto, tengo bastantes horas de escritura a mi espalda. Y la literatura es hacer una película por otros medios, es más barato porque, evidentemente, no necesitas tanta inversión.

Me ocurre una cosa fundamental, y es que yo ya no tengo paciencia para hacer películas. Tienes tu proyecto, pero hay que esperar un par de años para poder hacerla; y eso en el mejor de los casos, porque es posible que no se haga. Entonces, han pasado dos o tres años y el proyecto ha tardado mucho en arrancar. Además, es posible que ahora las productoras de las plataformas te cambien el guion o los actores, y yo ya no tengo paciencia para eso.

En cambio, la escritura, pues escribes y escrito está, después lo publicas y no pasa nada. Dicho eso, no pretendo comparar el cine con la literatura porque como el cine no hay nada. No hay nada como trabajar con actores, técnicos y todo el elenco de un rodaje. Es una experiencia muy especial.

En sus películas suele estar muy bien reflejada la época y su contexto social. ¿Ocurre igual en sus libros?

Sí, evidentemente, sí. Yo me inauguré con una novela que se llamaba ‘La vida antes de marzo’, que justamente trataba de la época de los atentados yihadistas de Atocha y refleja, de alguna manera, el mundo y la política de la época. No solo es una crónica social de la época, por lo que no noto mucha diferencia testimonial entre lo que hago en las películas y lo que hago en las novelas.

En las novelas es ficción, igual que en las películas –que, evidentemente, tienen contenido testimonial porque eso ya va con el autor, va incorporado conmigo–, eso me sale casi sin querer, sin buscarlo. No diferencio mucho entre mis películas y mis novelas, ya que el autor es el mismo y las emociones que manejo son parecidas.

La gran diferencia es que en el cine trabajas con seres humanos y, en cambio, la novela, al fin y al cabo, son ideas. Ideas plasmadas en un papel, pero son ideas. A la pregunta que no me haces –pero que está siempre latente– de si echo de menos el cine, te digo que sí, que echo de menos el cine. Como el cine no hay nada, solo que yo he perdido la paciencia.

Posee una larga trayectoria: empezó en los años 70 con el cine, también ha hecho teatro, series y ahora se encomienda a la literatura. ¿Hay algo que le apetezca realizar que no haya podido acometer?

En el cine yo tenía bastante cuidado, era muy pragmático, y yo no tengo guardado el proyecto de película que no haya hecho. En realidad, todos los proyectos que tenía se han llevado a cabo. Cuando empecé a sospechar que ya podía ser que tuviera un proyecto que no llegara a hacer, dejé el cine. Esto ocurrió en 2008… Hasta ahora, con este documental.

En cuanto a la novela, pues voy haciendo poco a poco y los proyectos se desarrollan por sí mismos. Pero no, no tengo guardado en un cajón “la gran película que siempre quise hacer”, como les ocurre a alguno de mis colegas. No, yo no la tengo.