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‘No hay espacio, todo es tiempo. África en la memoria’, de Calo Carratalá
Comisaria: Marisa Giménez Soler
Sala Oberta
Centre Cultural La Nau
Universitat 2, València
Hasta el 29 de septiembre de 2024
En el centro histórico de València, custodiado por las estilizadas imágenes de tres baobabs rojo sangre, palpita un fragmento de África; no su corazón tenebroso, sino el que refleja una cálida luz. Es la exposición ‘No hay espacio, todo es tiempo. África en la memoria’, del artista valenciano Calo Carratalá, que puede visitarse en la Sala Oberta del claustro de La Nau hasta el 29 de septiembre.
La Universitat de València reafirma con esta muestra su compromiso con temáticas de actualidad como la emergencia climática y los límites de los recursos naturales, cuando se cumple el 525 aniversario de su fundación y la ciudad es sede de la Capitalidad Verde Europea 2024.
Carratalá está habituado al reto de las grandes dimensiones, pero en esta ocasión consigue un efecto muy especial. En sus anteriores exposiciones, situadas en la Sala Goerlich del Centre del Carme o los castillos de Alacúas y Ribarroja, disponía de amplios espacios. Sin embargo, la Sala Oberta de La Nau es más recoleta, con lo que se produce una experiencia sensorial intensa, envolvente e inmersiva.
«Al entrar, se tiene la sensación de penetrar en una cueva, en un abrigo de la época neolítica en la que están expuestos ocho grafitos sobre papel de 1,80 por 1,39 metros», describe el artista. «Luego, en la segunda sala, donde están las tres obras de gran formato, tienes la sensación de salir al exterior, a un paraje cuya línea del horizonte es continua, que igual podría ser los manglares del Senegal, como realmente son, que la jungla del Vietnam… o cualquier humedal cuyo futuro peligra».
Azul, verde y blanco. Con solo estos tres colores básicos, Carratalá recrea a gran escala –2,30 x 4,96 metros– una naturaleza vibrante que interpela al espectador. Si no fuera por la baja temperatura del aire acondicionado, la impresión es de calor sofocante y, en medio del silencio, parece que se oyen un lejano batir de tambores y un coro de rugidos de fieras. A la entrada, tres impresionantes baobabs anuncian al visitante el viaje que le espera.
«Son sanguinas lacadas con resina para protegerlas de los roces del público que cree que se trata de vinilos», explica Carratalá. La clave para abordar con éxito estos óleos gigantes sobre tela cruda, preparada con cola de conejo y látex, «es la preparación previa, pues hay que pasar por seis o siete fases intermedias», explica el pintor, que manifiesta su plena satisfacción por esta muestra: «Exponer con la Universitat de València es un lujo y un orgullo porque hace tiempo que mi obra no se veía en la ciudad. Lo que se presenta en La Nau es un trabajo específico inspirado en un viaje a Senegal, realizado en 2023, y ha sido un reto muy especial para mí».
El fuerte contraste entre los respectivos tamaños de las obras, desde los de tipo mural hasta pequeñas tablas, así como los cuadernos de viaje, es una característica de este proyecto que refleja la evolución del artista, firme en su afán de reivindicar el paisaje como parte del arte contemporáneo, introduciéndole en la modernidad a través de la mirada abstracta.
Calo Carratalá busca transmitir la luz y los colores de África mediante este proyecto realizado ex profeso para La Nau, e inspirado en su viaje a Senegal, aunque lleva viajando y creando sobre África desde 2017.
Según explica la comisaria de la exposición e historiadora del arte Marisa Giménez Soler, Carratalá transforma el espacio «en un refugio y templo pictórico. Los sentidos recorren la hondura y la magia de vegetaciones, malezas, reflejos, aguas y cielos de África».
A lo largo de los últimos treinta años, Carratalá se ha significado como un pintor nómada que busca sus motivos de inspiración en entornos naturales de lugares lejanos. Desde las montañas nevadas de Noruega hasta las selvas del Amazonas o los paisajes africanos, demuestra un interés constante en la interacción entre figuración y abstracción, arte y naturaleza.
«En los viajes, que duran sobre un mes, el artista toma apuntes en sus cuadernos de dibujo, con sus acuarelas y lápices, y realiza fotografías. A su regreso, guarda el material varios meses y es después cuando comienza a pintar las colecciones usando para cada proyecto distinta gama de colores», explica Giménez.
La comisaria destaca, a su vez, la dedicación y el oficio de Carratalá: «Calo lleva décadas trabajando sin pausa ni tregua como pintor de estudio, demostrando su habilidad tanto en grandes formatos como en obras pequeñas y con la mirada puesta en el paisajismo, una tradición pictórica que moderniza tanto técnicamente como en su propósito. Frente el paisaje a descubrir que inspiró el espíritu romántico, en la obra de Calo prevalece una llamada que alerta a velar por su preservación, a su protección a través del arte».
Calo Carratalá, (Torrent, València, 1959) posee una sólida formación académica y destacada trayectoria expositiva, iniciada a principios de la década de los 90, uno de los nombres de referencia en nuestro país dentro del paisajismo contemporáneo.
Licenciado en Bellas Artes por la Facultad de San Carlos de València, en el año 2000 obtuvo la beca de la Academia de España en Roma, que le llevó a residir una larga temporada en la capital italiana, fase que marcó el inicio de una carrera, en la que los viajes y las prolongadas estancias en distintos países del mundo se convertirían en motor y razón de las sugerentes series pictóricas que vertebran su obra.
Este verano, participará en una residencia de artistas de distintas disciplinas en Farindola, una pequeña localidad de los Abruzos (provincia de Pescara, Italia). «No lo planeo como una regresión temporal, sino como una progresión en el futuro», afirma el pintor y gran viajero.
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