#MAKMAEscena
‘La Paz, celebración grotesca sobre Aristófanes’, de Francisco Nieva
Dirección: Rakel Camacho
Intérpretes: Joaquín Reyes, Ángeles Martín, Astrid Jones, Sara Escudero, Carlos Troya, Nerea Moreno, Pedro Angel Roca y Laura Galán
Producción: Festival de Mérida y Sanra Produce
41º Sagunt a Escena
Teatro Romano de Sagunto
22 de agosto de 2024
Los héroes no cabalgan siempre a lomos de dragones o caballos alados. A veces, no tienen más remedio que viajar a lomos de un escarabajo gigante de color dorado. Este singular vehículo es el que utiliza Trigeo, el protagonista de la comedia ‘La Paz, celebración grotesca sobre Aristófanes’, dirigida por Rakel Camacho sobre la versión que Francisco Nieva realizó, en 1977, para el Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida, que llega este jueves a Sagunt a Escena.
Camacho reivindica y homenajea en este ambicioso montaje al gran dramaturgo, impulsor del teatro contemporáneo de raíz clásica que adaptó la obra original a la realidad más cercana, cambiando el papel de algunos personajes y utilizando un tono burlesco e irónico.
También fue Camacho quien brindó al conocido cómico y monologuista Joaquín Reyes el papel estelar de la obra, Trigeo viñador del Ática, que harto de la guerra emprende el acto heroico de traer la paz a su ciudad.
Una mañana, se levanta con el deseo quijotesco, incontenible, de subir al Olimpo para pedir explicaciones a los dioses. Cual caballero andante, no parará hasta deshacer el entuerto, y lo hará cabalgando a lomos de su escarabajo gigante, animal muy valorado en el universo mitológico de Aristófanes.
«Al principio, tuve mis dudas y recelos, pero Rakel logró despejarlas mediante los textos y la información que me facilitó», confiesa Reyes. «Ha sido una experiencia increíble y fascinante; no solo por verme actuar en teatros milenarios, sino por todo el proceso de aprendizaje. Mes y medio de intensos ensayos de un texto nada fácil, rico y estilizado, que debía interiorizar y que me corresponde en gran parte a mí… Menos mal que hablo mucho».
La forma de trabajar en un escenario, con un equipo numeroso –ocho actores y siete miembros del coro– es muy diferente a la que está acostumbrado en sus shows o en la televisión, «incluso tengo que moverme al ritmo de la coreografías», añade. «Pero esta incursión me ha hecho madurar como actor y me dicen que se me entiende mejor que antes».
Sobre el genio de Aristófanes para teatralizar la vida de los atenienses y dotarla de la crítica mordaz que permite el humor cercano al surrealismo, Nieva potenció esta dimensión circunstancial en una celebración, en una fiesta de los sentidos y del lenguaje donde, al eliminar los referentes concretos, se incrementa el sentido universal de lo grotesco.
‘La Paz’ de Nieva muestra con plenitud el concepto del teatro como catarsis. La fábula de esta comedia es una invocación a la diosa Paz, con todas las dificultades que tal voluntad conlleva. El equipo artístico liderado por Camacho ha creado un espectáculo donde el teatro, la danza, la música o la performance se enlazan gracias a un elenco versátil.
En el equipo artístico figura el alicantino Juanjo Llorens, uno de los diseñadores de iluminación más prolijos de la escena nacional, reconocido con varios Premios Max y otras distinciones, y colaborador habitual de compañías como Otra Danza, de Asun Noales.
El humor escatológico, muy presente en los clásicos, se hace explícito en esta obra cuando los esclavos atenienses amasan excrementos para alimentar al escarabajo pelotero gigante que Trigeo usa para volar a una reunión privada con los dioses. «En este preciso punto, comenzará la función a la clara voz de ¡MIERDA!», anuncia Corifeo.
Cuando Trigeo llega a la morada de los dioses, solo encuentra a Hermes; los otros se han ido a un refugio remoto con la esperanza de que nunca más serán molestados, pero La Guerra acecha, victoriosa como un huracán…
Trigeo descubre que La Paz está prisionera, maltratada y cadavérica, encerrada en una cueva cercana, y, junto a Corifeo, el coro y todo aquel que se precie como humano en vías de civilización llevará a cabo el rescate para instaurar el pacifismo.
En ‘La Paz’ impera lo mixto y lo incoherente, la alegoría y el símbolo, hay en ella utopía y escapismo. Domina la fantasía. Espectáculo y público saben que pertenecen al plano irreal del teatro y de la fiesta dionisíaca, a su libertad restringida en el espacio y en el tiempo. «Cuidemos de la Paz y, si es preciso,
finjámosle en la tierra un paraíso», clama el coro.
Aunque el tono de la obra es de desenfadada comedia, se plantea un tema trágico que por desgracia sigue de plena actualidad. «La paz nos exige mucho como ciudadanos», sentencia Reyes. «No se trata solo de la deseable ausencia de conflictos bélicos, sino de que exista empatía, comprensión y respeto mutuo entre todos».
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