Picasso

#MAKMAArte
‘Picasso y la modelo. El perfil de Jacqueline’
Comisariado: Laura Campos y Fernando Castro
Fundación Bancaja
Plaza de Tetuán 23, València
Del 20 de septiembre de 2024 al 2 de marzo de 2025

Fernando Castro, comisario junto a Laura Campos de la exposición ‘Picasso y la modelo. El perfil de Jacqueline’ que hasta el 3 de marzo de 2025 permanecerá en la Fundación Bancaja de València, se refirió a ‘La obra maestra desconocida’ (1831), de Honoré de Balzac, para encabezar sus explicaciones sobre la muestra inaugurada recientemente. “Picasso estaba obsesionado con esa novela”, subrayó Castro Flórez.

De hecho, Picasso ya puso especial empeño en ilustrar una nueva edición del relato, por encargo de su marchante Ambroise Vollard, dando como resultado una exposición con los 12 aguafuertes realizados, que fue itinerando por diversas ciudades a iniciativa de la Fundación Juan March.

Identificado con Frenhofer, el artista protagonista de la novela obsesionado con atrapar la belleza femenina en un cuadro que se le resistía, Picasso también se dedicó durante los últimos 20 años de su vida en retratar a Jacqueline Roque, su última esposa, de 400 formas distintas, algunas de las cuales se recogen en la exposición de la Fundación Bancaja.

“Es el mito de Pigmalión, consistente en realizar una criatura más viva que su propia vida”, apuntó el comisario. Viveza extrema que rima con el miedo a la muerte que, según Castro, “horrorizaba” al genio malagueño. Un miedo que, siguiendo sus explicaciones, llevó a Picasso, a la hora de pintar a la modelo evocada en el título expositivo, “a demorarse ante la muerte”.

Una joven observa una de las obras de la exposición ‘Picasso y la modelo. El perfil de Jacqueline’. Imagen cortesía de Fundación Bancaja.

Una demora asociada el perfil de la propia Jacqueline, cuyo lado del rostro casi siempre oculto vendría a ser el misterio de un más allá que, paradójicamente, engancha con esa existencia anterior a la propia conciencia de vida. “Mi vida es la vacilación prenatal”, afirmó Franz Kafka, para quien escribir era una forma de ceñir “el mundo descomunal que tengo en la cabeza”.

Valga este ligero rodeo para señalar cómo Picasso, ante ese miedo a la muerte, no dejó igualmente de vacilar sobre lo femenino en tanto recipiente del origen de la vida -hasta que la tecnología lo pueda llegar a desmentir- y, por tanto, símbolo de una energía primordial inacabable.

De esa energía se nutrió el autor del ‘Guernica’ vampirizando, en cierta forma, a sus modelos, con el fin de demorar la muerte. Fernando Castro se refirió al perfil del título de la muestra en el sentido en que se emplea en muchas ocasiones la palabra, cuando se dice que nos colocamos de perfil para eludir ciertos compromisos molestos.

Sea como fuere, lo cierto es que ‘Picasso y la modelo’ está repleto de esos perfiles que apuntan al más allá de fuera del cuadro o a ese lado oculto de un rostro infinito, si tenemos en cuenta la cantidad de veces que fue retratado, sin duda espoleado el pintor por esa necesidad de atrapar lo inatrapable: la belleza que colma y al mismo tiempo duele de tanto querer abismarse en ella.

‘El pintor y su modelo’ (1963), de Pablo Picasso, en la exposición ‘Picasso y la modelo. El perfil de Jacqueline’, en Fundación Bancaja.

Es lógico, por ello, que en ‘La obra maestra desconocida’ finalmente Frenhofer lo que pinte sea “una intrincada masa de brochazos, un muro de pintura, del que apenas asoma un pie delicadamente pulido”, según describió Castro Flórez. La figuración del pie aparece, fruto de esa “vacilación prenatal” kafkiana que guarda similitudes con la obra de Picasso, envuelto en el mar de dudas de una abstracción arrebatada por la titánica misión autoimpuesta.

“Su pintura es autobiográfica”, destacó el comisario, fruto del “carácter ciclotímico y bipolar” de un artista al que “le costaba levantarse por las mañanas”. Jacqueline Roque era la esposa y modelo que servía de acicate al pintor para seguir insistiendo en el acto de la creación que el cuerpo femenino, por antonomasia, posee. “Ella pensaba que él era Dios”, resaltó Laura Campos.

Y es esa conjunción de la modelo como musa y del artista como demiurgo la que sobrevuela una exposición con más de 250 obras gráficas pertenecientes a la Fundación Bancaja (“queremos convertir Valencia en una ciudad picassiana como Málaga, Barcelona y París”, proclamó Rafael Alcón, presidente de la entidad bancaria), junto a óleos y dibujos del Reina Sofía, museos Picasso de Barcelona y Málaga, Fundación ICO, Galería Guillermo de Osma, ABANCA y Fundación Picasso Museo Casa Natal.

De izquierda a derecha, Rafael Alcón, Laura Campos y Fernando Castro, en la exposición ‘Picasso y la modelo. El perfil de Jacqueline’. Imagen cortesía de Fundación Bancaja.

En la muestra se pueden contemplar grabados de las suites 156 y 347, además de recreaciones de algunos de los pintores que más le influyeron a la hora de representar a la mujer, como Velázquez, Delacroix, Van Gogh, Matisse, Ingres o Matisse, al tiempo que se recogen algunas piezas relacionadas con el universo de la tauromaquia, “un imaginario español que compartió con su esposa Jacqueline”, subrayó Campos.

Esa relación de la belleza perseguida por Frenhofer y por el propio Picasso -unidos en su obsesiva persecución- y el carácter siniestro derivado de ese perfil huidizo ante la muerte, llevó a Castro Flórez a comentar: “Parece que la exposición se hallara teñida de melancolía, aunque esté llena de colorido”. Y no le faltó razón si nos atenemos a lo dicho por Aristóteles (“Todos los hombres con talento han sido melancólicos”) y a lo precisado por el escritor Víctor Hugo: “La melancolía es la felicidad de estar triste”.

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Vista de la exposición ‘Picasso y la modelo. El perfil de Jacqueline’. Imagen cortesía de Fundación Bancaja.