#MAKMALibros
‘En un lugar limítrofe’, de Elsa Moreno
La Imprenta, 2023
‘Got Talent España’ 2024
“Me cuesta creer en sentencias firmes o en respuestas absolutas”, afirmaba Elsa Moreno por estos pagos con motivo de la publicación de ‘En un lugar limítrofe‘ (La Imprenta, 2023). Un poemario que “pone en solfa la estructura rígida del amor romántico como un viento que agita el bosque de los múltiples afectos que nos hacen sentir vivos”, rubricaba la periodista Bel Carrasco a modo de proemio de su entrevista, en diciembre de 2023, con la poeta y creadora escénica valenciana.
Una abjuración instituida por Moreno, más que en dubitación escéptica, en posicionamiento vital. Tal vez porque si algo caracteriza a la creación poética sea, entre otras razones de su porvenir, el recelo con el que cabe enfrentarse a las aseveraciones y réplicas categóricas, más propias de feudos ajenos a las combustiones primeras del espíritu artístico.
“Una asfixia indecible / sed de ser sentencia / sed de ser el agua que te sacie”. Acaso una opresión que anega, con su diluvio, la capacidad incipiente para alumbrar razones que habiten en el reverso de nuestras incertidumbres. “Pero corre río abajo / y por un momento te besa, / por un momento me cuelo entre tus dedos / y parece que te soy útil. / Si soy honesto, / creo que me desvivo”.
Una combinación de anhelo, desvelo y esfuerzo con la que, además, atravesar “ese camino de preguntas, de sombras, de voces, de duelos, que finalmente te lleva a ver la grandeza de esa red que te acompaña” y que Elsa Moreno secunda sobre los escenarios con la frágil y mesmerizante prosodia que ha ido madurando, a golpe de tientas y experiencia (no solo) poética, durante los últimos años.
De tal modo que sus poemas no pretenden “ser el resultado de ninguna investigación, sino más bien el rastro, las huellas de una búsqueda” que alumbra insospechados trayectos: “La poesía me está llevando a lugares que no habría imaginado”. Un itinerario que la autora ha visto compulsado con el V Premio Nacional de Poesía Viva #LdeLírica 2023 y que, recientemente, la ha encaminado bajo la sombra escultórica de ‘La Fama’, de Ricardo Bellver, en el Museo del Prado.
Sin embargo, entre galardones y pinacotecas, las tablas adquiridas de Elsa Moreno han pisado anoche, también, como un inopinado desvelo nocturno, el proscenio del Teatro Nuevo Apolo de Madrid, recalando el verbo y el aplomo bajo los focos catódicos de ‘Got Talent España’, el programa de heteróclitos talentos, presentado por el actor Santi Millán, que emite Telecinco desde hace diez temporadas.
Cabe recordar que el poeta ecuatioguineano César Brandon (Malabo, 1993) ya resultaría ganador de la tercera edición del programa, en abril de 2018, y cuyo victorioso y muy mediático paso por Mediaset –secundado por el publicista, escritor y (siempre controvertido) presentador Risto Mejide– le permitiría granjearse un cierto porvenir editorial con la publicación de ‘Toda la felicidad del unvierso’ (Espasa, 2018).
“Vi una oportunidad, una ventana abierta para exponer lo que hago y decidí cogerla”, le confesaba Brandon, entre las páginas de El País, a la periodista Natalia Marcos. Una ocasión tan propicia como la que Elsa Moreno advertía antes de irrumpir existosamente ante el jurado recitando/respirando ‘Creo que los besos se dan en la boca’: “Cuantas más personas seamos luchando por visibilizar esta práctica, más posibilidades habrá de que otras personas se puedan dedicar a esto”.
“Hace como un año que decidí concentrarme exclusivamente en la poesía, en la escritura y en la interpretación porque me lo puedo permitir, porque aún soy joven, vivo con mis padres…”. Acaso la principal y ¿única? sentencia firme que Moreno se permite; una respuesta absoluta frente a las interrogantes profesionales que asolan a todos aquellos que participamos de la creación y de la industria cultural.
Tan absoluta y firme como incorruptible (bien lo sabemos a carta cabal quienes, desde diferentes ámbitos y de diversos modos, hemos tenido oportunidad de acercarnos y secundar su trabajo: en lo editorial, lo escénico o lo periodístico).
Por esa razón, conviene acoger con reservas este celebrado y mediático paso de la poeta por las sintonías sabatinas del mainstream y preguntarse: ¿puede seguir siendo catódico el talento poético?
Sea como fuere, Elsa Moreno prosigue al acecho, manejando la palabra sobre el papel, el cuerpo sobre otras escenas naturales y el verbo (limpio y turbio) a través del eco sin intermediarios de la redes sociales. Y puede, entonces y sin remedio, que este tipo de televisión desaproveche las virtudes de una autora que ha dejado su impronta sin dobleces.
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