Nave Sotoliva

#MAKMAArte
‘El agua arrastró a los dorados leones’
Artistas: Teresa Correa, Kepa Garraza, Gala Knörr, Cristina Lucas, Itziar Okariz, Quique Ortiz, Carlos Pazos, Fernando Sánchez Castillo y Marina Vargas
Comisario: Adonay Bermúdez
Nave Sotoliva
Carlos Haya 23, Santander  
Hasta el 5 de enero de 2025

«El lobo nadó entre las ovejas, el agua arrastró a los dorados leones y a los tigres; ni siquiera al jabalí le fue útil su ímpetu tan potente como el rayo, ni al ciervo sus piernas veloces; después de buscar por mucho tiempo tierra para posarse, un ave errabunda cayó al mar con las alas cansadas».

Ovidio, con este poema incluido en ‘La Metamorfosis’, trae a colación conceptos como la evolución, la falta de permanencia o la adaptabilidad, evocando tiempos pasados en los que las cosas eran diferentes, las personas eran distintas y las sociedades se regían por leyes no muy diferentes a las que imperan en nuestros días.

Cambios y evolución son palabras que van cogidas de la mano, pero, en algunos casos, lo que nos ayuda a recordar el pasado son, precisamente, las cosas que aún podemos ver y sentir; las que han visto pasar años, décadas y siglos sin que el ser humano haya reparado prácticamente en ellas.

Son esos objetos olvidados, esas vasijas romanas o cerámicas egipcias que, aún rotas y casi desfragmentadas, han pasado a la historia, al igual que ciertas estatuas ecuestres de emperadores y dictadores, esos muros derribados, edificios inacabados o estatuas a medio hacer, los que se dan cita en la exposición ‘El agua arrastró a los dorados leones’.

‘Perspectiva ciudadana’ (2004), obra de Fernando Sánchez Castillo, en Nave Sotoliva de Santander. Foto: Néstor Navarro.

Comisariada por Adonay Bermúdez, la muestra reúne piezas de nueve artistas que trabajan con diferentes materiales y disciplinas creativas: Teresa Correa, Kepa Garraza, Gala Knörr, Cristina Lucas, Itziar Okariz, Quique Ortiz, Carlos Pazos, Fernando Sánchez Castillo y Marina Vargas.

La exposición colectiva cuenta con cerca de veinte obras, desde videocreaciones hasta esculturas trabajadas con mármol, resina o bronce, dibujos estampados digitalmente sobre tela, serigrafías, collages, fotografías y pinturas que, hasta comienzos de 2025, acoge la Nave Sotoliva de Santander, espacio que cumple dos años desde que abrió sus puertas al público.

Asumiendo la ruina como punto de partida, ‘El agua arrastró a los dorados leones’ nos enseña cómo los artistas participantes han recurrido a la Antigüedad clásica (o periodos posteriores con influencias clásicas) para romper con modelos legitimados y proponer otras lecturas más amables, inclusivas, plurales y feministas en sus obras.

La importancia del aspecto temporal es parte fundamental de la muestra, pudiendo verse en el mismo suelo de la sala fragmentos desperdigados de una réplica en bronce y hierro de la estatua ecuestre de Felipe IV, rey que gobernó España desde 1621 hasta 1665, fecha de su muerte.

‘Horse 6 (Napoleón)’ (2024) y ‘Horse 11 (Charles V)’ (2024), de Kepa Garraza, en Nave Sotoliva. Foto: Néstor Navarro.

Con el despiece y la supresión del pedestal, se pretende poner a los pies de la ciudadanía la destrucción de un símbolo de poder real, tratando de humanizar dicho emblema regio para dejar constancia de su debilidad, por muy vasto y grandioso que sea el monumento.

No es la mera obra en sí la que cobra sentido en esta exposición, pues, aunque estas piezas no tuvieran relevancia en el pasado, gracias a ellas se compulsa que antes de nosotros hubo civilizaciones enteras que existieron y dejaron su huella marcada en el barro de eso que hoy llamamos historia. El transcurso del tiempo también cobra importancia, ya que refleja el modo en que dicho devenir deforma la memoria colectiva y (des)cuida esas mismas obras.

Las ruinas y el flujo del tiempo son parte indisoluble de la sociedad actual, un hecho este que es fácil de percibir con solo cruzarnos ante un edificio a punto de ser demolido; un inmueble que ha formado parte de la historia de nuestra ciudad. Como señaló el científico Carl Sagan: “Hay que conocer el pasado para entender el presente y construir el futuro”.

Un futuro que algunos ven incierto, negro o incluso lejano, pero que será, muy probablemente, el que estudiarán los futuros investigadores para recordar la historia venidera. Y, quién sabe, puede que incluso esos artistas del mañana realicen obras de arte con nuestros portátiles y nuestros teléfonos con el fin de recordar de dónde venimos. 

Nave Sotoliva
Obra de Gala Knörr, ‘Ningún hombre es una isla’ (2018), obra de Gala Knörr, en Nave Sotoliva de Santander. Foto: Nestor Navarro.