Un Tutankamón inmersivo en Bombas Gens para desvelar el alma egipcia

Tutankamón. Bombas Gens

#MAKMAArte
‘Tutankamon, la experiencia inmersiva’
Coproducción: Layers of Reality, Som Produce y Stardust International
Bombas Gens Centre d’Arts Digitals
Avda. Burjassot 54-56, València
Hasta el 12 de enero de 2024

Resuena la voz de Tutankamón desde las paredes de la sala inmersiva: “No me he ido muerto, me he ido vivo”. Una alocución que forma parte del montaje audiovisual de ‘Tutankamón, la experiencia inmersiva’, que cuenta, en treinta minutos, la historia de toda una civilización a través de la nueva propuesta expositiva de Bombas Gens Centre d’Arts Digitals, comisariada por el egiptólogo Nacho Ares.

Una muestra que ha logrado atraer a 1,2 millones de visitantes en su gira mundial y que en València ha vendido ya más de 30.000 entradas para recorrer las diez salas, a lo largo de 2.500 m², en las que se disponen artefactos provenientes de colecciones privadas, pero también reproducciones de la máscara funeraria o el sarcófago del faraón. Objetos que fueron encontrados dentro de la tumba de Tutankamón.

A través de la inmersión se descubre el mundo en el que nació el Faraón Niño, con sus creencias, sus deidades y su esplendor. El arte cumple su primera función: despertar nuestras emociones. Los colores vibrantes y la belleza del paisaje nos transportan a un mundo casi fantástico, pero real.

Mientras la historia avanza, la sala se envuelve en sombras y la música es cada vez más tensa, hasta que se llega a uno de los pilares fundamentales de esta civilización: los dioses. Y, entre ellos, Tutankamón, quien llegó a reinar sobre aquellas tierras con tan solo 9 años y que murió, sin llegar a los 20, para volver a renacer en el siglo XX con el descubrimiento de su tumba.

No hay nada más fascinante para el ser humano que la muerte y lo que viene después. Una siguiente sala de realidad virtual nos transporta justo ahí, en el más allá, y nos hace partícipes del viaje del faraón al inframundo. Un trayecto que comienza desde su misma tumba, descendiendo hasta llegar delante de los dioses, quienes le pesarán el corazón para comprobar que es digno de residir entre ellos. 

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De este modo, el arte da un paso más allá de ser meramente bello o de transmitir emociones para transformarse en una máquina del tiempo hacia las mentes que habitaban un pasado tan remoto que difícilmente podríamos comprender sin su auxilio.

Las potencialidades de la tecnología quedan patentes al final de la exposición, a través del metaverso más grande de Europa, con una experiencia de realidad virtual titulada ‘El Valle de los Reyes 1922’. Un viaje de poco más de siete minutos que permite seguir los pasos del arqueólogo Howard Carter y su equipo para llegar a uno de los descubrimientos más importantes de la arqueología. 

Así, el arte digital se combina con la historia a través de los objetos reales: lo imaginario se fusiona con lo palpable. El mundo virtual plasma, entonces, aquello a lo que el ser humano no puede llegar. Los objetos ayudan a asimilar que la historia es real. 

Tras ellos, se desciende hacia lo fantástico, hacia su juicio final, para conocer las deidades que lo acompañaron en vida. Todo para crear un cuento uniforme sobre un gran faraón asentado sobre las tierras que heredó, abandonó y a las que llegó tras la muerte, según las antiguas creencias egipcias. 

La tecnología, asimismo, ofrece un paso más mediante la introducción del fotomatón, que, utilizando inteligencia artificial, desvelará qué alma egipcia habría correspondido a cada visitante al entrar al inframundo. Así, dejamos de observar para formar parte, aunque sea de forma artificial, de aquel mundo que tanto despierta nuestra curiosidad.

A la postre, las nuevas herramientas visuales cruzan la línea de lo real para adentrarnos en un mundo ficticio, pero imaginado por el propio ser humano. Es así que no solo se reproduce la historia (como la expedición que llevó al descubrimiento de la tumba o la vida en el antiguo Egipto), sino que las propias creencias cobran vida. 

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