#MAKMAEscena
‘Anatomía de la estupidez. The work in progress’
Escrito dirigido e interpretado por Miguel Ángel Sweeney
Audiovisuales: Nuro Visuales
La Rambleta
Bulevar Sur, esq. Carrer Pío IX, València
Del 13 al 15 de diciembre de 2024
‘Anatomía de la estupidez’, que se estrena en La Rambleta dentro del marco de Graners de Creació, señala la estupidez de los otros y también la nuestra, la de los espectadores, cómplices y víctimas de este sistema. Nos hace reírnos de nosotros mismos, pero también nos deja con la sensación de que, tal vez, no estemos riéndonos de algo tan divertido. Ahora que ya sabemos que esto es la era de la estupidez, la pregunta es si estamos dispuestos a hacer algo al respecto.
Vivimos en un mundo en el que somos adictos a la dopamina de las redes, nuestras relaciones sexuales ideales son las que nos ofrece la pornografía accesible a un click o en el que veneramos antes a los músculos o la belleza de los influencers que a la materia gris que hay en su cráneo. La mentira está equiparada a la verdad, ahora mandan los relatos y las emociones: Trump es el personaje del año para la revista Time.
Miguel Ángel Sweeney saca el bisturí escénico para mostrarnos a los personajillos que nos manejan, desde los tiktokers vacuos hasta los empresarios todopoderosos como Juan Roig, símbolo local del capitalismo extremo. Es un poco lo que hizo en su tiempo Erasmo, al que le debemos más de una borrachera universitaria. Erasmo era un pensador que retrató a la sociedad de su época. También era un misógino y un machista manifiesto. Y, si no lo sabían, Miguel Ángel Sweeney se lo enseña.
Porque ‘Anatomía de la estupidez’ es un sitio donde uno se ríe, pero también aprende. Aprendes que nuestra especie es estúpida y que la era digital no ha hecho sino agravar el asunto. Aprendes que mueren decenas de personas intentando hacerse un selfie o de estrangulamiento autoerótico. Aprendes cómo conseguir tu primer lambo. Y también que “nadie le ha dado dos hostias de pequeño a Emmanuelle Kant”; frase para tatuarse en el cuello, si no fuera tan larga.
Sweeney entretiene, pero también incomoda y nos saca de la zona de confort para que nos miremos en el espejo negro de nuestras pantallas. Esta pieza sigue la estela de sus últimas creaciones, en las que encarna a múltiples personajes y se regocija en un humor de acumulación que termina por arrancar un carcajada incluso aunque no quieras.
Si en el ‘Patetic Show’ era la fachosfera y su argumentario la que se ponía en solfa con personajes como ‘El payaso misógino’ o ‘El domador de libros’, en su siguiente obra, ‘Café para todos’, también representada en el Teatro Círculo, era el sistema clientelar de ayudas y el mundo parasitario de la cultura el que se enfocaba bajo la lupa.
Después de su paso por el festival Russafa Escènica 2023 (en el que ganó el premio SGAE al mejor texto), con una visión satírica al arte contemporáneo y a las mafias de inmigración en ‘Este cuerpo roto’, ahora desembarca esta propuesta en La Rambleta tras su paso por Espai Inestable.
Una sociedad inundada por pantallas, redes sociales, fake news, anécdotas personales y crítica mordaz se entrelazan con la sucesión de unos personajes únicos en los que el creador valenciano se multiplica. En esta ocasión, se podrá ver el work in progress en La Rambleta “porque la idea es hacer una pieza un tanto más grande que se estrenará más adelante. Es como si esto fuese una primera parte”, apunta Sweeney.
El creador valenciano siempre dice que esta es la última vez que se sube a las tablas. Se lo he escuchado varias veces. Pero sería un acto de verdadera estupidez, porque cuando Sweeney se pone delante del espectador suele suceder el mismo efecto mágico: al principio, la gente no sabe si reírse y luego no pueden parar de hacerlo; tal es su magnetismo escénico.
Al salir del teatro de La Rambleta, el público no podrá evitar sentirse interpelado. ‘Anatomía de la estupidez’ no ofrece respuestas fáciles ni consuelo. Es lo que tiene el humor inteligente y con conciencia política. La sensación de incomodidad e inquietud persiste.
Sweeney nos invita a enfrentarnos a nuestras propias contradicciones, a mirar más allá de las pantallas y a preguntarnos si estamos dispuestos a cambiar como individuos y como personas. Una pregunta demasiado difícil para una especie estúpida y sin remedio.
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