7291

#MAKMALibros
‘7291′
Raúl Cordero y Boris Ramírez
Editorial Maldragón

“Los recuerdos comunes son a veces los más pacificadores” (Marcel Proust)

En ocasiones, la mejor manera de mostrar la crudeza de una historia es fijarse en las cosas pequeñas, en los momentos más rutinarios y en las imposibilidades del día a día. El ámbito sanitario y de cuidados no pasa por un buen momento; la precariedad de los trabajadores acaba por afectar a los usuarios y esta situación ya era una realidad antes de la pandemia. Tras su llegada, todo fue a peor y reveló situaciones escondidas que no pensábamos que fueran trascendentales. 

En colaboración con las plataformas Marea de Residencias y Verdad y Justicia, el cómic ‘7291’, de Raúl Cordero y Boris Ramírez, configura una historia que oscila entre la ficción y la realidad. La editorial malagueña Maldragón apuesta por un cómic que narra la experiencia de Rosa y Esther, trabajadoras de una residencia en Madrid.

El día a día no es fácil. A diario asisten a los residentes, les dan su medicación, los lavan, los visten, les ayudan a comer… Aunque siempre tienen falta de recursos, actúan en consecuencia y van saliendo adelante. La vida en la residencia inevitablemente crea lazos afectivos. Todo se va sobrellevando hasta que el COVID-19 entra en la residencia y comienza a afectar a todos los que forman parte del centro.

La historia está basada en el conocido caso de los ‘7291’, el número de personas que fallecieron sin asistencia médica adecuada durante el período más restrictivo de la pandemia. Se aplicaron protocolos por parte de Consejería de Sanidad madrileña que impedían el traslado de pacientes que sufrían determinado grado de dependencia o de deterioro cognitivo.

Ahora, distintas asociaciones siguen luchando por vía judicial y divulgativa para que no se olvide, para recordar y, sobre todo, para que no se repita. Este es el principal objetivo de esta labor y para ello piden una ley de residencias que regule sus incoherentes situaciones.

Ilustración de ‘7291’, de Raúl Cordero y Boris Ramirez.

El cómic trata de enfocarnos, a través de varios testimonios reales, ante la cruda realidad que, aunque sobrevenida, no hizo más que sacar a la luz los verdaderos problemas de un sistema con deficiencias.

Las experiencias de las protagonistas, Rosa y Esther, son una herramienta de transporte que nos ayuda a entender hechos reales y Raúl Cordero, su guionista, se enfrenta a esas historias reales que ha conseguido gracias al contacto con las plataformas Marea de Residencias y Verdad y Justicia.

El estilo de dibujo nos remite al drama humano al que asistimos. Las texturas sucias que el artista Boris Ramírez otorga a las escenas, parecen adelantar un desenlace que ya conocemos.

Con referentes como el ‘Cages’ de Dave McKean, se crean fuertes imágenes de impotencia y desamparo que pretenden transmitir la dura situación que sobrevino a todo el personal de las residencias en todo el país, y en especial a las residencias madrileñas.

Para que la memoria colectiva no se deje de lado, y para que los autores consigan su objetivo de financiación (plataforma Verkami – vkm.is/7291), les entrevistamos para desentrañar las motivaciones detrás de este gran proyecto.

¿De dónde surge vuestro interés por esta historia tan cruda?

Raúl Cordero (RC): Soy una persona defensora de la sanidad pública. Creo que es necesaria y, en cierto modo para mí, es una de las bases para demostrar que no estamos perdiendo humanidad, que no estamos ante el “sálvese quien pueda” como sucede, por ejemplo, en EEUU.

Por eso el caso de Madrid me marcó tanto, porque me pareció que el que se le negase asistencia médica a personas que tanto la necesitaban, estaba a la altura de las grandes injusticias cometidas en tiempo de guerra.

Pero el detonante fue el fallecimiento de mi padre el pasado verano. Él tuvo la suerte de tener paliativos y personal que se lo aplicara. Lo veía sufrir y pensaba en todas esas personas que no tuvieron esa “suerte”. De manera que algo tenía que hacer.

Boris Ramírez (BR): Personalmente creo que los autores tenemos el privilegio de desarrollar un trabajo que es, en su base, comunicativo. Nuestras obras llegan a lectores y lectoras y, en cierto sentido, tenemos una gran responsabilidad, ya que los temas que tratamos o las historias que contamos sirven para mucho más que el mero entretenimiento. Creo que los dos pensamos que esta historia debe ser contada y, sobre todo, recordada.

Ilustración de ‘7291’, de Raúl Cordero y Boris Ramirez.

¿Cómo afrontáis un trabajo de corte social en comparativa con otros trabajos donde habéis colaborado (la saga de Monstruos Ibéricos, por ejemplo)?

RC: Es infinitamente más complicado. Y supongo que todo lo opuesto. La fantasía yo la veo como un escape de nuestro mundo. La fantasía es ese espacio infinito en el que somos felices el 100% del tiempo, viviendo aventuras, conociendo criaturas imposibles, villanos retorcidos, visitando nuevos mundos… Somos felices incluso cuando los protagonistas sufren, porque en el fondo sabemos que es ficción.

En el caso de un tebeo así, creo que es imposible el margen de disfrute o digamos que es una sensación diferente creando el guion. Es como ayudar durante una catástrofe. Terminas cansado, triste a veces y otras lleno de rabia, con la única motivación de saber que estás haciendo lo correcto.

El periodo de documentación es muy serio y mucho más complicado y, aunque parte del guion lo tienes, ya que hay testimonios y un entorno real, la creación de personajes es más compleja para mí, que en la fantasía.

BR: Es muy diferente. ‘Monstruos Ibéricos’ está ambientada en la España del siglo XVI y, aunque utilizamos referentes históricos, datos e incluso algunos personajes reales, la historia es fantasía, por lo que nos permitimos dejarnos llevar más por la imaginación y por las necesidades de una historia ficticia.

Este proyecto es todo lo contrario, ya que la documentación está conformada no solo por la información que conocemos por la prensa, sino por los testimonios de personas que vivieron esta situación de primera mano. Es en esto último en lo que nos basamos principalmente para desarrollar la obra y lo que tratamos de transmitir con ella.

¿Por qué consideráis que el cómic es un buen formato para comunicar y divulgar sobre estos hechos?

RC: Es una herramienta visual muy poderosa. Tiene la fuerza de la pintura, la profundidad de la literatura y la cercanía del cine. Para mí, siempre ha sido una manera de arte muy cercana al pueblo. Creo que puede contar de manera fácil, una historia dura y directa como esta.

BR: El cómic es un formato muy accesible para todos y todas además de muy potente. Abarca muchas disciplinas muy complejas y, aun así, es capaz de mantener una esencia pura y de autor. Desde sus inicios ha sido algo casi subversivo, un arte para todo el mundo, no limitado a un espacio o un momento y capaz de convertirse en una herramienta social muy fuerte.

Cubierta del cómic ‘7291’, de Raúl Cordero y Boris Ramirez.

¿Cuál es el principal objetivo que persigue esta publicación?

RC: Mi padre me enseñó que cada cosa que haces tiene unas consecuencias. Y que a veces puede influir en una segunda persona y no de manera positiva. Por eso tienes que intentar ser cuidadoso y consecuente con lo que haces.

Pero hay determinadas figuras, ya sea por temas económicos o políticos, a los que esta máxima no parece afectar. Sabemos que esta publicación para ellos no es ni una “piedrecita” en el zapato, pero no nos importa. No es el objetivo.

El objetivo es contar que hubo gente que dio un paso adelante cuando se les dejó solos y no abandonaron a las personas que estaban a su cargo, incluso cuando no les correspondían a ellos. El objetivo es sacar a la luz alguna de las historias de los residentes, que después de toda una vida trabajando por su país, se les dejó morir sin asistencia.

El objetivo es decir que una vida sí que importa, que los muerteos no son números ni estadísticas. No es un medio para enriquecerse. Son personas a las que no hay que olvidar, porque, en su momento, ellos no nos dejaron solos a nosotros.

BR: Creo que el objetivo último es sin duda que esta historia no se olvide. Esta es nuestra pequeña aportación para que esta tragedia, que se ha politizado, se han creado bulos a su alrededor, se ha usado de mil formas y con mil discursos, no se pierda en un circo de discusiones y mentiras. Queremos simplemente hablar de algo que creemos merece tener atención, dando la oportunidad a que testimonios reales, de personas afectadas de primera mano, no se pierdan.