Marina Anaya y Natividad Navalón. Festival Miradas de Mujeres
Alba Cabrera y Punto
C/ Félix Pizcueta, 20 y Avda. Barón de Cárcer, 37. Valencia
Hasta principios de mayo
Es, sobre todo, “una llamada de atención”. Más que una queja. Y, desde luego, “ningún llanto” de por medio. En todo caso, el “trabajo ímprobo” por “dar visibilidad al trabajo de las profesionales de las artes visuales”. Así se presenta el Festival Miradas de Mujeres. Y así lo hace su directora Mareta Espinosa, en la segunda edición del certamen. Nació en Madrid, pero este año se ha extendido al resto de España. Un total de 13 comunidades autónomas participan en el evento. Las galerías Alba Cabrera y Punto son las únicas valencianas. Marina Anaya y Natividad Navalón, sus artistas visibles.
“Casi el 90% de las matriculadas en Humanidades son mujeres. ¿Por qué luego sólo hay un 17% de exposiciones realizadas por mujeres?”, se pregunta Mareta. Y halla dos respuestas posibles: “Porque, aunque parezca increíble, en 2013 todavía hay discriminación”, y porque hablamos de “una cosa casi cultural”. Es decir, que más allá de la discriminación, hay también un caldo de cultivo que favorece la presencia masculina en los espacios públicos y privados. Lo primero se combate con festivales como el que dirige Mareta Espinosa. Para lo segundo se requiere del concurso de antropólogos, sociólogos y psicoanalistas.
El Festival Miradas de Mujeres nace con la vocación de poner en su justo lugar a las artistas visuales. “El día que no haga falta un festival como éste, es que habremos logrado la normalidad”, subraya Mareta. Más de 800 profesionales participarán en las exposiciones, conferencias y talleres previstos en 195 centros de arte de toda España. De manera que, hasta que esa normalidad se alcance, hay festival para rato. Y marzo y abril serán sus meses de referencia. En Valencia, esas miradas femeninas se concentran en dos únicos espacios privados (Alba Cabrera y Punto). También participan dos espacios públicos: el Museo de Arte Contemporáneo de Alicante y Las Cigarreras.
ALBA CABRERA: MARINA ANAYA
Graciela Devincenzi, responsable de Alba Cabrera, tiene claro que “hay que hacer espacio a las mujeres para que se expresen, porque no tienen la misma visibilidad”. En su caso apuesta por Marina Anaya. Y lo hace con un conjunto de dibujos y esculturas que vienen a expresar el carácter íntimo de la artista, al tiempo que engarza con el espíritu mismo del Festival Miradas de Mujeres. Hay espíritu viajero en la obra de Marina, bandadas de pájaros y libertad, mucha libertad Por donde pasa el viento, título harto elocuente de la exposición.
En los dibujos manda el color naranja, efervescente, primaveral, repleto de alusiones a esa libertad o desenfado que domina el conjunto. En las esculturas, a base de latón y roble, predominan los pájaros que, aunque enredados muchas veces en varillas de hierro, sacuden el aire. Bandadas de pájaros o de simples parejas disfrutando de ese viento pasajero que les anima a vivir. Un horizonte de buenos deseos que Marina Anaya despliega en 53 obras y pequeñas joyas, declaración de sus mejores intenciones.
PUNTO: NATIVIDAD NAVALÓN
Amparo Agrait, de la galería Punto, se ha sumado al Festival Miradas de Mujer porque considera vital “reivindicar el papel de la mujer en el mundo del arte”. Y lo hace con una espectacular muestra de Natividad Navalón. Espectacular porque, en medio de la sala, se zambulle en un pesado estanque de agua una figura femenina en bronce y acero inoxidable. Una pared estampada con flores y un gran espejo al lado contrario sirven para componer El paso del testigo, conjunto de tres piezas introductorio al Cuéntame un cuento más general.
Navalón remata el título así: …Qué cuento me contaste!? De manera que las esculturas en bronce de la superficie dejan paso a una serie de fotografías, en el piso inferior, directamente relacionadas con esos cuentos que la artista somete a cruda revisión: Alicia ya no está, Blancanieves busca en el espejo o La Bella Durmiente no quiere despertar. Imágenes inquietantes, fruto de la propia inquietud de la artista por indagar en la trama de esos cuentos infantiles. La relación materno filial como trasfondo de una exposición entre lúdico-festiva y crítica. Como el propio Festival Miradas de Mujeres: luminoso y reivindicativo.
Salva Torres
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