Gillian Wearing
IVAM, Centro Julio González
Galería 1
Guillem de Castro 118, Valencia
Del 24 de septiembre de 2015 al 24 de enero de 2016
Conversar en términos de intención y simbolismo o reflexionar en torno de la opacidad y la translucidez identitaria remite, ineludible, no sólo a la génesis de la conciencia como concepto de referencia para la psicología evolutiva, sino al desarrollo de extremidades conductuales del sujeto cognoscitivo. Uno de estos apéndices, alumbrado al calor primigenio de la identidad cultural y de criterios etnológicos, proviene como consecuencia/herramienta de la autoconciencia: la máscara.
Liturgico-animista, osírica, dionisíaca o tragicoescénica, arquetípica y renacentista, romántica y grimaldina. Modos y formas de respirar tras la máscara con pretensiones ceremoniales, miméticas, reveladoras o lúdicas. Lo que otrora cobraba razón técnica a través de mimbre, barro, cuero, hierro, cobre o yeso, se materializa en látex y cera con la meticulosa compulsión diestra de una oriunda de los Midlands Occidentales, que transforma en discurso plástico su necesidad introspectiva de distinción psicosocial: Gillian Wearing.
Irrumpe así, huérfana de protocolos y subtítulos, parte de la obra del último quindenio de la artista británica, tras casi década y media sin merodear por estos lares, con sorda virulencia y reiterados acentos de su inequívoco estilo (ya reconocible y divulgado más allá de la indústrica Birmingham, la generación Sensation o los YBA, tras su Turner de 1997).
Son sus máscaras las que reciben al espectador con un frontal de emulación de retratos familiares -diversas poses de estudio y un point&shoot doméstico conforman su serie ‘Album’ (2003-2006)-, cuya única y alevosa imperfección en el contorno de sus ojos permiten a Wearing revelar su presencia y transmutación para propiciar un ejercicio de cuestionamiento de la memoria, manejando conceptos de parentesco entre identidad y familia, veracidad y falsedad o evidencia y confidencia.
Si ‘Album’ nos sumerge en cuestiones de filiación y sinonimia de clan, las máscaras de sus películas ‘Secret and Lies’ (2009) y ‘Fear and Loathing’ (2014) -títulos que provienen de los filmes de Mike Leigh y Terry Gilliam, respectivamente- ofrecen testamento oral del almíbar catártico de la confesión bajo el amparo del anonimato, mediante la revelación de traumas, parafilias y episodios ocultos de una sucesión de voluntarios británicos y norteamericanos que auxilian, además, a poner de manifiesto las peculiaridades de su idiosincrasia y los arquetipos nacionales asociados al comportamiento social.
Empleo bien distinto de la máscara se encuentra en su obra inédita “Rock ‘n’ Roll” 70 (2015), cuyo tríptico central parte de una instantánea real de la artista a los cincuenta años. Un tratamiento informático de la fotografía permite simular, con perfección forense, su apariencia en 2034, a la espera de tener ocasión de confrontarse con su imagen dentro de dos décadas y completar la ventana vacía de la obra. “Este es mi Dorian Gray, que no está bajo llave en el ático, sino a la vista del público”.
El montaje expositivo, comisariado por la crítica y curadora independiente Sacha Craddock, permite abordar otra parte inquietante de la trayectoria de Wearing, cuya inquietud por el individuo en su contexto social y familiar, la violencia y la inseguridad en el ámbito de la relaciones interpersonales, en los protocolos de interacción entre la esfera privada y pública o en el testimonio del punto de partida subjetivo para construir el entorno, se ponen de manifiesto en vídeos como ‘The Unholy Three’ (1995-96), ‘2 into 1’ (1997), ‘Drunk’ (1999), ‘Bully’ (2010), ‘We are here’ (2014) y el work in progress ‘Your Views’ (2014 en adelante).
Ocasión excepcional, con lejanos precedentes, la que el IVAM ofrece a los diletantes y a los ocasionales, para profundizar en las sugerentes interrogantes sobre lo genuino y lo artificial, guiados por la mano de esmaltes mondrianos de Gillian Wearing.
Jose Ramón Alarcón
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