Uranes, de Chema García Ibarra
Sección oficial de La Cabina
Festival Internacional de Mediometrajes de Valencia
Del 5 al 15 de noviembre
El comienzo es original. Alguien describe en off y con la pantalla en negro unas fotografías, que sirven para introducir al protagonista de la historia, y después nos las muestra. Primero la imaginación y luego la comprobación empírica de lo descrito. Palabras e imagen. La tensión entre las primeras y las segundas o, mejor aún, el diálogo por separado entre ambas, está en el desarrollo de Uranes, película del ilicitano Chema García Ibarra, que compite en la sección oficial del festival de mediometrajes La Cabina. Mediometraje de 60 minutos que en algunas publicaciones aparece como largometraje.
En ese mismo filo entre lo largo y lo medio, se mueve Uranes: los largos planos, de duración y de escala, y las explicaciones siempre cercanas de la voz en off, que nos acerca esos personajes alejados por frikis merced a la ternura con que describe tan extremas conductas. García Ibarra cuenta en clave de ciencia ficción rural la historia de los hermanos José Luis y Francisco, separados durante la infancia por la rara enfermedad del primero y los abusos sexuales sufridos por el segundo a manos de su abuelo. Ahí es nada: deformación congénita y pederastia mezclados explosivamente.
La enfermedad de José Luis, que dio lugar a la extirpación de esa sustancia patógena alojada en su cerebro, provocará a su vez la incubación de cierta amenaza extraterrestre derivada del almacenaje del material extirpado. A todo ello hay que sumarle la extraña desaparición de los padres y el hecho de que la abuela padezca alzheimer en su fase más temprana. También que el abuelo, en la cárcel por pederasta, regresa haciéndose cargo de José Luis, mientras Francisco termina sus estudios encaminados a ser alguien (que nunca será) en astrofísica.
Chema García Ibarra lo va contando todo en off, subrayando algunos detalles y dejando pasar otros por alto, de manera que sea la imagen, seca y desabrida, quien complete tan áspero, brutal y grotesco escenario. Lo narrado, en todo caso, siempre supera la violencia que se nos cuenta, ya que ésta en ningún momento comparece. Ni siquiera cuando Francisco y el abuelo que abusó de él siendo niño, llegan finalmente a las manos.
Uranes sorprende por la forma en que cuenta tan truculenta historia. Siendo la historia una acumulación de descripciones acerca de unos personajes cuyo padecimiento termina pareciendo banal. De manera que la forma aplasta el contenido. Y aquello que se nos cuenta, una sucesión de ingeniosas ocurrencias que ligan bien con el tono de película amateur que destila esa narración con fotografías caseras y video familiar. Una historia de amores tan puros y a todo tren que descarrila por exceso de simpleza.
Salva Torres
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