Oteiza en la colección del MAS
Fundación Museo Evaristo Valle
Camino de Cabueñes 261, Somió (Gijón)
Hasta el 25 de septiembre de 2016
La Fundación Museo Evaristo Valle acoge, hasta el 25 de septiembre, una exposición temporal de obra escultórica del referente de la Escuela Vasca de Escultura Jorge Oteiza. La muestra se compone de once piezas pertenecientes a la colección del Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Santander y Cantabria (MAS), donadas por el singular coleccionista apátrida de origen ruso Pablo Schabelsky (decisivo su papel de mecenazgo en el desarrollo del arte contemporáneo español), así como de la obra ‘Caja Vacía’, que procede de una colección particular.
El marco cronológico que particulariza esta exhibición se remonta al ocaso de la década de los años cuarenta del pasado siglo, coincidiendo con el retorno de Oteiza a España tras su etapa sudamericana, en la que, amén de eludir los albores y el desarrollo de la Guerra Civil Española, investiga y profundiza en la estética escultórica precolombina, emparentado generosamente con la línea de trabajo del artista británico Henry Moore y cuyo influjo se explicita en dos de las piezas de la colección -‘Mujeres murmurando’ y ‘Figuras’, ambas de 1949-. Sin embargo, ‘Adán y Eva’ (1951) y ‘Xenpelar’ (1969) revelan un territorio de proposiciones reflexivas y fenomenológicas en torno de la figura humana que asientan el nuevo horizonte conceptual del artista guipuzcoano.
Igualmente, se incluyen en la exposición piezas de labor propedéutica para la ejecución estatuaria del friso y la fachada de la Basílica de Nuestra Señora de Arantzazu, en la localidad guipuzcoana de Oñate, como son ‘Cabeza de Apóstol para Aránzazu’, ‘Asunción para Aránzazu’, ‘Friso con cuatro Apóstoles’ y ‘Piedad de Aránzazu’ -que comprenden dos décadas de trabajo interrumpido a causa del impedimentum de la Iglesia, factor que retrasó el proyecto hasta su ejecución definitiva en 1968-, en la que Oteiza implementa su vindicación de las teorías de la caquexia expresivo-figurativa aplicada a la temática religiosa.
Por su parte, ‘Caja vacía’ (1958), un estudio del vacío como sacro territorio de protección, debe vincularse con su autodenominado ‘Propósito Experimental’, etapa de experimentación constructivista, consanguínea con la tradición geométrica europea y que supone la antesala de su cese definitivo de la praxis escultórica.
“Díscolo, indómito, provocador, incomodo, rebelde, fugitivo, irrepetible, conspirador (yo amo las situaciones que nos obligan a conspirar), proteico, pero no en el sentido de disperso, sino en el sentido de que su obra lo abarca todo (lo filosófico, lo antropológico, la estética, la ética e incluso lo utópico), poliédrico, en permanente lucha contra el engaño y la impostura, quijotesco, agitador cultural, disidente, inconformista, conciencia crítica, Jorge Oteiza es todo y más”. (Gregorio Díaz Ereño, director del Museo Oteiza)
Jose Ramón Alarcón
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