Pilar Pedraza. Premio Sheridan Le Fanu
Semana Gótica de Madrid
Octubre de 2016
A Pilar Pedraza le sienta bien el otoño. Tal vez por celebrar su aniversario y onomástica el 12 de octubre, empieza el curso con buen pie. Éste especialmente le está resultando productivo. El 20 de octubre fue entronizada como reina de la literatura fantástica dentro de la Semana Gótica que se celebra en Madrid desde hace ocho años dedicada a lo Dark. Se le entregó el Premio Sheridan Le Fanu, el primero otorgado dentro de este certamen, “en reconocimiento a una trayectoria literaria que mantiene vivo el espíritu de la literatura gótica”. Dicho evento ha ido cobrando fuerza estos últimos años y congrega a la élite de una tribu ávida de vampiros, zombies y cócteles sangrientos. Vestida canónicamente con un traje negro, la autora toledana afincada desde niña en Valencia recibió su diploma, ilustrado con un par de esbeltos esqueletos, en el Museo del Romanticismo.
“Yo no soy muy de premios y saraos ni suelo ir de escritora, pero este premio ha constituido una especial satisfacción para mí, por su oscuridad, por su nombre –que no renombre- y por su especialización en uno de los campos que más frecuento, aunque no sea el único”, dice Pedraza. “Me gusta también porque es la primera y sorpresiva edición, lo que garantiza su frescura e inocencia. Estoy agradecida a la Semana Gótica de Madrid y a su agradable personal.”
Días después del acto en Madrid, Pedraza presentó en Valencia su último libro de relatos, MysticTopaz, en un establecimiento dedicado a las piedras mágicas y saberes esotéricos de la calle Caballeros. Es una tienda singular en la que se inspiró y en la que están ambientados muchos de los relatos que incluye en la obra. Se trata de una colección de cuentos fantásticos que versan tanto sobre la naturaleza y los monstruos como sobre la propia literatura gótica, y delatan el poso libresco de la autora. “Hay que leer mucho, ciertamente, para escribir algo coherente y gracioso sobre los zombis que aparecen en la trastienda, sobre los retratos de muertos o sobre determinados temas tibetanos. En Mystic Topaz hay mucha fuente libresca, pero también muchas impresiones de viajes y sobre todo el aprendizaje directo en la propia tienda, con los materiales en la mano y los personajes exóticos a la vista. He conocido personalmente a algunos de ellos espléndidos, como el chamán mexicano Sergio Magaña, el cabalista judío Eduardo Madirolas o el cátaro peruano Laurel, de los que he aprendido mucho, sobre todo a respetar y a amar lo que no pertenece a mi cultura”.
Igual que en Madrid, el acto en la tienda mágica supuso un encuentro con sus fieles seguidores. “Suelen ser frikis de entre veinte y cuarenta años, mucha chica con aire independiente y madurotes que empezaron a leerme al comienzo y no me han abandonado. Cuando los conozco, me encantan, porque son gente ilustrada, amable y genuinamente amiga de lo raro, como yo misma”.
Incansable en su voluntad de maquinar historias y contarlas, Pedraza terminó este verano un estudio sobre la vida y obra del extraordinario creador Jean Cocteau (La Bella y la Bestia, Orfeo, La sangre de un poeta), que está a punto de salir al mercado en una cuidada edición.
Ahora trabaja en una novela ambientada en el mundo grecorromano, que le encanta, punto final de su trilogía Las Antiguas, y en una serie de cuentos protagonizados por un Eros travieso, titulada Amores brujos, algo cruel y divertida, que se publican cada quince días en la revista digital La Charca literaria. Ilustrados por su asistente y amigo Luis Pérez Ochando, estos relatos verán la luz próximamente en un libro va a nacer con vocación de juguete minoritario.
“Se puede hablar de dos tipos de Eros. El más antiguo y oscuro que procede del Huevo Negro y de las Tinieblas, que controla el amor entre los hombres, y el Cupido de arco y flecha que actúa cuando el amor es entre hombres y mujeres. Este es el Eros de mis cuentos, un niño juguetón, gamberro y sinvergüenza, que obliga a su hermano Anteros, hijo de Marte y Venus, a deshacer sus entuertos”.
La perra de Alejandría, en la que Pedraza noveló la vida de la filósofa Hipatia antes que Amanábar la hiciera famosa con su película, y Las lobas de Tesalia son los dos primeros títulos de la trilogía Las Antiguas. Con el tercero, cuyo título provisional es La leona en llamas, recupera el mito poco conocido de una pareja griega, Protesilao y Laodamia, unidos por un profundo amor y obligados a separarse ante de sus esponsales a causa de la Guerra de Troya. Según el oráculo, el primer hombre en pisar las arenas troyanas moriría y éste es el caso de Protesilao, aunque los dioses se compadecen de la pareja y le ofrecen una segunda oportunidad.
“Es una novela de amor pero de amor trágico y amargo, con elementos mágicos. El denominador común con las anteriores es que está protagonizada por una mujer. Una mujer de la antigüedad y de poder. En realidad en todas mis novelas la protagonista es femenina. Primero porque me gusta que sea así, no por motivos sexistas o feministas, sino porque quiero invertir el patrón histórico ya que hasta el siglo XX en la literatura y en el arte en general la mujer ha tendido a ser objeto, no sujeto. Es interesante dar ese giro porque la visión del mundo de la mujer sujeto es distinta a la del hombre, sobre todo respecto a la guerra, la vida y la muerte, y eso enriquece la realidad”.
A veces le preguntan a Pedraza si su literatura es o no feminista. “Las mujeres que no son feministas son como los pobres de derechas”, suele responder. “Yo quiero un mundo igualitario, donde las mujeres no necesiten decir de sí mismas que son feministas, la sociedad no sea machista y no haya pobres ni ricos. Esa es siempre mi respuesta”.
Bel Carrasco
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