‘Full Monty, al desnudo’, idea de Rafa Collado bajo la dirección de de Begoña Salido
Intérpretes: Fernando Barber, Ana Burguet, Mónica Zamora, Gil Zorrilla, María Albiñana, César Lechiguero, Patri Martí, Óscar Bustos, Daniel González, Sergio Escribano, Nacho Quiñonero y Juanki Fernández.
Teatro Talía
Calle Caballeros, 31, Valencia
Del 18 al 22 de enero de 2017
Cuando pensamos en grandes musicales nuestra mente vuela hasta Broadway y, con más cercanía, a la Gran Vía de Madrid, pero no solemos pensar en Valencia. Quizás es el momento para espantar ese tipo de arquetipos y lanzarnos en paracaídas a ver las propuestas que están aconteciendo en la ciudad. ‘Full Monty, al desnudo’, es un musical increíble, adaptado a la perfección de la película de Peter Catanneo de 1997, que sin duda estaba muy lejos de la crisis de 2007 en España, pero que satirizaba una situación de crisis, marginalidad obrera y cambio de roles que, de forma muy amarga a la par que cómica, nos mostraba las miserias de un mundo con cada vez menos posibilidades y más incertidumbre.
Pues bien, ¿qué tal si cogemos el espíritu de la superación y el desconcierto de la crisis, lo metemos en una coctelera y lo condimentamos con algo de humor de aquí y sacamos nuestra versión del clásico inglés? Pues Rafa Collado tuvo esa idea. Pero démosle otra vuelta: introduzcamos elementos actuales, como móviles, youtube y los desperfectos de la crisis ladrillera.
La aproximación a nuestras vidas actuales, o por lo menos a lo que vivimos atónitos en aquellos primeros momentos de crisis, nos deja perplejos: Dani, Álex y su capataz estaban en la cresta de la ola, como muy bien anuncia el vídeo de introducción que fantásticamente nos mete en la historia; eran años de oropel, dinero y vacaciones extremas. ¿El fallo? Que nada era real. Pero cuando la crisis y la desazón gobiernan nuestras vidas, el ingenio nos salva.
Así, vemos cómo Dani, protagonista coral de este musical, idea hacer un striptease con sus ex compañeros de obra, vamos, despelotarse y subirlo a youtube con la esperanza, cual Rubius, de hacerse muy famosos. Todo ello con el tono jocoso que la empresa necesita, y con una banda que no para de tocar durante casi todo el espectáculo. Banda de música que está presente en cada compás de la obra, que inunda de salsa una trama que se desliza por diferentes estilos con soltura. Un montaje que parece extraído de una película, bien es cierto que es una adaptación, pero ese efecto cinematográfico hace que nos sumerjamos más rápido.
Hay humor, pero también drama, nos vemos reflejados en la actitudes, para nada británicas, sino más bien de Benimaclet o Patraix, de los protagonistas, de sus miedos, que son tan universales como lógicos. Los covers son muy divertidos y bien adaptados a las necesidades de cada escena, desde ‘Tell him’ de Vonda Shepard hasta el ‘Maniac’, todo tiene sentido, excelentes coreografías y una pasión y nulo sentido del ridículo que hacen grande la experiencia.
Una historia de cómo se nos trunca la vida por el desempleo, pero cómo las ganas de seguir adelante pueden con todo. Una historia de amor, de humor y de drama. Especialmente buena, y hasta brillante, la escena del casting donde las risas del público son un actor más que hace que la obra se mezcle con el respetable en una simbiosis que pocas historias logran. Pero, en definitiva, toda la representación está por encima de lo que habíamos visto en años y, por qué no decirlo, hecho en Valencia, producción propia.
Como ya hemos dicho, los músicos impregnaban a la obra de una naturalidad necesaria para un musical: la bella voz de Marta Company acompañaba en ocasiones a los actores y daba luz a algunas partes así como el tempo justo entre escenas. Personalmente, Vicente Ausina, Dani en la obra, me gustó mucho, no solo por su vis cómica, sino por su espontaneidad y por cómo ha sabido captar la esencia que le da Robert Carlyle en la película. Por desgracia no estuvo mucho en cartel, algo que la convierte, más si cabe, en una gran perla.
Somos máquinas, máquinas…
Javier Caro
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