Trio, de Rodolf Sirera
Teatre Rialto
Plaza del Ayuntamiento, 17. Valencia
Hasta el 26 de febrero de 2017
Rodolf Sirera lleva 25 años dedicándose a la televisión (“que es donde me han reclamado, cosa que no sucede en el teatro”) y ahora, tras larga travesía en el audiovisual, vuelve al que verdaderamente es su oficio. Un oficio al que retrata con crudeza en Trío, espectáculo dirigido por Rebeca Valls con el que regresa al Rialto después de 22 años fuera de Valencia. Una vuelta agridulce: “Me va a costar mucho reconciliarme con el teatro”. Lo hará porque, como apuntó Sirera, la muerte de su hermano Josep Lluís, hace poco más de un año, “me ha creado la obligación moral de acabar un proyecto iniciado con él”.
Hasta que tal cosa suceda, Trío es ya la mejor manera de continuar con El veneno del teatro que él mismo inyectó a la profesión hace unos años. “Rodolf dejó de escribir por falta de consideración aquí, en su ciudad, mientras lo valoran en televisión, de manera que su verdadero oficio queda como un fantasma al que te quieres dedicar y no puedes”, señaló Valls, encargada de dirigir, junto a Edison Valls, al trío de actores protagonistas: Diego Braguinsky, Vanessa Cano y Héctor Fuster. Esa frustración atraviesa la obra, siendo consustancial al propio oficio de actor.
“La obra va sobre nuestro oficio y la desgracia de nuestro oficio”, indicó Valls. Así que empieza como comedia (“es comercial en ese sentido”), pero va inclinándose del lado del drama, “del amateurismo al que hemos llegado y que en muchos casos te obliga a ser camarero por la mañana y actor de noche”. El último informe de la Fundación Aisge ya advertía que el 70% de los actores de la Comunidad Valenciana vivía en el umbral de la pobreza. Y a pesar de todo ahí siguen: “Son como monjes que han hecho votos y no pueden renunciar a ello”, señaló irónico Sirera.
Braguinsky lamentó la falta de faena como fuente de esa frustración que destila Trío y de la que da cuenta Rodolf Sirera: “Es un cirujano de lo que pasa no sólo aquí, sino también en Madrid y otras ciudades”, subrayó el actor que encarna a una de las tres generaciones representadas en la obra. (“Óscar [papel representado por Braguinsky] es la generación mayor que ha perdido todos los trenes y aún así continúa amando este oficio; David [Héctor Fuster] es un actor al que se le está ‘pasando el arroz’ y tiene la oportunidad de trabajar en televisión, lo cual le obliga a hacer concesiones, y Michy [Vanessa Cano] es un personaje odioso, arribista y trepa que tiene para triunfar que comerse muchos marrones”, describió Sirera.
Aunque Trío se centra en el oficio de ser actor, “va mucho más allá”, advirtió Valls: “Es un viaje emocional, una viaje interno, que te va llegando al alma; habla de la supervivencia, de la soledad y de la lucha a pesar de todo”. Como aseguró Cano, el espectador verá “momentos de amor duro y muy chungo”, donde se ve a los actores queriéndose y odiándose sobre un escenario” y donde se verá igualmente cómo “el sálvese quien pueda lo tenemos en la sangre”. Para la actriz, todos “tenemos una parte cruel, egoísta y nos da pudor decir que la tenemos”.
Rodolf Sirera deja de lado ese pudor para mostrar las vergüenzas de unos personajes que guardan relación con El verí del teatre. “Hay un hilo conductor y es que a los actores les gustaría hacer El verí y el autor no quiere”. De nuevo la frustración recorriendo un texto del que el profesor Juan Vicente Martínez Luciano dice: “Refleja la situación por la que pasan muchos actores que, en el mejor de los casos, compatibilizan el teatro con las series de televisión y las diferentes vicisitudes que se generan alrededor de esa inseguridad laboral”. Sirera afirmó que Trío tenía “uno de los finales más tristes que yo haya escrito”.
Sin embargo, hay alguna que otra rendija de luz: “Tenemos la intención de que Teatre del Pobla Valencià produzca una obra de Sirera”, avanzó Abel Guarinos, director de CulturArts. Como apuntó Braguinsky, en el fondo “el motor de esta función es el amor de Rodolf por el teatro, unas veces correspondido y otras no”. Amor que el autor extendió al proyecto inacabado junto a su hermano y que versa sobre una trilogía de tipo histórico, centrada tanto en la Resistencia francesa después de la II Guerra Mundial (“entonces todos eran de la Resistencia, igual que aquí todos eran antifranquistas”) como en lo ocurrido en Dinamarca durante la ocupación alemana: “¿Qué debe hacer un intelectual, guardar la cultura como un cofré?, se interrogó Sirera, a vueltas siempre con su oficio.
Salva Torres
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