Todo paisaje es ficción 2. Colección Caja Mediterráneo
Espacio de batalla, de Miquel Navarro
MACA
Plaza Santa María, 3. Alicante
Hasta finales de abril de 2017
La primera Ciutat de Miquel Navarro fue expuesta en 1974 en el Colegio de Arquitectos de Valencia. Desde entonces, el escultor se especializó en estas instalaciones, paisajes escultóricos compuestos por montajes de pequeños elementos variables en serie, construyendo así paisajes urbanos. En aparente contradicción, Navarro construye ciudades como forma de hacer paisaje. Y esta obsesión por la ciudad como materia plástica se explica desde su biografía.
Miquel Navarro nace en Mislata, una ciudad cercana a Valencia con una gran extensión de huerta. El artista fue testigo de la desaparición del paisaje rural conquistado poco a poco por la metrópoli, por la expansión urbana de la capital al tiempo que desaparecía al ritmo desenfrenado de la industrialización. La ciudad iba invadiendo el paisaje rural.
Desde los años 70, Miquel Navarro construye ciudades, pequeñas o grandes instalaciones que extienden, en superficie y a vista de pájaro, decenas, cientos o miles de piezas en madera, terracota, plomo, cinc o vidrio de distintos tamaños y que configuran un paisaje metafísico. Paisaje como reflexión del mundo que nos rodea pero también sobre nuestra propia mirada o forma de mirar ese mundo que nos rodea. Miquel Navarro ha sabido desarrollar una manera de aproximarse al fenómeno artístico extraordinariamente singular en el contexto de la escultura occidental contemporánea.
La pieza que se muestra en el Museo de Arte Contemporáneo de Alicante (MACA) es ‘Espacio de batalla’, del año 2001 realizada en aluminio y cinc mediante una instalación compuesta por 2500 piezas, de la Colección Fundación Caja Mediterráneo
en depósito en el MACA. La obra que se encuentra expuesta en el Museo de Arte Contemporáneo de Alicante (MACA) es una de las ciudades más significativas del artista valenciano por la dimensión y presencia que adquiere este ‘Espacio de batalla’. Se presentó por primera vez en 2002 en la galería Marlborough de Nueva York con gran éxito de crítica y público. Era la primera exposición individual del artista en la capital neoyorkina y en ella quería rendir homenaje a la ciudad tras el brutal atentado de las Torres Gemelas del 11 de septiembre.
El centro de la exhibición era esta instalación, ‘Espacio de Batalla’, compuesta por una serie de esculturas de aluminio y cinc de formas y tamaños que asemejan una fantástica ciudad en miniatura, mitad urbe, mitad cementerio. Navarro nos propone percibir la ciudad desde lo alto, a modo de travelling, en una escala que convierte al hombre en gigante.
La instalación, de quince metros de largo, siete de ancho, y dos de altura, está compuesta por varias series de figuras geométricas de pequeñas dimensiones, organizadas en forma de bloques de casas, que también podrían ser las lápidas pulidas y ordenadas en serie de un cementerio.
Y se completa con algunos elementos de gran tamaño que semejan los rascacielos neoyorkinos. Un total aproximado de 2.500 piezas que, en rigurosa disposición, se extienden conformando pura creación poética entre arqueología y modernidad, una metáfora de la civilización destruida.
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