Bosquera, geografia i històries d’un lloc, de Juanma Pérez
Sala la Muralla del Colegio Mayor Rector Peset
Plaza Horno de San Nicolás, 4. Valencia
Hasta el 26 de marzo de 2017
“Le doy las gracias a Martín Castro por hacernos viajar a Mosquera y permitir que me conozca un poco más”. Con estas palabras de agradecimiento, Juanma Pérez va desgranando las maravillas descubiertas por ese tal Castro allá por 1915, año en el que penetró en los misterios de ese lugar ubicado en la Sierra de Espadán (Castellón) y dejó huella escrita de su revelación: “Cuanto alcanza la vista en la inmensa hondonada, desde los negros barrancos hasta las crestas más altas, se halla todo cubierto de espesísimo bosque”. Tan espeso y de carácter tan “quasi irreal” que el alucinado escritor termina por confesar que le “sobrecoge, como el cárabo al niño”.
Estas y otras manifestaciones de singular atractivo hacia ese paisaje de Mosquera recién descubierto, son las que Juanma Pérez rastrea un siglo después para recrear en la Sala de la Muralla del Colegio Mayor Rector Peset tan idílica naturaleza. Lo hace mediante fotografías en blanco y negro tomadas en la actualidad, a las que va intercalando dibujos, pinturas y escritos de su añorado alter ego, junto a diversos objetos y otras referencias colocadas en sendas vitrinas, con el fin de ofrecer un mapa sentimental teñido de utopía acerca del paisaje que une al aventurero de principios del siglo XX con su fino rastreador.
Bosquera, Geografía e Històries d’un lloc es el título de tamaña investigación, a la que Juanma Pérez denomina su “novela visual”. Una novela, ya es hora de decirlo, literalmente falsa, sin duda como toda novela, aunque, precisamente por ello, completamente verdadera. “Yo soy Martín Castro”, desvela el artista que ya le siguiera el rastro en otra exposición a Fernando Pessoa, en aquella ocasión tomando como referente a un escritor de verdad que utilizaba igualmente alter egos para descubrirse a sí mismo.
“He falsificado dibujos, manipulado objetos y escrito documentos con el estilo de hace 100 años para jugar con el espectador y viajar en el tiempo y en el espacio”, explica el artista sobrecogido por su propia creación. Luego precisa: “No es un ejercicio de egocentrismo, ni he querido engañar a nadie”. Y aunque reconoce que su trabajo puede considerarse un fake (una falsedad), insiste en que su proyecto, de casi tres años de intenso esfuerzo creativo, buscaba únicamente “transmitir cierto misterio del bosque, de todos los bosques representados en Bosquera; el sitio ideal”. “Quería rizar el rizo y lo que parecía mentira que fuera real”, añade.
Es a través de esa mentira o ficción, para la cual se sirve de un inexistente Martín Castro (“nadie ha dudado de su credibilidad”), como Juanma Pérez nos sumerge en un apasionado viaje al fondo de la naturaleza. Para ello, ha contado con la ayuda cómplice del antropólogo Pablo Vidal y su libro, éste sí verdadero, ‘Etnología de un paisaje rural de la Sierra de Espadán’, y de Javier Alcoriza, traductor de la novela ‘Walden’, de Henry David Thoreau, quien se atreve a sugerir, siguiéndole al artista en su ficción, que Martín Castro pudo conocer a Thoreau.
“Me he sentido tan múltiple como Pessoa, por eso decidí mezclarlo todo y jugar a la heteronimia llevada a la plástica”, confiesa Pérez. Todo le estaba permitido al artista, con tal de atrapar al espectador en su viaje. “He ido a Mosquera repetidamente de día y también de noche con linterna, viviéndolo con cierto romanticismo”, explica. El romanticismo de quien, como Martín Castro, “rechaza la Barcelona industrial de principios del siglo XX y ve en la naturaleza un espacio descontaminado que te pone en contacto con lo primigenio y lo natural”. Juanma Pérez sabe que esa naturaleza idílica posee su lado oscuro, inquietante para el hombre, pero su intención era expresar “ese deseo de no perder las raíces que Martín Castro encarna”. Deseo que bien vale la ficción de un artista que dice haber aprendido “y mucho” de su alter ego. He ahí la auténtica verdad de su propuesta.
Salva Torres
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