De este pan y de esta guerra, de Jesús Zomeño
Ilusstraciones de Fernando Fuentes ‘Miracoloso’
Editorial Contrabando
Jesús Zomeño es abogado y trabaja con su hermano en un prestigioso bufete de Elche. Pero su auténtica pasión es la literatura y en ella se ha volcado tanto en la faceta de escritor como en la de editor de poesía, actividad ésta que abandonó hace algún tiempo. Trabaja con fervor en tres novelas a la vez y, mientras tanto ha ido publicando una trilogía de relatos ambientados en la Primera Guerra Mundial. ‘De este pan y de esta guerra’ (Editorial Contrabando), ilustrado por Fernando Fuentes, ‘Miracoloso’, la última parte de dicha trilogía, mereció el Premio de la Crítica Literaria Valenciana fallado el pasado 20 de mayo en la Universidad Miguel Hernández de Alicante.
¿Por qué eligió la Primera Guerra Mundial entre las muchas que han existido a lo largo de la historia?
La Primera Guerra Mundial permite una reflexión más universal, me permite hablar de un bando u otro, sin prejuicios ni sectarismos, cosa distinta ocurriría si escribiera sobre la Guerra Civil o la Segunda Guerra Mundial. Además, aporta imágenes estéticamente muy poderosas y simbólicas, como son las trincheras, las máscaras antigás, las alambradas… Sin embargo, el principal motivo es que en la Primera Guerra Mundial la supervivencia fue extrema, tanto en el plano físico como en el mental, y eso permite analizar los límites del ser humano. Pero no hablo de la desesperación, mis relatos tienen un trasfondo lírico, una apelación a la belleza, a veces a través del esperpento, porque a mis soldados no les alimenta el estómago sino los sentimientos. Mis personajes luchan mentalmente para sobrevivir porque son optimistas a pesar de todo, como el honesto encargado del urinario de Dublín que se lleva a la guerra el plato de las propinas para acordarse siempre de que tiene que estar agradecido a lo que la vida le dé.
¿Cuál cree que es la batalla más dura que libra el hombre de nuestro tiempo?
La batalla interior. Los poderes fácticos y los políticos lo han reducido todo a la economía, pero la gran revolución pendiente es la felicidad. No hay ningún partido político que presente un plan para fomentar la felicidad y equilibro del individuo, un ocio sencillo y satisfactorio. Es ridículo decirlo, pero está mal visto hablar de sentimientos, eso cada vez forma más parte de la vida interior y secreta de las personas. Se cuidan las patologías, las depresiones, eso sí se permite; pero no se fomenta la felicidad, ni la del individuo ni la social.
¿Cómo ha evolucionado a lo largo de su trilogía?
Del reportaje periodístico a la interiorización. ‘Laberintos’ recogía las respuestas de muchos autores en torno a las preguntas que planteaban unas fotografías originales de soldados. Esa perspectiva coral se individualiza en ‘Cerillas mojadas’, relatos que analizan la biografía y las hazañas de algunos soldados. Sin embargo, a continuación interiorizo y casi suprimo la acción en ‘Piedras negras’ y ‘De este pan y de esta guerra’, son retratos psicológicos. Es un camino de interiorización y mi conclusión es que el hombre despliega mentalmente sus mecanismos de defensa para sobrevivir y ese mensaje es optimista, la auténtica fuerza del soldado en la Primera Guerra Mundial estaba en su cabeza.
¿Por qué el cuento en España es un género minoritario?
Las noticias de prensa y, sobre todo, las digitales ahora son más breves, también nos comunicamos por correo electrónico o vía wasap con mensajes cada vez más cortos; sin embargo, eso no ha abierto camino al relato breve. El microrelato es la imagen de la nueva realidad, pero el relato no ha absorbido ese público. Es posible que la novela plantee una unidad de ritmo y argumento, que si te engancha te mantiene fácilmente, eso es cómodo. Los libros de relatos cambian ritmo, personajes y planteamiento en cada historia y eso cuesta de aceptar. Hay que vaciar la mente, hacer reformas, cambiar el diseño y entonces empezar la lectura, entre un cuento y otro, con la mente preparada. Creo que los relatos exigen más esfuerzo, un ejercicio de renovación mental constante.
Háblenos de su último libro, ‘Querido miedo’.
Yo escribo lo que soy, mejor dicho, lo que creo que soy o he sido. Las historias de la guerra intentan ayudarme a conocerme a mí mismo, a través del análisis de situaciones límites. Las historias de ‘Querido miedo’ retratan los años ochenta, el paso del tiempo y aquello en lo que nos hemos convertido los que fuimos jóvenes. Es un retrato lírico y nostálgico del pasado y del presente de mi generación. Por tanto, el ser humano sigue siendo el centro, el protagonista.
¿Cuáles son sus próximos proyectos?
Fernando Fuentes ‘Miracoloso’ y yo tenemos intención de ampliar los relatos del libro ‘De este pan y de esta guerra’. ‘Miracoloso’ está trabajando las nuevas ilustraciones, mucho más personales, y luego yo escribiré los relatos. Será una obra breve de cinco o seis historias, un anexo al libro, que ya estaba previsto antes de concederse el premio, porque la Editorial Contrabando desarrolla una gran complicidad con sus autores.
Bel Carrasco
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