Festardor
Bétera (Valencia)
Del 12 al 14 de octubre de 2017
Este año me desvirgaba, por fin, en uno de los festivales que más ha crecido en la Comunitat Valenciana, como es Festardor, pero no os llevéis a engaño: este festival no tiene nada que ver con el histórico Festivern (que este año cumplirá su decimotercera edición). El cartel del Festardor no era nada nuevo, pero sí muy atrayente, debido en parte a que muchas de las bandas que iban a tocar levantan verdadero furor entre el público. El cartel definitivo fue administrándose a cuentagotas, para que el paladar se nos fuera preparando.
El plato fuerte lo dieron con los vascos Soziedad Alkoholika, que nos patearían el culo el primer día del festival, para que estuviéramos calentitos el resto de jornadas. El evento se realizó en Bétera, primer acierto de la organización: estaba a escasos kilómetros de la capital, y con ello una mayor acceso y mayor alojamiento.
Segundo acierto: elegir las fechas del puente de octubre. El festival no tiene nada que envidiar a otros de similar pelaje, y de los que es herederos (Viñarock, Marearock), pero con su propia esencia. Por desgracia, el catarro me abordó en la segunda jornada del evento, y no pude asistir a más, así que solo fui al primer día.
Cuando entré en el recinto, sin ningún tipo de problemas (agradecimiento a la rapidez con la que fuimos acreditados), los que estaban descargando sobre las tablas de uno de los dos escenarios eran los valencianos Voltor. Metal en valenciano, con una gran dosis de caña, algo que nos encanta y que echamos de menos en otras bandas. Por desgracia no existen tantos grupos como nos gustaría que usaran la lengua de Estellés para repartir cera, no como en otros ritmos más relajados, donde sí que hay una gran comunidad de grupos.
Los siguientes en aparecer en escena fueron El tío la careta, que terminaban su tour ‘Levantando los pies del suelo’, en el festival. Gracias a ellos se montó el primer pogo del evento, y la gente no paró de bailar hasta que estos se marcharon del escenario. Con puntualidad exacta, y merced a que estaban habilitados dos escenarios, saltaron a las tablas los sevillanos Iratxo con su último disco ‘Hueso y carne’, del que dieron buena cuenta al respetable. La noche ya había caído sobre nuestros cuerpos, y el olorcillo a comida de los puestos que allí estaban nos hacía salivar. Los precios estaban muy bien, como el de la propia entrada, que prácticamente estaba regalado en comparación con otros festivales. El abuso en el precio de las entradas es algo habitual, pero en este caso no fue así y se agradece.
El número de gente se iba incrementando de un modo espectacular. Salí del recinto en medio de la actuación de Iratxo para comprobar el ambiente, y era realmente sorprendente. Ríos de personas se acercaban hasta la acampada con todo tipo de enseres para disfrutar de un festival que iba a durar tres días. De una gran fiesta de rock y diversión.
Los catalanes La Desbandada traían bajo el brazo un buen puñado de canciones de rock, de ese rock de toda la vida. Por allí había mucho público que se conocía los temas al dedillo. Canciones poéticas mezcladas con el sudor del rock bien facturado. Aunque es cierto que una parte nada despreciable del público ya estaba buscando acomodo para sus cuerpos delante del escenario de la izquierda, para presenciar el torrente de furia de los sevillanos Narco. Y sin nada de tiempo para que los chicos de La Desbandada pudieran decir hasta luego y hacerse la foto de rigor, los andaluces ya estaban iluminando de rojo, con música electrónica incluida, el escenario.
Vikingo M.D. y sus secuaces tenían en aforo lleno a reventar, y no nos hicieron esperar con temas como ‘Chispazo’, ‘Tu Dios de madera’, ‘Kolicotrón’, ‘Ahí fuera (Vive Satanás)’ o ‘La puta policía’. Con el cuerpo destrozado, algún pisotón y la sensación de haber quemado grasa para un mes, me moví al escenario contiguo. Allí la cosa no pintaba mucho peor. S.A. son una apisonadora de metal en vivo, no dejan títere con cabeza. El público venía reventado del anterior concierto, alguna hernia había saltado por los aires y alguna caída se habría llevado más de uno, pero todos tenían ganas de más.
‘Piedra contra tijera’, ‘Ratas’, ‘Palomas y buitres’ (donde hubo un guiño a Catalunya) y las genialidades de ‘Cuando nada, vale nada’ y ‘Nos vimos en Berlín’. Pogos, empujones, alegría, diversión, todo eso es lo que se mezcló mientras los vascos machacaban los instrumentos y Juan de desgañitaba con los temas más antiguos.
El festival seguía, pero yo ya había tenido mis dosis de nostalgia, por bandas como las mencionadas, y de felicidad en forma de la grata sorpresa que representa el festival. Antes de terminar el artículo, hay que apuntar que desde la organización nos comentaron que “en total, entre los tres días, fueron 33.000 personas, hemos triplicado la anterior edición”, además nos cuentan que “no hubieron incidentes”. Sin duda, esta es más que una buena noticia para todos, que ya tenemos un festival de este rollo en Valencia. El próximo año volverán a contar conmigo para que os traigamos lo que será un evento muy esperado por todos.
Javier Caro
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