L’esclat dels clàssics
L’inici del còmic a la Península
MuVIM
C / Quevedo, 10. Valencia
Hasta llegar a ser el “noveno arte”, el cómic ha tenido que atravesar un largo camino que, al igual que en el salvaje oeste americano, ha necesitado de la pasión de muchos aventureros. Quizás emulando su propia experiencia, de artistas fajándose contra las adversas circunstancias, perfilaron el imaginario heroico del que después se nutrieron muchas personas. Entre ellas, el propio Rafael Company, director del MuVIM que acoge dos exposiciones centradas en esos orígenes del cómic: “Yo aprendí a leer con el TBO y Pulgarcito”, reconoció.
“El cómic está dentro de la cultura popular que ha llegado a atravesar fronteras”. Y precisamente a esas fronteras a las que se refirió Company aluden tanto la muestra L’esclat dels clássics, ubicada en la sala Alfons Roig, como L’inici del còmic a la Peninsula, instalada en el vestibulo del MuVIM. Dos exposiciones repletas de piezas únicas cedidas por coleccionistas privados y de las que, en algunos casos, sólo quedan “una decena de ejemplares en todo el mundo”, subrayó Enrique Trilles, comisario de ambas exposiciones.
A esos coleccionistas privados se refirió también Company, poniéndolos al mismo nivel que los artistas y personajes de tan rutilantes historietas: “El coleccionismo privado es una tarea constante, callada y heroica”, rematándolo con el adjetivo de “insustituible”. Gracias a todos ellos, el MuVIM reconstruye la historia del cómic internacional y español, evocando a sus pioneros en los Estados Unidos de principios del pasado siglo.
“En un mundo mayoritariamente analfabeto en el que no existía la televisión, los cómics eran el instrumento de comunicación para las clases más desfavorecidas”, citando Trilles a Umberto Eco, cuando dijo que el cómic “era el arte de los pobres y el paradigma de la cultura popular”. Entretenimiento y educación a partes iguales. A veces, incluso a contracorriente de lo que se proponía, como puso en evidencia Company: “Yo leí Hazañas bélicas y me hice objetor de conciencia”.
Esta y otras muchas lecturas se pueden extraer de las dos exposiciones del MuVIM, que han venido a coincidir con el gran evento de este fin de semana, el Salón Héroes Comic Con València: “Nos parece magnífico”. Tanto es así que el propio Museo de la Ilustración y de la Modernidad cuenta con un stand en dicha feria, en coherencia con la línea museográfica del MuVIM, que Xavier Rius, diputado de Cultura, ligó al València en vinyetes de principios de 2017.
La eclosión de los clásicos, cifrada en torno a los grandes maestros de la historieta norteamericana y a superhéroes como Superman, Batman o Flash Gordon, e incluso heroínas como Wonder Woman, fue sin duda una referencia para los grandes del cómic más próximos como Manuel Gago, José Sanchis (Pumby) o Víctor Mora (El Capitán Trueno), por citar algunos. “Los tebeos españoles –desde los años 30 hasta la actualidad- habrían sido otra cosa sin la presencia de los grandes personajes americanos, que sirvieron de molde para forjar los héroes más idiosincráticamente hispanos”, explicó Trilles.
Las piezas originales que se muestran en ambas exposiciones tienen el valor que se deduce del hecho, subrayado por el comisario, de que “se trataba de un arte industrial y serializado en el que la mayoría de fotolitos se desechaban”. Hay en la exposición primeras tiradas de Yelow Kid, el personaje con el que empezó el cómic moderno, según los especialistas, al igual que de Little Nemo o de Flash Gordon. “Todo el material que se exhibe en ambas exposiciones son piezas originales”, destacó Trilles.
El periodo que va de los años 30 a mediados de los 50, conocido como la edad de oro del cómic, protagoniza la parte central de La eclosión de los clásicos. A partir de ahí, tirando de se hilo, se llega a El inicio del cómic en la Península, donde aparecen personajes como El guerrero del antifaz, Cuto, El pequeño luchador o Pumby, nacidos a rebufo de los pioneros. “¿Cómo negar la influencia de aquellos héroes, de aquel estilo de dibujo, en Manuel Gago o en Jesús Blasco, por citar dos de las más grandes referencias de la historieta en la España franquista?”, se pregunta el comisario.
Las dos exposiciones que el MuVIM inaugura, y que se extenderán hasta finales de mayo y principios de junio, se incrustan justo en medio de lo que Company celebró como dos hechos significativos: el Salón Héroes Comic Con València y la novela gráfica El día 3, de Cristina Durán y Miguel Ángel Giner, sobre las víctimas del accidente del Metro en Valencia, que se presentó recientemente en el museo valenciano. “Estamos en el medio”, precisó Company, sacando pecho por ello y por que el MuVIM sea “el lugar natural para el cómic”.
Salva Torres
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