“Historias de Baasneere” de Xavi Ferragut
Sala de la Muralla. Colegio Mayor Rector Peset
C/ Forn de Sant Nicolau 4, Valencia
Hasta el 1 de mayo de 2018
El pasado 11 de abril se inauguró en la Sala de la Muralla del Colegio Mayor Rector Peset la exposición “Historias de Baasneere” de Xavi Ferragut. Toda una recopilación de experiencias reales, vivencias e historias personales de los habitantes del pequeño poblado de África Occidental, Baasneere, ubicado en la provincia de Samantenga, Burkina Faso que quiere decir “patria de hombres íntegros”.
Localidad que en el año 2010 gracias al proyecto “Algemesí solidario” se une en una misma voz y decide poner sobre la mesa todas y cada una de las necesidades sociales primarias de las que carece, como la construcción de un pozo próximo para poder abastecerse del agua necesaria, la rehabilitación del Centro de Salud para que los residentes del poblado puedan beneficiarse de una sanidad básica y evitar contraer cualquier tipo de enfermedad, la construcción de una escuela de educación secundaria para que los más jóvenes puedan adquirir una educación esencial y así tener en un futuro una vida mejor para ellos y para su pueblo. Necesidades que definimos como cotidianas pero si nos quedamos sin agua o luz durante unas horas, lo consideramos el fin del mundo, en cambio para los ciudadanos de Baasneere esto es el día a día, condenados a vivir sin unas condiciones básicas e imprescindibles, viéndose obligados a convertirse en una sola voz para coger más fuerza y luchar por una vida mejor. Realidades que se hacen eco en un mundo repleto de injusticias y desigualdad.
En este sentido y después de las diferentes estancias y vivencias en Baasneere, Xavi Ferragut (1964 Algemesí, Valencia), licenciado en Bellas Artes en 1988 por la Universidad Politécnica de Valencia, doctor en el programa de Conservación y Restauración de Bienes Culturales de la Universidad Politécnica de Valencia en 2015 y con una amplia experiencia en el mundo de la restauración y creación de obras de arte (Arte y Restauración), decide que los protagonistas de su historia sean los propios habitantes del poblado, a quienes no hace falta entrevistar porque con una mirada lo dicen todo. Representaciones en las que mayoritariamente es utilizado el acrílico y óleo sobre tabla con la ayuda de una pincelada contundente que da paso a rostros y miradas que llegan al alma, que nos cuentan historias. Como el caso de Farida (excepcional, única), tiene la gran suerte de poder ir a la escuela, se tiene que levantar todos los días a las siete de la mañana y recorrer cinco kilómetros para llegar a la escuela más cercana. Es muy afortunada ya que más de la mitad de niños y niñas de su pueblo no pueden ir, sea porque deben de ayudar en los trabajos de casa o simplemente porque la escuela está demasiado lejos y los padres no lo consideran importante. El caso de Tafari (el que inspira miedo), de entre quince y veinte años, apenas habla y casi todo lo dice con gestos, atento a cualquier trabajo que se le ofrezca para recibir algo de dinero a cambio. Kamaria (brillante como la Luna), está de ocho meses de embarazo y aun así sabe que como todas las mujeres de allí tendrá que trabajar forzosamente en el campo hasta el día que le toque dar a luz. También sabe que una vez dé a luz, seguirá encargándose de todo pero esta vez con un hijo más, que llevará hasta que camine cargado de la espalda.
Experiencias personales que traspasan el límite inhumano, tocando fondo. Representaciones que van más allá del límite del lienzo, aterrizando sobre realidades que descienden en la vida de gente que vive con otro ritmo de vida y con otras prioridades mucho más básicas.
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