CROCHT, de Catalina Carrasco
La Mutant
C / Joan Vedaguer, 16-24. Valencia
Viernes 15 de junio de 2018
Con motivo de la puesta en escena de ‘CROCHT’ llevada a cabo el pasado viernes 15 de junio en La Mutant, y de los talleres de cuerpo, movimiento y género, realizados los días precedentes, entrevistamos a la responsable de la dirección del proyecto, Catalina Carrasco.
En la página web de su compañía, Baal Dansa, Catalina Carrasco aparece definida como bailarina, coreógrafa y performer. Tres disciplinas que no se podrían separar, según ella, ya que transitan de un lugar a otro.
El espectáculo de danza que vais a llevar a cabo tiene como título ‘CROCHT’, ¿a qué es debido?
‘CROCHT’ es una palabra anglosajona no muy conocida, significa entrepierna. Me gustó la sonoridad y su significado, una palabra sin género que lanza la cuestión de: ¿Qué es lo que nos diferencia, lo que tenemos entre las piernas?
¿Tenéis un target específico de público?
No, para nada, al contrario. Contra más diverso, mejor. Durante la creación de este proyecto se ha tenido en cuenta poder llegar a todo tipo de público, que no fuera una pieza demasiado conceptual para que también pudiéramos conectar con personas no cercanas a las artes vivas.
¿Qué tipo de reflexión pretendéis hacer sobre la identidad de género?
La reflexión sobre el concepto de género se ha dirigido, esta vez, hacia la problemática que existe con las personas que no se sienten identificadas con la dicotomía entre lo masculino y lo femenino. Por ejemplo, ya no las personas transexuales sino también las mujeres que no se definen con esta cosificación que hay de cómo debemos ser y de cómo deben ser nuestros cuerpos. Al igual que, hoy en día, muchos hombres ya son conscientes de que tampoco se identifican con esa figura y con esa masculinidad.
Por un lado, se pretende poner sobre la mesa la reflexión de por qué el género es así. Es decir, a causa de la construcción social y del estado neoliberal que nos dice qué y cómo debemos ser constantemente, hay un sistema que nos manipula en todos los ámbitos y, en este ámbito, el género es una herramienta muy fuerte de consumo.
Por otro, mostramos tanto la violencia de género como la violencia sexual que existe por culpa del estado heteropatriarcal y de la Iglesia. Este tipo de poder incluso le ha dado al hombre una fuerza más allá de la física para el maltrato, para sentirse siempre superior y con el derecho de poder insultar y violar ya no solo a las mujeres, sino también a aquellas personas que no entren dentro del estereotipo marcado por la sociedad.
Como directora del proyecto, ¿hasta qué punto piensas que el cuerpo es el responsable de reflejar nuestra propia identidad?
El cuerpo lo es todo. El cuerpo unido a todo, a nuestra razón, a nuestro pensamiento, a los órganos y a todo el funcionamiento de este contenedor que es el cuerpo. Todo esto desde el pensamiento no basta ya que tiene que pasar al cuerpo, el responsable de realizar la acción.
En trabajos como éste que vienen desde la teoría, son de ayuda libros que me parecen muy interesantes. En este caso, he tomado como referencia principal el libro ‘Transfeminismos’ de Miriam Solá y Elena-Urko, ‘El género en disputa’ de Judith Butler y las obras de Paul B. Preciado.
El inicio del proyecto viene desde la teoría pero, posteriormente, todo esto es llevado a un trabajo corporal mediante herramientas de las artes vivas para realizar la práctica en escenarios y, de este modo, generar un espacio de conversación con los cuerpos.
¿Tenéis en mente futuros proyectos inmediatos?
Ahora mismo empieza la elaboración, desde el pensamiento, de otro proyecto que sigue hablando del género desde una visión mercantil, del cuerpo como objeto y como mercancía. Será algo más íntimo. Ahora necesito volver a una investigación más individualista, al contrario de ‘CROCHT’. Siento la necesidad de buscar dentro de mi “contenedor” para volver a generar este mismo discurso pero, esta vez, de un modo más profundo.
¿Has sufrido algún tipo de discriminación en el mundo de la danza por el hecho de ser mujer?
El mundo de la danza es muy sutil, ya que se supone que está más ocupado por mujeres. En cambio, los grandes coreógrafos son hombres, los grandes directores de grandes compañías son hombres, así como los directores de grandes festivales. Ahora es cuando empiezan a aparecer las primeras mujeres pioneras en estos ámbitos. A destacar se encontraría Àngels Margarit como directora del “Mercat de les flors” (Barcelona) u Olga Álvarez, coordinadora artística en La Mutant (València).
Es interesante, cómo ‘CROCHT’ ha estado en bastantes ciudades importantes de países como Italia, Alemania, o México, pero siempre ha sido contratado por mujeres o por hombres homosexuales. Ha habido alguna excepción como es el caso del ‘Circo Murcia’ pero, en definitiva, si no ha ido dirigido a una mujer o a un hombre homosexual concienciado con el tema, no nos han hecho mucho caso.
Y, para finalizar, ¿crees que la danza contemporánea es valorada correctamente?
No, todavía hay mucho desconocimiento. Hay una asignatura pendiente que se debe realizar para poder llegar a alcanzar un rango más amplio de público. Sería interesante llegar, por ejemplo, a la vecina de 50 años que aunque vea Telecinco, también puede ir a ver un espectáculo de danza contemporánea.
Hay que pensar en todo tipo de público, sin llegar a hacer nada comercial porque para eso ya existe el musical o la televisión. Sin embargo, el teatro tiene la capacidad de entrar en otro plano, en el plano no convencional.
El programador siempre tiende a tener miedo de que el público en cuestión no entienda su obra pero me reafirmo en que se está infravalorando a un público capaz de mucho más.
Cristina Tro Pacheco
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