‘Política de gestos y de vida’ de Fernando Bryce
Galería Espaivisor
Carrer de Carrasquer 2, València
Hasta el 14 de septiembre de 2018

Espaivisor nos sorprende con la clásica antonomasia de arte, política e historia por medio de una controvertida e íntima mirada a través de una compleja puesta en escena: ‘Política de gestos y de vida’, creada y comisariada por Fernando Bryce. Este artista peruano ahonda en la memoria histórica a través de las reconstrucciones, recopilaciones e investigaciones de carteles cinematográficos, fotografías, grabados e incluso material publicitario de la época buscando recuperar esa esencia maleabilizada ya pasada. Acercándonos a personajes revolucionarios y hechos significativos de la historia universal del siglo XX como fueron las dos grandes guerras, o transportándonos al periodo de la dictadura militar chilena de Pinochet a cargo del grupo de acción C.A.D.A. (Colectivo Arte de Acción) y de la artista Lotty Rosenfeld. Todo ello con el único objetivo de presentarnos una nueva mirada del presente a través de dos verdades: esa establecida y consensuada por los organismos oficiales hasta el punto de nadie desestimarla, y aquella vivida y marginal, desprestigiada por estos mismos que solo se hace latente a través del sujeto presente.

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Fotografía de la exposición ‘Política de gestos y de vida’ de Fernando Bryce. Cortesía de la Galería Espaivisor.

De esta forma la exposición comienza con la combinación de los sucesos acontecidos durante el enfrentamiento entre Alemania y Francia a lo largo de la primera mitad del siglo XX y la dicotomía comunista en la que esta idea es representada de forma inteligible, es decir, desde sus orígenes, como un compromiso social y no como su futura representación real. Todo ello expresado bajo personajes históricos como el activista comunista Willi Munzenverg, primer presidente de la Internacional Comunista de la Juventud; o incluso el propio Lenin. Junto con la obra ’Les fussilés de Châteaubriant’, un políptico de 30 dibujos, de los cuales 27 personifican a los miembros de la Resistencia francesa fusilados el 22 de octubre de 1941 durante la ocupación alemana en la Segunda Guerra mundial y la actividad de los astutos colaboracionistas del Gobierno de Vichy. Siendo este fusilamiento uno de los muchos acontecidos tras ser abatido por los residentes Karl Hotz, teniente coronel responsable de la ocupación nazi en el noroeste francés.

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Obra de Fernando Bryce, ‘Willi Münzenberg’, 2014, tinta sobre papel. Imagen cortesía de la Galería Espaivisor.

Otra sección expuesta correlativa a la anterior es la reelaboración de carteles cinematográficos del género bélico de los años 30 con películas como ‘Strosstrupp’ (Hans Zöberlein, 1934) y ‘Tannenberg’ (Heinz Paul, 1932). Ambas de carácter propagandístico, tratan la guerra de trincheras como la idea arcaica de honor y patria. Contrariamente, encontramos producciones como ‘Westfront 1918’ (Georg W. Pabst, 1930) o su versión francesa ‘Quatre de l’infanterie’, donde se nos muestra una realidad muy diferente a través de un grupo de soldados ajenos a la contienda e inmersos en ella a causa de los deseos de guerra y poder de las diferentes naciones y sus dirigentes. Esta misma idea se solapa junto con la presencia de un par de carteles cinematográficos entre los que se encuentra ‘J’accuse’ de Abel Glance, y el clásico pero monumental símbolo comunista de la Hoz y el Martillo elaborado a través de varillas de hierro empleando la técnica de la anamorfosis que alude a la idea utópica de comunismo, pues solo se aprecia la esencia de la obra desde varios puntos en concreto y no desde su conjunto.

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Imagen principal del cartel cinematográfico de Georg Wilhelm Pabst ‘Westfront 1918’. Ilustración cortesía de la Galería Espaivisor.

Por otro lado, la exposición continúa bajo las reivindicaciones artísticas entre los años 1973-1985 del grupo C.A.D.A. formado por Diamela Eltit, Raúl Zurita, Juan Castillo, Fernado Balcells, e incluso la propia L. Rosenfeld quien expone también de forma individual contra el régimen dictatorial de Pinochet. En primer lugar se nos muestran a través de vídeos, fotografías y símbolos siete intervenciones que denotan el hambre, la miseria, y la falta de cultura que caracterizaba al país, donde incluso la leche era empleada en forma de elemento simbólico de nutrición a través de obras como ‘Inversión en escena’ y ‘Para no morir’. Además de otra serie de piezas donde se nos muestra la lucha activista a lo largo de la primera mitad de la década de los 80 con obras como ‘¡Ay Sudamérica!’ en la que varias avionetas arrojaron 400.000 panfletos sobre la capital chilena mostrando el desacuerdo con las políticas del dirigente militar. ‘Viuda’, una obra de un gran peso político que defiende el papel de las mujeres frente a los asesinatos y desapariciones del régimen imperante. O la serie ‘No+’ producida 10 años después del alzamiento militar y que representa el surgimiento de una nueva conciencia social, reflexiva y autocrítica, que se subleva frente a la idea de su lamentable historia pasada.

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Fotografía realizada por el colectivo C.A.D.A.  como respuesta a la opresiva política de Pinochet. Imagen extraída del artículo ‘El vanguardismo del C.A.D.A.’ escrito por Gianinna Aguilera Viveros.

Cerrando esta idea nos encontramos con la presencia de Rosenfeld y su acto de rebeldía a través de sus singulares cruces. Señalando lugares o escenarios con carácter político y económico, así como cultural y social, para reflexionar sobre la manipulación, el adoctrinamiento, y la obediencia a la que es sometida el pueblo de forma subrepticia por medio tanto de las instituciones estatales como de los poderes fácticos. Además de invitar al espectador al acercamiento y cuestionamiento de estas. Ejemplos de ellos son la bolsa de Comercio de Santiago, la Casa Blanca en EEUU o la misma Acrópolis griega. De este modo, Rosenfeld no pretende sino otra cosa que desestimar toda esta jerarquía autoritaria que dirige la sociedad.

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Obra realizada por la artista chilena Lotty Rosenfeld en Wall ST, New York. Fotografía cortesía de Aninat Galería.

Este simbólico despliegue artístico, al contrario que muchos otros, no trata únicamente de enseñarnos una historia ya pasada sino, en palabras del propio Fernando Bryce, “reflejar el desvelamiento de lo oficial imperante, donde las propuestas de estos artistas encajan con la idea de que el arte y quienes lo realizan son testigos vivos de una realidad muchas veces maquillada u oculta y que merece ser desenmascarada”, es decir, no mostrarnos sino otra cosa que esa auténtica verdad y, sobre todo, invitarnos a que reflexionemos sobre nuestro presente para poder identificar de forma correcta esta dualidad.

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Fotografía de Fernando Bryce en su estudio. Imagen extraída del artículo de Ricardo León Somos ‘Fernando Bryce en el Art Lima: «Soy un defensor del arte que no transa»‘.

Cristian Torada