V Edición del Festival PAM! PAM!
Atarazanas
Plaza Juan Antonio Benlliure, s/n. València
Hasta el 6 de enero de 2019
Cultura emergente. Tal es el lema de la quinta edición de PAM! PAM!, proyecto de la Universitat Politècnica de Valencia que da a conocer el trabajo de los alumnos de los Máster en Producción Artística, Artes Visuales y Multimedia. Cultura emergente que, como señala su comisario José Luis Clemente, tiene que ver con la idea de “emergencia, de urgencia en la que se debate la cultura, y también con lo que surge de nuevo”. Fiel a ese espíritu, que atraviesa al proyecto mismo, también él sometido a la incertidumbre y la urgencia de no saber últimamente dónde recalará, los nueves jóvenes artistas seleccionados, de entre un total de 72 trabajos, exponen sus obras en Atarazanas hasta el 6 de enero.
Durante las tres primeras ediciones, PAM! PAM! fue acogido en el Centre del Carme, hasta que ciertas desavenencias por el espacio a ocupar llevó a sus responsables a buscar otro lugar. Lo encontró el pasado año en el IVAM, donde los diez artistas seleccionados ocuparon el hall, los pasillos y otros rincones del museo alejados de las salas convencionales. “Es una especie de ginkana de arte emergente”, tal y como describió Clemente esa cuarta edición. Ginkana que ha dado paso este año a un despliegue fastuoso por la gran nave del edificio de Atarazanas, de nuevo un reto para los jóvenes artistas a la hora de expresar lo que llevan dentro.
“Si fuera PAM solo, le faltaría algo. De ahí que la relación con esto sea tan necesaria, porque les obliga a una profesionalización de su trabajo, al tener que salir del recinto universitario a exponer sus obras”, explica Clemente. “Esto de ser artista no es fácil, porque están sometidos a un escrutinio”, añade el comisario. Escrutinio de un conjunto de obras desplegadas por el interior de Atarazanas, a modo de bengalas con las que iluminar el siempre oscuro porvenir de la cultura, a pesar de las continuas llamadas acerca de su necesidad. Como ésta de André Malraux: “La cultura es la suma de todas las formas de arte que han permitido al hombre ser menos esclavizado”.
Algunas de esas formas se pueden ver en la exposición Cultura emergente. “Son obras que se pretende sean representativas de lo que sucede hoy mismo en el mundo del arte. Es muy panorámica”, señala Clemente. Abarca desde pintura a fotografía, pasando por instalaciones y videos. Y los temas, aunque variados, terminan reflejando esa urgencia e insurgencia a la que alude la temática de este año, en forma de conflictos en torno a la identidad, la imagen y la muerte, unas veces manifiesta y otras latente, en tonos poéticos o más irónicos.
Juande Morenilla, por ejemplo, se hace cargo de esa relación con cierta naturaleza mortífera, tomando como referencia la película Deep Blue Sea, el tiburón que la protagoniza, junto a una serie de bosques con hachas y sierras que amenazan con destruirla, utilizando una desbordante imaginación sarcástica. La muerte, en forma de ataúd rosa cubierto de flamencos igualmente rosas, también está presente en el trabajo kitsch de Valerie Oleshchenko titulado #Lovesourface. Mireia Donat alude directamente a la Morgue en su obra caracterizada por lo amorfo, sin duda producto de la extrañeza que el cuerpo muchas veces nos produce. Podríamos hablar de La metamorfosis de Kafka, pero también de El hombre elefante de David Lynch.
A esa identidad confusa se refiere Kateryna Borovschi, con su trabajo elocuentemente titulado La ambigüedad: el individuo en un espacio virtual. En él, la artista habla de Internet como un “laboratorio de experimentación de la identidad humana”. Raúl Lorenzo, en otro registro más histórico, se enfrenta a la ilegibilidad de los textos una vez pasado el tiempo, mediante las partes de un mural fragmentado en la obra Heee. “Pretendo suscitar una poética de la ruina”, señala el artista. Sutileza que comparte Laura Palau con su instalación Observatorio y la serie de fotografías que la acompañan, tomadas de una serie de capturas en el interior de cajas de abejas a modo de cámara oscura. “Me interesa más la luz, que el rastro que deja”, afirma Palau.
Patricia Cadavid habla de la hispanidad a través de documentos de su archivo personal, en una videoinstalación que hurga en cierta identidad nacional, con esta rúbrica: En los márgenes del adiestramiento. La España humanista y la científica se enfrentan en la pieza Herreros y alquimistas, de Daniel Álvarez, con una serie de cuadros de “líneas góticas y pinceladas orgánicas”. Inquietante, a pesar de su carácter constructivo, racional y arquitectónico, es la obra de Alejandro Granero, cuyos espacios guardan ecos del cineasta Michelangelo Antonioni, quien dijera: “Muchas veces para entender, tenemos que mirar al vacío”.
Salva Torres
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